Título: Y los cielos estallaron en canto...
"Y los cielos estallaron en canto, los ángeles entonaron jubilosos. La creación celebró gozosa porque Dios encontró hogar en ti". (1)Este estribillo de una canción popular schoenstattiana en inglés recuerda una homilía de la primera mitad del siglo VII que testimonia la comprensión de la Iglesia palestina sobre el final de la vida terrenal de María. En ese texto se lee: "La asunción del cuerpo de la santa tuvo lugar el quince de agosto, que es el sexto día del mes de Mesore. Y hubo alegría en el cielo y en la tierra, mientras los ángeles entonaban el himno, mientras los seres humanos glorificaban a la madre del Rey del Cielo, que había glorificado ella misma al género humano." (2)
Homenaje a la esclava del Señor
Por eso, hoy, 15 de agosto, el cielo y la tierra se unen de nuevo para rendir homenaje a la esclava del Señor, cuya peregrinación terrenal culminó con su asunción en cuerpo y alma al cielo. En efecto, ¿cómo podría su cuerpo, en el que "el Verbo se hizo carne", estar expuesto a la corrupción de la tumba? Pero los dogmas marianos no solo alaban los privilegios concedidos a la Virgen. El fundador de Schoenstatt consideró una oportunidad pedagógica que los dos dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción fueran articulados y pronunciados en nuestro tiempo. (3) Subrayó que transmiten un "compendio de todas las grandes verdades católicas" (4), en particular las relativas a la imagen de la persona humana querida por Dios. (5) En 1941, nueve años antes de la proclamación solemne del dogma de la Assumpta, el Padre Kentenich explicó que en ella, que está en el cielo en cuerpo y alma, honramos el ideal de la persona plenamente redimida. (6)¿Qué nos enseña el dogma de la Asunción?

Reflejarnos en la Assumpta
Reflejarnos en la Assumpta puede enseñarnos importantes principios sobre el ars vivendi y el moriendi. El Padre Kentenich los resumió en tres imperativos:1- Cuida que, como María, tu muerte sea una muerte de amor y anhelo. 2- No olvides la transitoriedad de todas las cosas terrenales. 3- Recuerda tu glorificación en el cielo. (9)Sabemos que María “no dejó de lado su deber salvífico cuando fue llevada al cielo. [Más bien], con su amor maternal cuida de los hermanos de su hijo que aún transitan por la tierra". 1(0)Como madre y educadora nos ayuda desde sus santuarios a convertirnos en "imágenes de María que caminan y actúan", (11) para que al final de nuestra vida pueda llevarnos al cielo, nuestro verdadero hogar. Allí realizaremos por fin el ideal personal que ha regido todas nuestras esperanzas y esfuerzos en nuestro camino hacia el cielo y seremos para siempre la verdadera imagen de Dios. En este espíritu, con asombro y gratitud por el generoso amor de Dios, (12) unámonos a los ángeles cantando una de las estrofas de la canción que hemos mencionado arriba:
"En Schoenstatt te manifiestas en nuestro pequeño paraíso; estar contigo en el santuario es una vivencia de cielo. Así se acrecienta nuestro anhelo de cielo, para eso es que nos ha creado Dios".
