Unión de corazones
El sábado 4 de septiembre tuvo lugar la tan esperada bendición del Santuario de Schoenstatt en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Eran las 11 de la mañana cuando ya todo estaba organizado para la consagración del Santuario. Iban llegando los invitados, la familia, los peregrinos y una numerosa delegación de la ciudad de La Paz, hermanos schoenstattianos del Santuario de Achumani. Hacía mucho calor y estaba húmedo, el clima casi estándar para esta época del año.
Lo que tenía que tomar 145 días de construcción se convirtió en más de 630. La pandemia hizo retrasar la construcción, así como las tres fechas programadas de bendición.
Un ministerio de música invitado, “Los sembradores”, nos regalaron su talento en los momentos antes del inicio de la ceremonia. Se trató de un gran aporte para apaciguar la ansiedad y nervios que todos sentíamos.
Todo era alegría, una completa fiesta familiar. Con el desfile de banderas comenzó nuestra celebración, ingresaron los sacerdotes con Mons. Sergio Gualberti, arzobispo de Santa Cruz de la Sierra, acompañado de Mons. Estanislao Dowlaszewicz, obispo auxiliar de la misma arquidiócesis.
La homilía: una catequesis schoenstattiana
La homilía de nuestro pastor fue una catequesis schoenstattiana, un decálogo de hitos propios para la familia, donde la cultura del encuentro era la raíz de ese encuentro entre lo natural y lo sobrenatural. Encontrarse con un pastor que nos hable de la fe práctica, del pulso de tiempo, de lo que Dios nos quería decir con la pandemia, era un signo preclaro de que nuestra Mater unía corazones y misión común.
Las reliquias, una de San Juan Pablo II haciendo referencia a su encuentro con la Familia de Schoenstatt para los 100 años del nacimiento del padre Kentenich, volvía a hacer latir nuestros corazones de emoción: “No tengan miedo, canonícenlo ustedes, totus tuus.” Fueron frases que nos interpelaron fuertemente.
En esta bendición del Santuario, las gracias serán testigos de la Alianza
Muchos seguían toda esta celebración a través de las redes, gracias a una producción impecable de Diakonía, la productora de la Universidad Católica. Los momentos transcurrían, y con ellos, un cúmulo de emociones. Luego de la unción de nuestras cruces consagratorias con óleo ya se acercaba el momento cumbre. La Mater, cargada en andas, llegaba a su morada final. Sentimos una profunda unión de corazones. Dios regaló la bendición de contar con un Santuario a una familia que esperó, esperó y esperó, sin perder la esperanza, y supo ser fiel a su llamado.
El repique de la campana nos daba la buena nueva, que el tiempo de espera había terminado. Y con el nuevo tiempo, inicia una etapa de servicio a la Iglesia testificando que los planes de Dios son perfectos y las gracias serán testigos del amor de María en Alianza con sus fieles.
Mons. Gualberti: Los laicos son mi mejor apoyo
En la homilía de la primera celebración eucarística en nuestro Santuario, P. Claudio Martínez Cohen nos hizo recordar cómo se fueron cerrando y abriendo los caminos para construir el santuario en los últimos ocho años. ¡Los obstáculos fueron muchos! Uno de los más impactantes fue que el Monseñor Gualberti, en primera instancia nos había puesto como requisito para la construcción, que alguno de los padres de Schoenstatt residiera en Santa Cruz, un requisito que era simplemente imposible de cumplir. Poco tiempo después, en otra de las visitas del padre Claudio a Monseñor, este le dijo que autorizaba la construcción porque los laicos de Schoenstatt eran su mejor apoyo y habíamos demostrado ser lo suficientemente comprometidos como para sustentar el Santuario espiritualmente.
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