P. Eduardo Aguirre
Mario Hiriart: Venerable Siervo de Dios
La causa de beatificación de Mario Hiriart en una primera fase diocesana se abrió oficialmente en Santiago de Chile el 20 de octubre de 1998. La misma se cerró el 2 de septiembre de 2004, y se envió a Roma toda la documentación a la Congregación para la causa de los Santos.
Durante la segunda etapa, la fase romana del proceso se extendió por varios años y finalmente el 21 de febrero de 2020 el Papa Francisco declaró “Venerable Siervo de Dios” a Mario Hiriart . Esto significa que la Iglesia considera que Mario:
- Vivió, tanto a nivel personal, familiar, profesional y apostólico, dejándose animar por el Espíritu Santo.
- En todo su actuar ha estado guiado por la fe, animado por la caridad y sostenido por la esperanza.
- Practicó las virtudes cardinales y las demás virtudes en forma ejemplar y heroica.
- Desarrolló las virtudes cristianas de una manera constante, fiel y alegre según su estado de vida y de acuerdo con sus tareas. Todo ello en medio de los desafíos y dificultades de la vida cotidiana y del ambiente en el que le tocó actuar.
- Todo lo vivió de manera extraordinaria y en una medida superior a la de sólo un buen cristiano en sus mismas condiciones.
Mario Hiriart: Madera de Santo
La Iglesia también reconoce y afirma que Mario tiene madera de santo’ y que su vida es ejemplar para todo cristiano, especialmente para los laicos, en medio del mundo.
Actualmente, sólo falta la comprobación de un milagro ocurrido por la intercesión de Mario para que pueda ser declarado Beato. Luego, con un segundo milagro podría ser canonizado y celebrado como santo en toda la Iglesia universal.
El reconocimiento por parte de la Iglesia de la ejemplaridad de Mario para nuestro tiempo, nos ofrece un modelo preclaro de vida laical en medio del mundo. También, significa un gran estímulo en la aspiración a los ideales y el compromiso con la misión, según el carisma de Schoenstatt.
Mario Hiriart vivió con profundidad la Alianza de Amor, madurando en su amor a María, a la que llegó a entregarse con un profundo amor filial, cálido, íntimo, hasta el ofrecimiento de su vida. Se arraigó profundamente en el Santuario de Bellavista, que pasó a ser su hogar espiritual y la fuente de gracias en su lucha por la santidad.
Con lo expresado anteriormente, Mario se identificó plenamente con el carisma de Schoenstatt y lo asumió como su misión de vida. Esto lo llevó a consagrarse como laico en los Hermanos de María, buscando a cada paso ser un instrumento en las manos de la Mater.
Santidad laical y apostólica en el mundo actual
Como resultado de esto, Mario Hiriart ganó una clara percepción de los desafíos de su tiempo y de la misión que tiene la Iglesia de evangelizar la cultura actual. Él se identificó totalmente con la visión profética del Padre Kentenich, que afirma que el tiempo actual requiere santos laicos, que con su actuar y compromiso, santifiquen la sociedad y la cultura.
Al conocer más a fondo la espiritualidad y pedagogía de Schoenstatt, creció su admiración hacia el Padre fundador – a quien encontró personalmente el año 1948 y en las siguientes visitas del P. Kentenich en Chile – y a quién llegó a considerar una figura carismática, profética para nuestro tiempo. En la medida en que se vinculó personalmente con él, se reconoció como su discípulo e hijo espiritual.
Poco antes de la muerte de Mario en Milwaukee, el Padre Kentenich le comentó al P. G. Boll: “Mario es un hombre extraordinario, yo diría que es el ideal del hombre varonil, el que queremos formar en Schoenstatt; claro en la inteligencia, fuerte en la voluntad y con una profundidad en la vida afectiva y sobre todo, con una profundidad de alma, penetrado por la gracia de Dios.”
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