España tierra de Misión

Susana Lobo

España es una tierra de misión. Así lo experimentamos cada vez con más fuerza en nuestras familias, jóvenes y comunidades schoenstattianas. Desde hace años, los jóvenes del proyecto Misión País vienen sembrando vida en decenas de pueblos, y en este 2025 han llegado ya a más de 30 localidades. Durante un reciente puente de mayo, el Proyecto Despierta —con jóvenes ya en edad profesional— se lanzó también a misionar en varios pueblos. Muchos de ellos ya habían vivido la experiencia durante su etapa universitaria, y aunque ahora no disponen del mismo tiempo, cuando uno ha probado la alegría de misionar… ya no quiere dejar de hacerlo.

También nosotros, como familias, hemos sentido el impulso de salir, y lo hacemos desde hace ya más de una década. Pero este año ha sido distinto. Algo se está moviendo. Las Misiones Familiares se han multiplicado, y durante esta Semana Santa, del 12 al 20 de abril, más de 30 familias —con hijos pequeños, adolescentes, jóvenes profesionales, Hermanas y Padres— nos pusimos en camino para misionar.

Nos hemos sentido enviados a sembrar el amor de Dios en distintos rincones del país: El Pueblo de Moriles en la Provincia de Córdoba, el Pueblo de Santaella también en la Provincia de Córdoba y la Isla de Formentera en las Islas Baleares fueron los lugares elegidos para la visita de los misioneros de Schoenstatt.

Santaella: “Haced lo que Él os diga”

Bajo el lema evangélico “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5), un grupo de familias y jóvenes, provenientes de distintos rincones de España y Alemania, se reunieron para pasar la Semana Santa con una experiencia de misión familiar en Santaella, un hermoso y sencillo pueblo del interior de Córdoba. Santaella, representada por su párroco P. José Natalino Rendo Abril, abrió sus puertas con una enorme generosidad, acogiendo los misioneros en uno de sus lugares más entrañables: el santuario de la Virgen del Valle.

Pablo Aymerich y Mer Soto cuentan: “Allí, entre el olor a naranjos y azahar, y con la presencia constante de nuestra Madre, la gran educadora, compartimos la Semana Santa con sus gentes, en un clima de oración, austeridad y fraternidad. Fueron días marcados profundamente por la esperanza en la victoria del Señor en este año jubilar. La figura de María y su testimonio de esperanza impregnaron todas nuestras actividades durante los días de misión: visitas a los hogares, talleres con momentos de encuentro para niños, jóvenes y adultos, vigilias, juegos para niños, momentos de adoración y alabanza, testimonios, visitas de los jóvenes del pueblo a nuestros encuentros, participación en las celebraciones litúrgicas… Todo ello vivido con una enorme alegría, altura de espíritu y sentimiento de profunda gratitud por tantos dones recibidos.”

En este pueblo, rico en tradición y fe viva, conviven más de diez hermandades y cofradías con una religiosidad popular profundamente enraizada. “Gracias a la muy generosa invitación del párroco, Santaella será durante tres años un pueblo de misión, y ésta ha sido solo la primera semilla. Nos vamos con el corazón lleno de gratitud, sabiendo que esta misión no termina, sino que apenas comienza.”

Formentera: Misiones en la isla

Por segundo año consecutivo, la Familia de Schoenstatt visitó la isla de Formentera. El lugar es conocido por sus playas paradisíacas, por sus chiringuitos, por sus animadas fiestas… Pero también por la fe de la gente que vive allí.

Carlota Gil, de Madrid, cuenta: “Hemos podido ser instrumentos de nuestra Virgen de Schoenstatt y de Jesús, con el propósito de ayudar al Padre Nando (P. Fernando Jesús Bayón Plaz) y poder transmitir ese amor en comunidad, visitando a los ancianos de la residencia con quién hemos tenido la suerte de compartir desde un bingo hasta una misa, visitando también a personas enfermas de la isla, o yendo puerta a puerta por las casas de San Francesc, uno de los pueblos de Formentera. En esa dinámica nosotros, los misioneros, también nos hemos encontrado nuevamente con el amor de Jesús a través de los lugareños que pudimos conocer, que nos abrieron las puertas de sus casas y que con alegría nos recibían al ver a la Virgen Peregrina, figura reconocida ya en la isla…”

Moriles: En cada casa que se abría, descubríamos una historia

Un grupo de familias se puso nuevamente en camino hacia Moriles, un pueblo cordobés que durante tres años ha acogido con cariño y fe viva a las Misiones Familiares.

Clari Roberts explica el sentido de estas visitas: “Al misionar no vamos a predicar, y a veces ni siquiera tenemos claro qué decir. Misionar es ponerse al servicio. Es dejarse enviar. Al hacerlo, nos convertimos en los pies de la Virgen peregrina, que quiere llevar a Cristo a cada hogar. Es el Niño en sus brazos quien obra milagros; nosotros simplemente recorremos el camino que Ella nos marca. Misionar no es tanto hacer o decir, sino estar presentes y dejar que Dios actúe. Ser testigos del Amor, con humildad. Y, después, llevarnos esas historias en el corazón, para meditarlas, rezarlas y agradecerlas.”

Esto fue precisamente lo que se vivió en cada uno de los rincones de España donde se realizaron Misiones Familiares. Una misma experiencia con múltiples rostros: familias, jóvenes y comunidades dispuestas a dejarse transformar mientras llevaban la presencia viva de Dios a otros.

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