El papel y la misión de la mujer en la actualidad, su importancia para la sociedad y para la redención del hombre fue un tema muy valorado por nuestro fundador, el Padre José Kentenich. Invirtió mucho tiempo de su trabajo y apoyó muchas iniciativas dentro de las comunidades de mujeres. Un imperativo, esencial y vital para él, era «Non erigitur vir, nisi per feminam» – El hombre no será redimido sino a través de la mujer», mencionando a San Bernardo de Claraval, a quien se atribuye esta frase.

José Kentenich, se mantuvo firme en su convicción de la esencia original propia de la mujer, a pesar de que ya en su época crecía la tendencia a ver las diferencias entre el hombre y la mujer como pequeñas, por ejemplo, solo como diferencias biológicas, y el resto se debía a la educación y a las influencias externas.

Dice el P. Kentenich que “el concepto de que la mujer debe ser equiparada y valorada en su esencia, según la forma de ser del hombre, es erróneo. No es correcto imaginar que la masculinidad es el patrón con el que se juzga la feminidad y la originalidad de las mujeres. Este falso concepto se ha mantenido a menudo a lo largo de los siglos. (Padre José Kentenich, Educación Mariana, Jornada Pedagógica 1934)

Como regla básica, el Padre Kentenich describe la relación mutua entre el hombre y la mujer: Son iguales en dignidad y valor y diferentes en su forma de ser.

«La originalidad de la mujer es la fuerte predisposición a lo personal, lo espiritual y lo maternal. Ella está fuertemente predispuesta a lo personal, el hombre está más predispuesto a lo objetivo. Ella está más predispuesta a las cosas del alma, el hombre más al mundo de las ideas. La mujer, a lo maternal, el hombre a lo utilitario. Así podemos ver el contraste. Pero también podemos expresar que las líneas divisorias se diluyen.  No es fácil decir hasta aquí una línea y desde aquí otra. Por eso, a menudo vemos una fuerte inclinación hacia un lado y, a veces, hacia el otro. Para una visión más clara, en lugar de decir ‘hombre y mujer’, diríamos ‘principio femenino y principio masculino’.   Este tema se presenta así desde el punto de vista de la filosofía de la cultura”. (Padre José Kentenich, Jornada Pedagógica 1934)

Según el Padre Kentenich, las llamadas características masculinas y femeninas no se aplican exclusivamente al hombre o a la mujer respectivamente. En otras palabras, no es una cuestión de «estereotipos y roles de género». El P. Kentenich habla más bien de un plus de lo femenino en la mujer y de un plus de lo masculino en el hombre.

«En este momento, solo puedo hablar de un plus o una ‘ventaja’. Porque todos los valores que posee la mujer, los posee también el hombre y viceversa. Solo es cuestión de un plus».   (Padre José Kentenich, Conferencia Pedagógica 1934)

Un plus en la tendencia maternal

En la mujer hay una disposición fundamental, una mayor dedicación a la vida en un sentido más amplio. Esto se manifiesta, por ejemplo, en el plus de fuerza creativa del alma, en la disposición al sacrificio, en la capacidad de sufrimiento; una mayor disposición a soportar el dolor (físico o psicológico); una mayor resistencia.

Un plus en las relaciones vitales

La mujer posee una aguda sensibilidad a los procesos vitales; una receptividad atenta a los ritmos vitales; una mayor compenetración en los misterios de la naturaleza y de la vida humana. Esto también se aplica en la esfera espiritual y anímica. El dominio de la mujer es servir a la vida, tanto en lo corporal como en lo espiritual y en el alma, y ser la protectora y compañera de toda la vida.

Un plus en amor y vínculos espirituales

Siempre que una mujer se dedica a una persona o cosa, la acompaña con una parte de su corazón.  Es en la esfera espiritual donde se origina el impulso de orientarse hacia una persona o una tarea y no en la esfera intelectual. Lo que hace no solo tiene un valor exteriormente perceptible, un valor práctico, sino que también tiene un carácter simbólico. Para la mujer, en cualquier forma de amor, siempre se acentúa lo espiritual.

«La mujer quiere y debe impregnar de espíritu todo lo que hace. Tiene una función especial en la vida cotidiana, en la vida personal, en la vida social, en la vida industrial y cultural. Tiene la gran tarea de impregnar de alma, de impregnar de espíritu todos los procesos vitales, en ella misma y a su alrededor.»  (Padre Kentenich, Conferencia en Roma, 18 de diciembre de 1965)

Su entrega es profunda y personal. En todo y en todos busca el «tú» y también necesita recibir una entrega personal. De este modo, la mujer puede formar y cultivar múltiples vínculos personales, puede convertirse en un centro de vínculos.

Un plus de intuición

El Padre Kentenich confronta el pensamiento intuitivo femenino con el pensamiento reflexivo masculino.

«La lógica masculina es una lógica piramidal. Un hombre típico tiene ante sí un círculo de verdades. Lo corta en pedazos y, bloque sobre bloque, construye una pirámide. Estas leyes de la lógica existen desde Aristóteles. La lógica femenina se llama lógica circular o lógica del infinito.  (Padre José Kentenich, jornada pedagógica 1934)

La mujer capta las cosas de forma amplia e integral. Comprende y valora intuitivamente sin poder mencionar sus razones de manera comprensible. Solo más tarde, en otras etapas, aclara de forma reflexiva lo que había entendido espontáneamente.

Un plus por excelencia

Para nuestro fundador, el gran plus de la grandeza femenina y del eterno femenino, como solía decir, culmina en nuestra querida Virgen María. A través de ella todos los pueblos son redimidos, ella es para todas las mujeres de hoy y de siempre el modelo del orden de ser mujer.

Referencia bibliográfica:

Nisi per feminam – Selección de textos, Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt, 2019

Fuente: https://schoenstatt.org.br/