Entre los schoenstattianos convocados a la Asamblea Sinodal está Mons. Ramón Alfredo de la Cruz Baldera. Es Obispo de San Francisco de Macorís, en la República Dominicana, y pertenece al Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt.
Según Mons. Ramón Schoenstatt y la Alianza de Amor pueden ser muy relevantes en el contexto del Sínodo. Quiere transmitir el carisma del P. José Kentenich en la Asamblea y, en particular, ayudar a formar la Iglesia de las “nuevas playas”.
La XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos tendrá lugar en dos sesiones, con un año de intervalo: la primera del 4 al 29 de octubre de 2023, la segunda en octubre de 2024.
A continuación, la entrevista completa con el obispo Ramón Baldera:
¿Cómo fue para usted recibir este llamado y qué aporte espera llevar al Sínodo de la Sinodalidad?
Recibir un llamado para participar en el Sínodo ha sido una señal de nuestro Señor Jesús para colaborar con la construcción de la iglesia de las nuevas playas. Apenas recibí la confirmación de mi participación como delegado pensé que había llegado el momento de hacer sentir la voz profética del Padre Fundador cuando él soñó la iglesia del futuro. Creo que si el padre Kentenich estuviera vivo hubiese apoyado de manera decisiva al Papa Francisco en esta gran misión de renovación y animación eclesial.
Mi aporte en el encuentro sinodal podría centrarse en fomentar el diálogo fraterno, la comprensión de que este proceso es obra del Espíritu Santo y que él es el protagonista en cualquier decisión que se tome. Trataré de tener siempre presente la propuesta del P. Kentenich, de una Iglesia, que desde diferentes formas de vida y de pensar, formamos un solo cuerpo místico y a la vez, una iglesia que camina unida hacia la morada del Padre.
Como miembro del Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, ¿cree que su experiencia de la Alianza de Amor puede ayudar en el sínodo? ¿De que forma?
La experiencia en el Movimiento de Schoenstatt y la Alianza de Amor podría ser muy relevante en el Sínodo. La Alianza de Amor promueve una relación personal con la Virgen María y con Dios, y esa espiritualidad podría ofrecer perspectivas únicas sobre cómo renovar y fortalecer la Iglesia desde dentro. No podemos olvidar que en medio de los grupos de reflexión, en las discusiones y puesta en común, la Virgen debe estar presente. Su amor maternal debe fortalecer nuestra vinculación fraternal.
En su opinión, ¿cuál es el mayor desafío de este Sínodo?
Uno de los mayores desafíos del Sínodo podría ser la búsqueda de un consenso sobre temas polémicos dentro de la Iglesia. La polarización entre diferentes corrientes de pensamiento podría hacer que encontrar un pensamiento común sea complicado. Sin embargo, el Santo Padre nos ha hecho más conscientes de que el Sínodo no es un parlamento, es un encuentro de hermanos entre hermanos. Que debemos ser reflejo de aquella unidad a la cual Jesús nos invita e interpela: “que todos sean uno” (Jn 17, 21). Otro desafío es comprender a aquellos que esperan una respuesta de la iglesia en fidelidad con la doctrina y la tradición. Soy consciente que este miedo a lo nuevo siempre nos complica, pero quiero hacer mías las palabras del Señor: “Animo, que soy yo, no tengan miedo” (Mt. 6,50)
Ante tantas polarizaciones, ¿cómo piensa buscar el equilibrio y el discernimiento necesarios para las reflexiones?
Ante las polarizaciones, buscar el equilibrio y el discernimiento podría implicar abrir espacios para el diálogo sincero, escuchar múltiples perspectivas y emplear un discernimiento informado desde la teología, la tradición y las realidades actuales de la Iglesia y el mundo. Hay que detenerse a escuchar.