Maria como Immaculata Parte 2 El Padre Günther Boll continúa:

María Inmaculada: naturaleza y gracia, una unidad armoniosa

¿Qué caracteriza este "Ser personas como la Inmaculada", qué las mueve? "Encontré una primera respuesta a esta pregunta en mis encuentros con el P. Kentenich; desde el principio me impresionó el hecho de que él irradiaba este entrelazamiento evidente de la naturaleza y la sobrenaturaleza. Con nadie he experimentado esto tan intensamente. También significaba que se podía acudir a él con todo y hablarle de todo. Tenía la inusual capacidad de hablar de todos los ámbitos del ser humano con gran naturalidad e imparcialidad. Para él estaba muy claro: Dios creó al hombre tal como es, con cuerpo y alma. Por eso se puede hablar de todo con la reverencia necesaria.

"Primero humano, luego cristiano, luego humano entero".

Para él, el hombre siempre fue un todo: la naturaleza y la sobrenaturaleza iban juntas: "Todo esto lo hizo el buen Dios y todo en la naturaleza influye mutuamente". Esta forma de responder era inmensamente liberadora por su comprensibilidad. Poco a poco me fue quedando claro lo que él veía realizado en la Virgen María como Inmaculada y cómo reconocía a partir de ahí su meta educativa: Todo el ser humano era natural y sobrenatural al mismo tiempo. Porque era sobrenatural, también era plenamente humano. De ahí su tesis: "Primero humano, luego cristiano, luego plenamente humano". Esa fue la educación de la Inmaculada para él. La Inmaculada era para él el modelo, la imagen directriz y meta de toda nuestra educación. Immaculata en este sentido significa que todo lo humano y natural, también todo lo físico y sexual está incluido en el mundo de la gracia, porque todo viene de Dios. Cuanto más crece una persona en el mundo de la gracia, más humanamente sana y completa se vuelve. Ese era su gran sueño, y quería conducir a todos los que le habían sido confiados en esta realidad.

Como María: Esta realidad estaba para él en las cosas más cotidianas

Foto Cathopic- Lupe Belmonte
En este contexto comprendí por primera vez que para el P. Kentenich la Virgen María desempeña un papel en algunos contextos sobre los que no se puede leer nada en los libros de mariología - y en los que desde fuera surge la pregunta: "¿Qué tiene que ver todo con María?". Pero "desde dentro" se ve claro: siempre que se trate de sensibilidad y generosidad, de acción con alma y sincera, de ser genuina y noblemente humano - entonces para el P. Kentenich también tiene que ver con María. Esto llegaba a las cosas más cotidianas: la palabra clave "mariano" aparecía en la forma de actuar o de vestir, de comer, en todo tipo de actividades. Para él era obvio que esto resultaba de tomarse en serio la realidad de la Inmaculada. Para mí fue una gran novedad, personalmente me acerqué a la  Madre de Dios de una manera que no había conocido antes. En realidad no necesité ninguna conferencia sobre María o sobre la teología del pecado original, porque experimenté lo que es mariano en el comportamiento del Padre Kentenich. Aquí experimenté a una persona cuya sensibilidad anímica era tan pronunciada que había superado en buena medida todas las divisiones y fracturas internas. Esta persona era tan armoniosa y fina en el pensar, el querer y el sentir que tuve un presentimiento de la naturaleza y el ser de María.

Para él, la Inmaculada no era nada ajeno al mundo y a la vida.

De este modo, las preocupaciones frecuentemente expresadas de que ya no se puede hablar de la Inmaculada en nuestros días, de que resulta distante y extraña para el hombre de hoy, adquirieron para mí un significado distinto. Este punto de vista es comprensible. Pero los que experimentaron al Padre Kentenich tuvieron una impresión diferente. Para él, la Inmaculada Concepción no era nada ajeno al mundo y a la vida. El nos transmitió, que como ideal, sigue siendo hasta cierto punto inalcanzable para nosotros, pero está cerca de nosotros, está conectada con nuestras vidas. Cuando nos situamos reverentemente frente a nuestra naturaleza humana y lo asumimos con toda naturalidad en la realidad de Dios y de su gracia, entonces sentimos que la Inmaculada ya no está tan remota y lejana a nosotros. Sentimos que anhelamos una forma tan integral de ser humanos, en la que nada se desmorone, sino que todo encaje. Cuando habla de la Inmaculada, de la Inmaculata-educación -el armonioso entrelazamiento de la naturaleza y la gracia, la superación de las rupturas del ser humano, consecuencia del pecado original en nuestra naturaleza-, se refiere exactamente a esto.
"El poder de convicción del cristianismo vivo hoy no proviene de las declaraciones, sino de ser humanamente atractivo. Eso simplemente me convenció".
Fuente: Günther M. Boll: …ante todo mi corazón – José Kentenich – Pedagogo y Fundador