El proceso de beatificación del diácono brasileño Joao Luiz Pozzobon, inspirador de la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, ha llegado a un punto clave que queremos acompañar como Familia de Schoenstatt.
El 17 de junio se reunirán algunos cardenales y obispos, miembros del Dicasterio para las causas de los santos, para analizar y evaluar el ejercicio heroico de las virtudes cristianas en la vida y el apostolado de Don Joao. Si el dictamen resulta favorable, es decir, si los participantes expresan su convicción moral respecto a la santidad de su vida, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio, presentará este voto al Santo Padre, responsable de promulgar, en nombre de la Iglesia, el decreto que proclamará a Joao Luiz Pozzobon VENERABLE Siervo de Dios.
En un proceso de vida y virtudes, esta proclamación es el paso previo a la beatificación de una persona santa. La misma tendrá lugar cuando la Iglesia reconozca como milagrosa una intervención extraordinaria de Dios obrada por su intercesión.
Una melodía original
San Agustín afirma: “la música es capaz de hablar cuando las palabras enmudecen”. Una metáfora también aplicable a los santos: son la voz de Cristo en medio de un mundo que muchas veces pareciera haber enmudecido frente al amor.
La voz de Don Joao entona un canto a la educación de María, a su obrar desde el santuario. En su modo sencillo, lo expresa diciendo que su vida, su vocación, su apostolado son el fruto de “ponerse a disposición de María y de escuchar cuando habla, de servirla, de ser un servidor”.
¿Qué hace ejemplar la vida de Don Joao?
La profundidad con la que vive su alianza de amor en las circunstancias concretas de su vida, cautiva. En su vida de esposo y padre, en su servicio a la Iglesia local como diácono, en su compromiso radical con la evangelización a través de la campaña de la Virgen Peregrina, en su servicio concreto a los más necesitados, Don Joao inspira a innumerables personas en el mundo entero.

Otros schoenstattianos de vida ejemplar
El primer hijo de Schoenstatt beatificado como mártir en 1996, fue el sacerdote Carlos Leisner.
En esa misma década se inician algunos procesos de beatificación de distintos miembros de la Familia de Schoenstatt: en 1997 la diócesis de Tréveris abre la causa de Emilie Engel, una Hermana de María que en 2013 es declarada Venerable.
En 1998 se abre el proceso de Mario Hiriart en la diócesis de Santiago de Chile. Mario, miembro de los Hermanos de María de Schoenstatt, fue declarado Venerable en 2018.
En 2023 se inició en Santiago de Chile el proceso de beatificación de Hernán Alessandri, miembro de los Padres de Schoenstatt.
La comunidad de los padres palotinos (SAC) se ocupa de los procesos de dos de sus miembros: José Engling y Franz Reinisch, cuya vida de santidad madura en la alianza de amor con la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt, a la sombra del santuario.
El proceso de beatificación del fundador de Schoenstatt, del P. José Kentenich, se abre en Tréveris en 1975. En la actualidad el obispo diocesano, Stephan Ackermann, ha suspendido su desarrollo a la espera de un análisis más detallado de algunos aspectos de su pedagogía. Como Familia confiamos en que la debida clarificación habilitará la continuidad del proceso.
Un camino de santidad accesible a todos
Para todos estos schoenstattianos, lo mismo que para otros muchos, la consigna “nada sin ti, nada sin mí” despertó la necesidad de darle espacio a la educación de María en sus vidas: inspirando sus palabras, sus acciones, sus sentimientos. El fruto de esa alianza se manifestó a veces en grandes acciones apostólicas como las que impulsaron José Kentenich, Don Joao o Hernán Alessandri, otras veces en una entrega más desapercibida pero no menos audaz, como en el caso de Emilie Engel, Mario Hiriart, o José Engling. Todos ellos entonaron, con su voz única y original, la melodía de Cristo resucitado.
La vida ejemplar del diácono João Luiz Pozzobon es un testimonio de alianza que nos enorgullece. Sin embargo, su proceso de beatificación no es, en primer lugar, un honor para la Familia de Schoenstatt. Los santos no son propiedad de su familia espiritual, sino un regalo de Dios para la Iglesia, un testimonio de que el carisma es un camino de santidad accesible a todos. Este es el sentido más profundo de todo proceso de canonización en la Iglesia católica: que la vida y el mensaje de una persona santa sea una luz que ilumine a otros. Una melodía de Cristo resonando en el mundo cuando la palabra enmudece.