Esta semana una sorpresa inundó los corazones de un grupo de jóvenes seminaristas de los Padres de Schoenstatt con profunda alegría. Sin esperarlo, fueron recibidos por el Papa Francisco durante la Audiencia General del miércoles 7 de febrero. Lucas Botassio, miembro del curso, cuenta la sorpresa que se llevaron al final de la catequesis del Papa:

Mi curso estaba en Roma esos días para finalizar un período de formación interna de nuestra comunidad de Padres de Schoenstatt y vimos que era posible solicitar la participación en esta audiencia. Enviamos una carta a la secretaría del Papa, presentándonos como seminaristas de Schoenstatt, y solicitamos el acceso al Aula Pablo VI para la audiencia.

Nos alegramos mucho cuando recibimos la respuesta confirmando nuestra participación, de tal forma que todos mis hermanos de curso pudieron estar presentes: Gergely Palásthy (Hungría), Johannes Korn (Alemania), Bernardo Rocha e Melo (Portugal), Joshua Parker (EE.UU.), Rodrigo Fernández (México), Héctor Islas Becker (México), Cristhian Silva (Paraguay), Gustavo Ceccon Guimarães (Brasil), yo mismo, Lucas Botassio (Brasil) y el P. Víctor Pérez, que es nuestro formador, de Chile.

La bienvenida del Papa durante la audiencia

Llegamos con suficiente antelación para unirnos a la fila, que pronto se hizo enorme. Cuando entramos en el Aula Pablo VI, entregamos a la Guardia Suiza la invitación que nos daba acceso a la audiencia y nos colocamos muy cerca del escenario. Al final de la catequesis, el Papa dirigió unas palabras de bienvenida a los distintos grupos que se habían inscrito y, de repente, ¡nos saludó también a nosotros! Fue una gran alegría oírle darnos la bienvenida a Schoenstatt, algo que realmente no esperábamos.

¿Schoenstatt? ¡Vengan rápido!

Como si este regalo no fuera suficiente, de pronto se acercaron unos guardias que preguntaron: «¿Schoenstatt?» y dijeron: «¡Vengan rápido!». Nos pusimos de pie sin entender qué pasaba y los seguimos hasta la escalinata del Aula Pablo VI, justo delante del escenario.

Ya no podíamos contener nuestra alegría, porque nos habíamos dado cuenta de que estábamos con los grupos invitados al «bacciamano» del Papa y que en pocos minutos pasaría cerca de nosotros. Llegó con la ayuda de un secretario, que lo llevaba en su silla de ruedas y pasó lentamente junto a nosotros, bendiciendo las imágenes de la Virgen Peregrina que llevábamos, recibiendo nuestros apretones de manos y abrazos y deteniéndose para tomarse una foto con todo el curso de seminaristas. Nos contó la “clásica” anécdota de que él también tiene una Virgen Peregrina en su habitación, regalo del P. Alexandre Awi Mello, y que reza delante de ella todos los días.

Abrazos como al ganar un campeonato

Salimos de la sala incrédulos por lo que había sucedido, abrazándonos como quien acaba de ver a su equipo ganar el campeonato. Si el tema de la catequesis debe combatir el vicio de la tristeza, nos fuimos de la audiencia con el testimonio de un pastor que se alegra de verdad de la actitud del encuentro.