Cuando hablamos de liderazgo, se tiende a traer a la mente la imagen de personas de gran figuración pública o privada, con poder de decisión y muchas personas a su cargo. Sin embargo, cuando hablamos de San José, esposo de la Virgen María, pareciera que no existe una asociación evidente entre su persona y el concepto de liderazgo. ¿Fue San José un líder entregado al servicio radical y puede ser considerado como modelo para los líderes de hoy? En estas líneas intentaremos clarificar si esto es factible. Para ello, es necesario recordar algunas características de la personalidad de San José y su actuación en la historia de la Sagrada Familia de Nazaret.

Descendiente de un rey

En primer lugar, hay que recordar que José es descendiente del linaje del Rey David, respecto del cual se anuncia en el Antiguo Testamento, que nacerá el Salvador. Por tanto, desde toda eternidad nuestro querido José tenía asignado un rol central en la historia de salvación. Esto nos plantea la recurrente pregunta acerca de si un líder nace como tal o se hace.

Él se pone a disposición sin vacilar

En el Nuevo Testamento hace su aparición como el esposo de la Virgen María, que sufre el desconcierto al saber que Ella está embarazada sin haber vivido juntos. ¿Qué hace? Decide repudiarla en privado. Es decir, asume una actitud de una dignidad y altura que no cualquiera es capaz de tener. ¿No es acaso esta calidad personal de José, un rasgo que todos exigimos de los buenos líderes? Una vez que el Ángel del Señor le deja claro el origen del niño que nacerá de su esposa, él se pone a disposición de Dios sin vacilar, llevando a María a vivir con él y asumiendo la paternidad adoptiva de Jesús. En otras palabras, él reconoce la voluntad amorosa de Dios, da su propio FIAT a ésta y la asume con todas las consecuencias que ella implica. En nuestro ámbito religioso, una condición fundamental para quien quiera ser un líder, es la capacidad de escuchar a Dios, discernir su voluntad y adherir sin vacilaciones a ella.

Vivir por un ideal

De ahí en adelante, él cuidará a la Sagrada Familia y estará plenamente a su disposición. Esto significa que hará del servicio a la vida parte esencial de su vocación (los schoenstattianos diríamos ‘de su ideal personal’). Ejercerá su rol de proveedor y protector de la familia, así como la paternidad de Jesús, con la alta exigencia de educar al mismo Salvador. Es en la realización de estas tareas, en las que resplandecen otros rasgos que nos gustaría destacar: La templanza de San José. Ésta ya se muestra ante la dificultad enfrentada con la noticia del embarazo de María, se consolida durante la huida a Egipto y se juega decididamente en la relación virginal con su esposa, condición que demanda de él magnanimidad y gran dominio de sí mismo.

La servicialidad silenciosa

En su trabajo como carpintero, en la vida familiar y en su relación con el entorno, José se entrega a los demás sin aspavientos y sin grandes discursos. ¡Cuánto criticamos a los líderes que muestran lo que hacen con costosas campañas publicitarias y cuánto valoramos a los que sirven en silencio! La humildad es otro de los rasgos que resaltamos en él. El Señor le ha pedido creer en la acción del Espíritu sobre su esposa y él lo hace sin pedir ni exigir recompensas ni poner condiciones. Podría haber sacado provecho de lo ocurrido, pidiéndole a Dios compensaciones, pero el opta por una actitud humilde ante Dios, reconociendo su realidad tal cual es y, desde ésa, poniéndose a disposición de su voluntad. Pareciera a veces que la humildad se opone al liderazgo, sin embargo, uno de los rasgos que impresionan en indiscutibles líderes como la Madre Teresa de Calcuta o Mahatma Gandhi es precisamente la humildad.

Un hombre justo

José es un hombre justo, según el concepto de la Sagrada Escritura. Éste dice relación con la filialidad ante Dios y la fidelidad a sus mandamientos, así como con la capacidad de distinguir entre el bien y el mal y – por tanto – ser recto en el actuar. Probablemente uno de los atributos que más se exigen hoy a los líderes es precisamente éste, porque exige cierto grado de objetividad para no acomodar las grandes verdades a sus intereses particulares. Es por todas estas características que San José se convirtió en una persona capaz de realizar fielmente la voluntad de Dios, de realizar plenamente su misión en el mundo y de ser parte esencial del acontecimiento más grande de la historia de la humanidad, cual es la salvación que nos trae Jesucristo.

Un modelo para mí

Por ello, nos atrevemos a aseverar sin dudas, que San José es un modelo de liderazgo válido para estos tiempos, en que la sociedad reclama de sus líderes profundidad de vida, templanza, principios, consecuencia con éstos, sencillez y humildad, justicia y entrega incondicional a la misión que se les ha dado. Finalmente, no podemos dejar de mencionar a un José moderno, que encarnó muchas de las virtudes de San José: El Padre José Kentenich. En él podemos descubrir cómo se pueden vivir rasgos de San José en medio del tiempo actual, con todas sus convulsiones, contradicciones y desafíos. San José ¡implora para nuestros líderes la gracia de vivir un liderazgo de servicio radical!