Este año, el Instituto de Familias de Schoenstatt ha vivido un momento de profunda gracia al renovar, desde cada comunidad parcial, la Alianza filial con nuestro Padre José Kentenich, en conmemoración de los 40 años de aquella primera alianza realizada en 1985.
Fue un gesto sencillo y lleno de hondura espiritual, un volver al origen, a esa corriente de amor filial que nos une como familia y nos impulsa a vivir con fidelidad creativa el carisma que nuestro Padre nos confió.

Esta renovación no fue solo un acto conmemorativo. Fue, ante todo, una experiencia viva de gratitud, pasión y esperanza.
Gratitud por el pasado, por tantos matrimonios y familias que, a lo largo de estas cuatro décadas, han encarnado el ideal de la santidad conyugal y familiar, siendo reflejo del amor de Dios en medio del mundo.
Pasión por el presente, por seguir haciendo vida el carisma de nuestro Padre en los desafíos actuales: en la educación de los hijos, en la vida profesional, en el compromiso eclesial y social. Y esperanza para el futuro, porque sabemos que la Alianza sigue siendo fuente de fecundidad apostólica y camino seguro para la renovación de la Iglesia y del mundo.

En tiempos de cambios rápidos y de incertidumbre, el seguimiento fiel del carisma del Padre Kentenich se muestra más actual que nunca. Su visión profética de una Iglesia viva, familiar, arraigada en lo humano y abierta a lo divino, continúa siendo una respuesta concreta al hombre y la mujer de hoy. Renovar la Alianza de forma comunitaria es renovar también nuestro compromiso de pensar, amar y vivir como nuestro padre y fundador, en íntima comunión con María y al servicio de la misión que Dios nos confía.
Que esta celebración nos impulsa a seguir caminando con el corazón agradecido, la mirada encendida y la voluntad disponible, seguros de que el futuro se forja en alianza.
