Ante la vida de santidad de don Joao Pozzobon, en su entierro, su confesor afirmó que lo canonizaría “hoy mismo”

Al cumplirse otro año del fallecimiento del diácono don Joao Pozzobon, quien fuera el iniciador de la Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt, la Hna. M. Nilza comparte una reflexión sobre este padre de familia y misionero, que recorrió 140.000 kms. llevando la imagen de la Virgen a un millón de personas.
Hna. M. Nilza

El 27 de junio, recordamos la muerte del diácono Joao Pozzobon. Era un jueves por la mañana, alrededor de las 6:30, cuando hizo su habitual peregrinación al Santuario de Santa María para participar en la Santa Misa. Debido a la intensa niebla, habitual en esta época en la zona, no vio un camión que circulaba a gran velocidad y fue atropellado. Aunque fue atendido inmediatamente, murió con mucho dolor.

La noticia de su muerte se extendió inmediatamente por todo Brasil y por otros países.

El obispo de su diócesis, Dom Ivo Lorscheiter, viajó más de 2.000 kilómetros para celebrar la Misa de funeral.

¿Por qué tanta gente quería estar allí?

 

Todo el mundo quería rendir su homenaje a este hombre de Dios. Fue un padre de familia ejemplar, un profesional honesto, un cristiano coherente, un schoenstattiano que vivió fielmente la espiritualidad legada por el Padre Kentenich y que dejó un aporte incomparable para que la Obra de Schoenstatt siga cumpliendo su misión en la Iglesia: la Campaña de la Virgen Peregrina.

Todos queriam trazer sua homenagem a esse homem de Deus. Um pai de família exemplar, um profissional honesto, um cristão coerente, um schoenstattiano que viveu fielmente a espiritualidade legada pelo Pe. Kentenich e que deixou uma colaboração incomparável, para que a Obra de Schoenstatt continuasse realizando sua missão na Igreja: a Campanha da Mãe Peregrina de Schoenstatt.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Recordar la muerte de don Joao es dar gracias a Dios por su vida

Recordar el paso de don Joao al Padre, es confiar en la comunión de los santos y pedirle al diácono que interceda por nosotros y por la Campaña que él inició, para que también hagamos del Santuario nuestra escuela de santidad y vivamos la Alianza de Amor con todas sus consecuencias. Que también de nosotros se pueda decir lo que dijo el P. Aquiles Rubin en el día del entierro de don Joao: «Si se tratara de canonizarlo mañana, ¡lo canonizaría hoy!»

Si reflexionamos sobre el peso de estas palabras que salen de la boca y del corazón del confesor de Joao Pozzobon, es natural que surja en nosotros la pregunta: ¿Qué estoy haciendo por la canonización de Pozzobon?

Cada uno de nosotros puede colaborar en ello: distribuyendo novenas, pidiendo gracias por su intercesión e informando al Secretariado; dando a conocer a Pozzobon y esforzándonos por aprender de él y vivir entregados como él vivió.

Canonizar a don Joao es rendir un himno de gloria al Dios trino por las grandes cosas que hizo en su vida este ejemplar padre de familia, este misionero completamente dedicado al prójimo. Es alabar a la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt por su presencia activa en el Santuario como educadora, y mostrar a los hombres y mujeres de hoy que el Espíritu santificador sigue actuando a través de la Alianza de Amor; es reconocer el santo fundamento de la Campaña de la Virgen Peregrina y ofrecer a los padres y madres de familia un modelo para sus vidas.

Es mucho más de lo que podemos imaginar.

¡Participemos de esta causa!

 

 

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