Un servicio ordenado al bien común

Dicasterio para los Laicos, la familia y la vida

 

El Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha convocado, el 16 de septiembre de 2021, a los moderadores, presidentes y responsables internacionales de todos los movimientos eclesiales, nuevas comunidades y asociaciones reconocidas o erigidas por la Santa Sede, para reflexionar sobre el tema “La responsabilidad del gobierno en las asociaciones de laicos. Un servicio eclesial”.

La profundización de los temas contenidos en el decreto general “Las asociaciones internacionales de fieles” fue el núcleo de la jornada, con el objetivo de reflexionar juntos sobre el ejercicio de la autoridad en las asociaciones de laicos.

El Simposio, que se siguió en parte por videoconferencia a causa de la pandemia, tuvo lugar en la Nueva Aula del Sínodo, y contó con la participación de unas 300 personas que, en diversas funciones, comparten responsabilidades de gobierno en grupos de laicos, así como de algunos miembros y consultores del Dicasterio.

Sorprendiendo a los participantes, a las 10:00 horas el Santo Padre llegó al aula y dirigió un caluroso saludo a todos los presentes y a los conectados por videoconferencia. El Papa expresó en primer lugar su gratitud a las realidades representadas en el aula, por su testimonio evangélico en las diferentes realidades de la vida ordinaria.

 

Reflexionando después sobre el tema del gobierno como servicio, el Santo Padre mostró a los participantes dos obstáculos que pueden surgir en el ejercicio del gobierno: “el deseo de poder” que se manifiesta en el “afán de estar en todas partes”, que anula toda forma de subsidiariedad y hace que los que gobiernan crean que pueden tomar decisiones sobre todos los aspectos de la vida de la asociación y de las personas que forman parte de ella; y la “deslealtad”, típica de quienes se hacen intérpretes únicos del carisma y, con el pretexto de querer servir al Señor, se sirven sólo a sí mismos. En el desempeño de una función de gobierno, por lo tanto, es necesario aprender, insistió el Santo Padre, a considerarse “siervos inútiles” (Lc 17,10), para permanecer humildes y dóciles a la voluntad de Dios, como nos mostró Jesús cuando lavó los pies a sus discípulos.

Cuando el Santo Padre abandonó el Aula, el Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Farrell, introdujo los trabajos identificando, desde el primer momento, el “servicio” como el aspecto fundamental e indispensable del ejercicio del gobierno en las realidades eclesiales: servicio a la persona, al carisma y a la misión de la Iglesia. Por otra parte, subrayó Farrell, dicho servicio sólo puede entenderse en su dimensión eclesial. A este respecto, reflexionó sobre la relación entre el gobierno de las asociaciones y la autoridad eclesiástica, refiriéndose a la relación intrínseca y providencial que existe entre los dones carismáticos y los jerárquicos.

Seguidamente, Mons. Matteo Visioli, Subsecretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, centró su exposición en la fundamentación teológica y eclesiológica del concepto de autoridad en la Iglesia, desvelando su paradigma relacional, para luego formular algunas consecuencias sobre el ejercicio de la autoridad en la Iglesia, en particular sus riesgos.

Por la tarde, la Dra. Linda Ghisoni, subsecretaria del Sector Laicos del Dicasterio, estructuró su intervención en tres partes: tras una visión general de las realidades eclesiales afectadas por el Decreto, eje del encuentro, consideró la transición del carisma del fundador al carisma colectivo. En este sentido, fue fundamental la distinción que hizo Ghisoni entre los carismas o dones personales del fundador y el núcleo esencial del carisma fundacional, que está destinado a convertirse en colectivo y del que nadie tiene el sello o la propiedad. A la luz de esta distinción, es evidente que toda personalización supone un intento de apropiación de un don que, desde su origen, está destinado a ser colectivo. Finalmente, en la última parte de la intervención, la Subsecretaria del Dicasterio dio algunas orientaciones prácticas sobre cómo aplicar los mandatos de gobierno y la representatividad exigidos por el Decreto General.

A continuación, se presentaron los testimonios de Eliana y Paolo Maino, fundadores de la Comunidad Vía Pacis, y de Don Stefano Aragno, vicepresidente de la Comunidad Cenacolo.

El primero en intervenir fue Paolo Maino, que desde hace 40 años está al frente de la Comunidad que fundó con su esposa y el padre Domenico Pincelli. Contó cómo maduró su decisión de renunciar a la presidencia, una elección ciertamente poco común para un joven fundador. Sin embargo, interrogándose en la presencia de Dios, Paolo, en unión de intenciones con Eliana, vio claramente que el Señor le pedía algo más: “irse era necesario para el futuro de la Comunidad”. Hoy Pablo y Eliana se preguntan si esta decisión “no fue un acontecimiento permitido por Dios para provocar un salto cualitativo en la propia Comunidad”.

Particularmente conmovedora fue la intervención del P. Aragno, que contó la experiencia de “desprenderse” desde un punto de vista completamente diferente, ya que hoy es él quien se encuentra sustituyendo en la dirección de la Comunidad Cenacolo a la fundadora, Madre Elvira, que se ve impedida por la enfermedad de dirigir el gobierno de la realidad que fundó. El P. Aragno nos contó cómo el “paso atrás” dado por Madre Elvira provocó una mayor conciencia del verdadero protagonista de la historia de la Comunidad Cenacolo: el Espíritu Santo, fuente del carisma y único fundador. Esta conciencia, señaló el P. Aragno, maduró precisamente a partir de ese sano “desprendimiento” de la personalidad de la fundadora, que hizo a todos los miembros, especialmente a los de la primera hora, más conscientes del don de la gracia recibido de Dios a través de ella, y promovió un renovado y más auténtico “sí” a la obra a la que el Señor les llamaba.

La comida, servida en el atrio del Aula Pablo VI, fue también una valiosa ocasión para compartir, encontrar y dialogar entre los responsables de las asociaciones y movimientos y los funcionarios y superiores del Dicasterio.

El resto de la jornada se dedicó a las preguntas e intervenciones de los participantes.

Para concluir el día, el Card. Farrell repasó los principales temas abordados durante la jornada subrayando la necesidad de formación de todos, a todos los niveles, en el gobierno como servicio. Sin duda, fue una jornada muy intensa y enriquecedora, empezando por las palabras del Santo Padre y gracias a un intercambio abierto de los retos y expectativas comunes a todos los movimientos y asociaciones al servicio de la Iglesia.

 

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