La familia de João Luiz Pozzobon se caracterizaba por la armonía y por una profunda religiosidad heredada de sus abuelos.
Se reunían diariamente para rezar el rosario después de un duro día de trabajo. Los adultos, normalmente de rodillas, apoyados en una silla, y los niños de pie, seguían la oración hasta que, vencidos por el cansancio, se quedaban dormidos.
Aquello influyó mucho en la vida de Don João Pozzobon y permaneció en su corazón. Cuando recibió la imagen de la Virgen para visitar a las familias y rezar el Rosario con ellas, comprendió que esa era la gran misión de su vida. Dijo: “Lo principal es entrar en la familia... Recemos por las familias, porque [...] todo el espíritu [de la Campaña] es para salvar a la familia”.