El Padre Kentenich a la luz de San José: Pensamientos -no solo- para Navidad

P. Josef Fleischlin

Una imagen navideña

Me gustaría comenzar mi contribución con una imagen navideña. A San José se le suele ver o buscando cobijo o ya en el establo tras el nacimiento del niño, adorando o durmiendo, es decir, atento al sueño, a las instrucciones de Dios.

Pero que aquí un San José se asome al establo con un leño encendido y se pregunte y reflexione: ¿es este el lugar donde mi María puede dar a luz a su hijo? – Aún no he encontrado una representación como esta. Abajo a la derecha se ve su «mochila». Imagino que ha traído los pañales y todo lo necesario para el niño. Así pues, José participa activa e intensamente en el nacimiento en Belén.

El cuadro es de Michael Rieser, pintado en 1869, y se titula: «En la víspera del nacimiento de Cristo»

María dice a su hijo: «Tu padre»

Luego miré el pie de San José. Estas sandalias no son exactamente zapatos de marcha para mí como suizo. Pero es un pie bellamente moldeado. Este José, ¡podía caminar! Tuvo que caminar hasta Belén y luego en la huida a Egipto. ¿Cuántas veces habría iluminado con su luz un establo u otra posada con un leño encendido? ¿Cuántas veces habría buscado, preguntado: ¿Dónde podemos encontrar refugio? Así continuó el viaje de San José.

Y lo último que se dice explícitamente de él en la Biblia es con el niño de doce años en el Templo. La madre le dice a su hijo: «Niño, ¿cómo has podido hacernos esto? Tu padre y yo te buscábamos con angustia» (Lucas 2,48). Para mí es siempre algo muy conmovedor, cómo María le dice a su hijo: «Tu padre», y se refiere a san José, que no es en absoluto el padre físico, pero que tanto nos acompañó, nos llevó, nos cuidó, ¡y que realmente pudo asumir el rol de padre de Jesús!

Así vivió y cumplió su misión, su misión paterna. Y en aquel momento, en el templo, Jesús, con doce años, tomó la iniciativa: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar donde mi Padre?» (Lucas 2, 49). Abre el telón, por así decir, ahora, no solo cuando muera, para esta nueva dimensión del Padre que tiene que revelar. Esa es la misión de Jesús. Y José ha cumplido así su misión.

La misión del Padre Kentenich en el reflejo de esta imagen

Creo que esta imagen de Navidad dice mucho sobre nuestro Padre Fundador. Muy brevemente quisiera mirar los cuatro hitos de nuestra historia de Schoenstatt y la misión del Padre Kentenich en ella desde la perspectiva de esta imagen.

La luz que brilla en la capilla abandonada

¿No es como el primer hito, el 18 de octubre de 1914, cuando el Padre Kentenich ilumina con su luz una capilla abandonada del viejo cementerio mientras se encuentra en la búsqueda? ¿Es este el lugar donde María quiere establecerse, donde puede actuar? Y se lo revela a los estudiantes y pone en boca de María las palabras del Acta de Fundación: «Primero pruébenme que realmente me aman. Entonces me instalaré con gusto entre ustedes» – aquí, en este lugar perdido, en esta capillita del viejo cementerio. Aquí se abre una escuela de amor. Él aprendió a amar de ella, de María, y ahora comienzan juntos esta escuela de amor en el santuario. A esto siguió el cuidadoso cultivo de la vida naciente en los corazones de los estudiantes, los innumerables contactos por carta durante la Primera Guerra Mundial y luego, cada vez más, el crecimiento hasta alcanzar la amplitud y la anchura de un movimiento floreciente.

Y luego, el segundo hito: nuevamente percibir lo que Dios quiere en esta nueva situación. El P. Kentenich esperó e intentó hasta 1935: Debemos construir un contrafuerte contra el nacionalsocialismo, construir un amplio movimiento de peregrinos. Pero entonces se dio cuenta de que el nacionalsocialismo iba a inundar Alemania. Se da cuenta: ¡Debemos asegurar la supervivencia, fortalecer las raíces! Asegurar la escuela del amor renovando la consagración a la Virgen, ¡profundizar el amor bajo el signo del seguimiento de la cruz!

La iluminación del rostro del Padre

Lo que me gusta especialmente de nuestra imagen navideña es que, cuando san José ilumina el establo, también se ilumina su propio rostro. En la búsqueda de la voluntad de Dios, el rostro de nuestro Padre brilla para la familia, y su propia posición en la familia brilla para él según el misterioso plan de amor de Dios. Un movimiento tan diversamente estructurado necesita un centro personal. El apego a él pasa a primer plano en la lucha por el 20 de enero, en la lucha por su liberación, en la oración por el milagro de la Nochebuena. A partir de entonces, una luz resplandece en el rostro de san José y ahora en el de nuestro fundador como figura paterna.

El muro

Y luego la salida de Dachau: hacia el tercer hito. La nueva confirmación divina que nuestro Padre experimentó en Dachau, cómo Dios no solo lo preservó a él, sino que también bendijo a Schoenstatt, llevó a una decisión fundamental: No podemos seguir guardando el don de Schoenstatt para nosotros, debemos llevarlo al mundo entero. Así que ahora debemos salir al ancho mundo, fundar santuarios y llevar Schoenstatt ante la autoridad eclesiástica, ¡a la Iglesia! Pero hubo una disputa y finalmente un rechazo. En la carta del 31 de mayo de 1949 hablaba de un muro de pensamiento mecanicista que bloqueaba el trabajo de María, el desarrollo de su escuela de amor desde el santuario.

Aquí, en la imagen de Navidad, vemos este muro cerca del establo: para mí es como un símbolo de este muro ante el que se encuentra la Mater. Entonces: profundizar la escuela de amor bajo el signo de la cruz en la lucha por la misión del pensar, vivir y amar orgánicos. Y la dura consecuencia es el exilio del fundador. Los obispos, el P. Tromp, el Santo Oficio. En realidad, en Milwaukee ocurrió lo contrario: Precisamente a causa del exilio, fue trasladado de nuevo al centro como padre.

Un «Milagro de la Nochebuena» el 24 de diciembre de 1965

Luego, el cuarto hito: ¡la vuelta a casa! Audiencia con el Santo Padre, ¡milagro de la Nochebuena del 24 de diciembre de 1965! Miramos la imagen de nuestro Padre en el Santuario Original: ¡Qué habrá pasado por su corazón después de estos largos años de una historia llena de acontecimientos, desde la primera mirada a la capilla del viejo cementerio con la pregunta: «¿Es éste el lugar para la misión de la Mater?» ¡Tantas luchas difíciles, tanto heroísmo de fe hasta este milagro de la Nochebuena! ¡La iluminación de esta historia santa en el rostro de nuestro Padre Fundador! Sí, así lo vivimos y así lo conocí: en sus charlas, no tanto en los encuentros personales, sino en las grandes conferencias y retiros.

El artículo continúa. En breve publicaremos la segunda parte.

Traducción: Enrique Soros

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