Querida Familia de Schoenstatt,
¡Con afecto deseo bendiciones a todos en este día de Alianza!
Una vez más queremos renovar nuestra Alianza de Amor con la Madre de Dios en el Santuario de Schoenstatt. Cada uno de nosotros lo hará en el Santuario filial de alguna parte del mundo o en el Santuario Original.
Lo importante es que renovemos la fuerza secreta de nuestra vitalidad. Sin la Alianza de Amor nada se ha hecho en Schoenstatt. Todos sabemos, sin embargo, que nada se hace en nuestras vidas sin capital de Gracias. Esa es la parte de nuestro compromiso con la Madre de Dios: ¡nada sin Ti, nada sin nosotros!
Pequeños, pero también, grandes propósitos
En nuestra Familia expresamos el capital de Gracias con pequeños propósitos diarios. Pero también con grandes propósitos que tal vez nos ocupan toda la vida.
Sabemos que María siempre es fiel a la Alianza “con abundantes gracias y bendiciones”. Nosotros en cambio, que deseamos ser sus pequeños instrumentos, nos vemos limitados por nuestra fragilidad. Pero nos ponemos diariamente en sus manos, pues nuestra pequeñez atrae el corazón del Padre Dios y de la Madre de Dios.
Así, todo toma sentido
La materia de nuestro capital de gracias la hallamos en lo cotidiano de nuestras vidas. Así toma sentido toda alegría, todo amor, todo dolor, todo apostolado, todo trabajo que nos toca hacer. No es difícil encontrar la materia de nuestro capital de gracias, sólo hace falta observar con la mirada de Dios, lo que nos toca vivir.
Así toma sentido toda nuestra vida, y aún las más grandes dificultades que nos toca vivir, reciben una luz esclarecedora desde la Alianza de Amor.
Contacto sencillo diario desde nuestro corazón
Madre, sé que estás velando siempre por mí, en toda circunstancia: esta es nuestra invocación diaria. Si enraizamos nuestro amor al corazón de Ella y de su Hijo, vivimos en una atmósfera que nos permite atravesar el fuego. Por eso, nuestro vínculo a Dios no consiste en puras elucubraciones acerca de su existencia y sus propiedades, sino en el contacto sencillo diario desde nuestro corazón al corazón de María y de su Hijo. En ello encontramos nuestro hogar, nuestro nido humano y divino, y así peregrinamos hacia el hogar del cielo.
Necesitamos, sin embargo, que ese contacto vital con Dios se concrete en el contacto de amor con nuestros hermanos y hermanas. San Juan nos advierte gravemente: “quien dice yo amo a Dios y no ama a sus hermanos es un mentiroso” (1Jn. 4,20) Todo nuestro capital de gracias se orienta así al amor concreto al prójimo. Y esa es la dinámica de la Alianza, el Santuario nos atrae hacia la Madre de Dios y la Madre de Dios nos envía a ofrecerlo todo por amor al prójimo. La comunión con Dios, se comunica misteriosamente con la comunión con los hermanos.
Que este día de Alianza, renueve nuestra disposición a vivir en ese intercambio con nuestra querida Madre de Dios y con el Padre Misericordioso, en favor de todos, sin dejar a ninguna persona afuera, sino atrayendo a todos al Dios Trino.
P. Alejandro Blanco
Federación Internacional de Presbíteros de Schönstatt
Secretario general
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