A Canadá para abrazar a los indígenas en una peregrinación penitencial

Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano

«Una peregrinación penitencial»

«Una peregrinación penitencial» en la que inclinar la cabeza para pedir perdón, pero también extender las manos para abrazar a los pueblos indígenas, víctimas en el pasado de «políticas de asimilación» que han causado daño, también por parte de las instituciones religiosas. Desde la ventana del Palacio Apostólico, tras rezar el Ángelus, el Papa Francisco habló de su próximo viaje a Canadá, del 24 al 30 de julio, y volvió a reiterar su «dolor» y su «cercanía» a las comunidades indígenas canadienses que – tras los diálogos de finales de marzo y principios de abril – se encontrará personalmente durante el 38º viaje apostólico que tocará cuatro ciudades: Edmonton, Maskwacis, Quebec e Iqaluit.

Avanzar en el camino de la reconciliación

Una visita sobre la que el Papa pide que los fieles de todo el mundo lo acompañen desde ahora con su oración. Una visita que el Pontífice también espera que contribuya “al camino de reconciliación y sanación ya emprendido».

“El próximo domingo, si Dios quiere, partiré hacia Canadá, por lo que deseo ahora dirigirme a los habitantes de ese país. Queridos hermanos y hermanas de Canadá, como saben vendré entre ustedes en el nombre de Jesús, sobre todo para abrazar a las poblaciones indígenas. Lamentablemente en Canadá, muchos cristianos, en especial miembros de institutos religiosos, han contribuido a las políticas de asimilación cultural que en el pasado han perjudicado gravemente a las comunidades nativas de diversas maneras”

Dolor y solidaridad

Por esta razón, el Santo Padre había abierto las puertas del Palacio Apostólico a grupos de Inuit, Métis y de First Nations, durante tres días desde el pasado 28 de marzo:

«Manifesté mi dolor y mi solidaridad por el mal que han sufrido».

A los representantes de las naciones indígenas, Francisco les había dedicado una audiencia privada en la que escuchó sus peticiones y, sobre todo, los testimonios de los más ancianos que habían vivido en primera persona el pasado de crueldad del país, cuando, desde 1880 hasta las últimas décadas del siglo XX, en los institutos financiados por el gobierno y administrados en su mayoría por organizaciones cristianas, se pretendía educar y convertir a los jóvenes indígenas y asimilarlos a la sociedad canadiense tradicional.

Petición de perdón

Conmemorando a los 215 niños cuyos restos fueron encontrados en el sitio de esta antigua Escuela Residencial en Kamloops.

En un Ángelus de junio de 2020, el propio Francisco había expresado su consternación, concretada después en su voluntad de recibir a representantes de los pueblos indígenas en el Vaticano un año después (varios fueron los aplazamientos también a causa de la pandemia de COVID-19). Todos ellos, indígenas y obispos, fueron finalmente recibidos el 1 de abril en una gran audiencia en la Sala Clementina, durante la cual el Papa pronunció aquellas palabras por las que los indígenas habían viajado al otro lado del mundo:

“Estoy muy apenado. Y me uno a mis hermanos obispos canadienses para pedirles disculpas”

“Se los he dicho y lo repito: siento vergüenza, dolor y vergüenza, por el papel que diversos católicos, sobre todo con responsabilidades educativas, han tenido en todo aquello que los ha herido, en los abusos y en la falta de respeto hacia su identidad, su cultura e incluso sus valores espirituales. Todo esto es contrario al Evangelio de Jesús”.

«Acompáñame con la oración»

Ahora, por lo tanto, el Papa se prepara para «cumplir una peregrinación penitencial»:

“Espero que, con la gracia de Dios, pueda contribuir en el camino de reconciliación y curación ya emprendido. Les agradezco desde ahora todo el trabajo de preparación y la acogida que me reservarán”.

De ahí la petición de «acompañarme con la oración«.

Compartir

con sus seres queridos

Artículos relacionados que pueden interesarle

El Papa proclama la Bula para el Año Santo 2025

El Papa entrega “Spes non confundit”, la bula de convocación del Año Santo 2025. Entre las muchas peticiones, el Santo Padre invita a los peregrinos que acudirán a la Urbe a rezar en los santuarios marianos para que puedan “experimentar la cercanía de la más afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos; ella que para el santo Pueblo de Dios es signo de esperanza cierta y de consuelo”.

Seguir leyendo »