Martin Soros, joven perteneciente al movimiento de Schoenstatt, va a recibir el Premio Alas

Le entrevisto con motivo del premio «Alas» que va a serle otorgado en el Congreso «Raíces y Alas», organizado en Washington DC por el Consejo Nacional Católico del Ministerio Hispano en los Estados Unidos, del 26 al 30 de abril.

Martin hace suya, sin dudar, una de las peticiones más insistentes de la comunidad latina a la jerarquía católica: una pastoral propia para los jóvenes hispanos. Y es que estos, más que sus padres, sienten que pertenecen a la vez a dos mundos distintos y que no pueden renunciar a ninguno de ellos.

«Yo voy a la misa en inglés, a la escuela en inglés; todo es en inglés, hablo inglés perfecto y siento que es parte de mi cultura», explica el joven.

«Pero también tengo algo distinto, que otros jóvenes no tienen; es una raíz, una conexión con esas raíces a mi país de origen, a mi familia, a esa cultura que es tan distinta a la de este país»

Para Martin, la conexión religiosa procede de su padre, pues su madre se declara agnóstica. Él mismo, criado desde pequeño en un ambiente de libertad en lo tocante a la religión, encontró la fe conforme iba madurando; pero también ella le reafirmó en sus propias raíces.

Una nueva hispanidad

Cortesía Martín Soros

«Mi papá acude todos los años a la gran peregrinación de la Virgen de Luján. Solo ha faltado dos veces, una cuando yo nací, y la otra, por la pandemia», dice riendo. Aunque la mamá no es creyente, hay un ambiente de libertad y respeto en la familia. «Ella nos apoya, a veces nos acompaña cuando rezamos, son momentos muy lindos para nosotros».

Martin es consciente de no responder al «típico hispano» residente en Estados Unidos, mayormente originario de México, Puerto Rico o El Salvador. Pero asegura que la riqueza de las nacionalidades es una «unidad en la diversidad».

«Cada uno hablamos español con nuestro acento, con nuestras peculiaridades, pero todos hablamos inglés. Yo jamás sentí que nuestros distintos orígenes crearan barreras, sino motivos de compartir tradiciones».

Necesito saber que a la Iglesia le importo

Cuando le pregunto qué necesita de la Iglesia católica, el chico se confía de una manera sorprendente.

«Los chicos de mi edad se van en masa de la Iglesia, por uno que se queda se van seis. Si la Iglesia fuera una empresa estaría en quiebra, ya sé que no lo es. Pero en cualquier caso, alguien debería preocuparse. Alguien debería darse cuenta de que hay cosas que no se hacen bien».

¿Se van los jóvenes porque no están de acuerdo con la doctrina en materia sexual, o por el LGTBI, o por el escándalo de los abusos? «Muchos dicen que es por eso, pero en realidad es algo más profundo», asegura Martin.

«Vemos en las noticias que los obispos se reúnen y hablan sobre si dar o no la comunión a los políticos. Es un tema importante, no digo que no.  Pero siento que estos obispos están en las nubes debatiendo teología, y no sé si les importa mi vida, mi situación, mis dificultades».

«En las catequesis y en la escuela aprendo doctrina, pero no me conectan con Dios, no me enseñan a tener relación con Él. Si un chico no siente el amor del catequista, de los padres, del sacerdote, ¿cómo va a poder entender lo que es el amor del Padre? En realidad, cuando el joven decide irse de la Iglesia es porque no siente nada por ella desde hace tiempo».

Cortesía Martín Soros

¿Y cómo acercarse a los jóvenes?

«Es necesario que quienes toman decisiones en la Iglesia nos escuchen, que escuchen nuestras experiencias, pero no solo las de los jóvenes: también la de las mujeres. También la de los afroamericanos», afirma. «Necesitamos que hablen de nuestros problemas, de nuestras dificultades, que nos ayuden a encontrar a Dios en el mundo nuestro».

«Los jóvenes tenemos un gran sentido de la justicia social – afirma Martin –, necesitamos ver a esa Iglesia que está en la frontera, que está ayudando a los pobres, ayudando a los inmigrantes sin documentos en esos lugares de detención».

Para Martin es «enormemente frustrante» la «situación de polarización en la Iglesia y en la sociedad, pero sobre todo en la Iglesia.

«Es insoportable. En la Iglesia están los súper tradicionalistas, los que entran a la Iglesia, cierran la puerta y se quedan ahí; y después están los ultra progresistas, que hacen todo lo contrario, cierran la puerta de la iglesia y se quedan afuera».

«Algunas veces hay miedo al cambio. Hay que tener cuidado, pero el cambio es necesario porque el mundo cambia. Pero tampoco ir demasiado hacia el otro lado, al otro extremo, e ignorar partes del Evangelio».

Los jóvenes quieren cambio y también tradición

Quiere hablar de ello en su discurso de recogida del premio «Alas». «El Congreso mismo se llama Raíces y Alas. No se llama alas y no se llama raíces. ¿Por qué? Porque ambas son necesarias».

«Tenemos la tradición y la modernización, es decir, hay que integrar ambos, hay que realmente integrarnos para salir adelante. Y eso es lo que muchos jóvenes quieren», asegura.

«Creo que la fe católica es tan profunda y compleja que no hay solo una forma de entrar. Hay muchos jóvenes que realmente quieren tradiciones, que van a la misa en latín y sienten que es algo que les permite tener un encuentro profundo con Jesús. Y eso es algo que hay que respetar y valorar también».

«Hay muchos que realmente quieren ese lado más tradicional y quieren encontrar el lado intelectual de la fe también. Hay muchos jóvenes que son así y hay muchos que no tanto y prefieren mucho más la vida y la comunidad y la relación con Jesús. Y creo que ambos, ambas formas de encontrarse con la fe, son muy válidas y ambas hay que respetarlas».

Martin se prepara ya para el salto a la Universidad, y allí quiere conectar con grupos como Focus (Fellowship of Catholic University Students) y otros. El premio Alas es para él una responsabilidad: «es el compromiso de de seguir con los jóvenes, de seguir con la pastoral y con la Iglesia y tratando de elevar la voz del joven donde yo esté».