El lunes después de la solemnidad de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, instituida por el Papa Francisco en febrero de 2018.
Muchos católicos aún desconocen que cada año, el lunes siguiente a la solemnidad de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia. La razón principal de este desconocimiento es, probablemente, porque todavía es una celebración litúrgica muy reciente, instituida por el Papa Francisco en febrero de 2018. Por ello, vale la pena tomar conciencia del valor de esta celebración para vivirla con mayor conciencia y profundidad. De hecho, el decreto Ecclesia Mater, de 2018, explica que la motivación para la institución de esta memoria es fomentar el crecimiento del sentido maternal de la Iglesia y de la auténtica piedad mariana. Es una motivación muy significativa para el Movimiento de Schoenstatt y refuerza nuestra misión mariana. Si por un lado, la celebración es reciente, por otro, el título de Madre de la Iglesia y la teología que lo sustenta tienen raíces antiguas y profundas. Empezando por la raíz bíblica: al pie de la cruz, María aceptó la misión que le confió Jesús, acogiendo con amor a toda la humanidad representada en el discípulo amado (cf. Jn 19,25-27).
