Palabras del Padre Kentenich a los enfermos

A la Hna. M Emilie: Tratar de vivir la vinculación al sufrimiento como un sentido de santidad en la vida diaria.

personas enfermas

La hermana Emilie Engel sufrió por muchos años las consecuencias de la tuberculosis. Durante su aislamiento en una clínica de salud, recibió el siguiente mensaje del P. Kentenich.

“Ciertamente usted debe estar sufriendo mucho. Predispóngase ahora para un tratamiento de reposo absoluto que probablemente va a requerir de un largo tiempo. No perdemos nada si con eso brindamos mayor alegría al Padre del Cielo.

¿Qué de bueno pretende Dios con su enfermedad? Seguramente debe ser lo mejor para usted y la familia de las hermanas. Trate de vivir la vinculación al sufrimiento como un sentido de santidad en la vida diaria. Así se irá purificando y se volverá más sobrenatural, más bondadosa y atraerá el amor y la solicitud de Dios sobre nosotros.

Es cierto que cuando uno está marcado por un sufrimiento y soledad tan grandes, la vida adquiere un matiz totalmente diferente. En este sentido, casi me siento tentado a envidiar su estado. Vuélvase nuevamente simple y sencilla, si no el buen Dios no tendrá alegría.

Es un consuelo para mí saber que usted, a pesar de toda distancia física, está espiritualmente siempre ahí donde el buen Dios lo desea. Le agradezco por todo lo que significó para la Familia de las Hermanas durante los últimos años.

Permanezca simple y sencilla. Usted sabe cuan fino y, al mismo tiempo, cuán fuerte, es el hilo del cual pende su vida de aspiración a la santidad: ‘Si no os convertís y os hacéis como niños.’”

A Fritz Esser: La única ley es su ideal personal

Entre noviembre y diciembre de 1918, una vez más Friz Esser sufrió gravemente de una neumonía. Por varios días luchó entre la vida y la muerte y en un momento de mayor tranquilidad, el P. Kentenich lo visitó. En esa ocasión, Fritz le preguntó si iba a morir o debía rezar por su salud. La respuesta del padre fue “reza por tu salud”. Obediente y confiado en esa palabra dirigió su oración a la Madre de Dios y fue escuchado.

Sin embargo después su enfermedad se volvió a agravar y el P. Kentenich le escribió:

“Caro Fritz ¿cómo debo responder a su carta? Dios lo guió por la noche oscura del alma. ¡Fue bueno! Ahora con mayor facilidad usted puede convertirse a aquella simpleza y sinceridad para aspirar a la virtud como en otros tiempos en Schoenstatt. Esto significa en concreto: No se deje quebrantar espiritualmente por todo lo que usted oye y ve. La única ley para usted debe ser su ideal personal. Por lo demás, permanezca como un hijo despreocupado en las manos de nuestra Madre Celestial, como lo era usted en Schoenstatt. La Madre cuidará. El amor de María fue el fundamento de su santificación. Cuando el fundamento es debilitado o descuidado, la construcción entera se pone en peligro. Todo lo que usted recibe para la vida espiritual fácilmente podrá ser asimilado por su ideal personal y el amor a María. Puede contar ciertamente con mi oración junto a María. Pido lo mismo de su parte. Agradezco a usted y a los demás novicios las contribuciones al Capital de Gracias.

Un cordial saludo y bendición sacerdotal, en amor sincero. José Kentenich”.

A Fritz Kühr: Este sacrificio es más fecundo que toda mi actividad personal.

Fritz Kühr

Tras recibir un diagnóstico de un grave cáncer de hígado sin posibilidades humanas para su recuperación, el Dr. Friedrich Kühr escribió al P. Kentenich sobre su situación. El 18 de agosto de 1950 Fritz recibió la respuesta del P. Kentenich.

“¿Qué puedo decirle ahora? Ud. Me escribe con pocas palabras, ¡pero expresa tanto! Me gustaría decirle: Es la misma actitud que el Poder en Blanco y la Inscriptio, que le ayudó a soportar los graves sufrimientos en Dachau.

Agradezco a Dios y también a Ud. que se mantuvo fiel a su manera de ver las cosas; agradezco principalmente que el fuego de su amor por Schoenstatt, a pesar de todos tus demás intereses, continúe tan fuerte que ofrece su vida por la obra de Schoenstatt.

Sé la seriedad con que lo hace y también sé que este sacrificio es fecundo, más fecundo que toda mi actividad personal. Dios le bendiga por eso.

Más que para usted, la situación debe ser pesada para tu estimada esposa. Espero que su ejemplo también la eleve para que se libere cada vez más de todo lo que es mundano. Una actitud heroica así es perfectamente compatible con el sentido de los sufrimientos y los dolores que no pueden ser evitados.

La Madre de Dios primero debió ser Madre Dolorosa antes que Gloriosa”.

También puede rezar la oración por los enfermos:

“¡He venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia!” (Jn. 10,10)

Señor Jesús, por tu palabra y los gestos de tus manos curaste ciegos, paralíticos, leprosos y tantos otros enfermos. Animados por la fe, venimos también a suplicar por nuestros enfermos.

Dales Señor:

La gracia de la perseverancia en la oración a pesar del desánimo propio de la enfermedad.

La gracia del coraje para buscar la cura, incluso después de varios intentos.

La gracia de la sencillez para aceptar la ayuda de los profesionales, familiares y amigos.

La gracia de la humildad para reconocer las propias limitaciones.

La gracia de la paciencia en los dolores y dificultades del tratamiento.

La gracia de comprender, por la fe, la transitoriedad de esta vida.

La gracia de entender que el pecado es la mayor de las enfermedades.

Que entendamos que el sufrimiento humano se consuma en tu Pasión Redentora.

Si fuese para vuestra gloria, nosotros te pedimos la cura de nuestros enfermos.

Amén

Fuente: Arquidiócesis de São Paulo y Schoenstatt Brasil

Referencias:

Hna. Emilie Engel; Wolff, Margareta; Mi sí es para siempre. Sociedad Madre y Reina.
Fritz Esser; Bauer G. M.; Servus Mariae nunquam peribit. Instituto Secular de los Hermanos de María de Schoenstatt, 1978.
Friederich Kühr; Martín, Norbert; Dr. Friederich Kühr, una biografía.

Traductor: Pablo Arias, México