La marcha de victoria de la MTA en EEUU

Hna. M. Isabel Bracero

El 5 de junio de 1948, cuando el Padre Kentenich visitó EE.UU. por primera vez, perdió su vuelo de Miami a Chicago. Ya estaba embarcando en el momento de su llegada a Miami y al intentar pasar rápidamente por la aduana, no lo consiguió por problemas con el pasaporte. En su lugar, visitó a los jesuitas en Miami y llegó a Chicago esa misma tarde. Con ello comenzó la Mater a glorificarse en formas grandes y pequeñas en un viaje de poco más de tres meses con varias visitas y numerosos escritos de las observaciones y reflexiones del Padre Kentenich.

Hoy, 75 años más tarde, conmemoramos y agradecemos al Padre Kentenich por su valentía de llevar la marcha de victoria de la MTA a Norteamérica, tan poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial. La fecundidad de su primera visita a los EE.UU. se vio cinco años más tarde, cuando el 20 de junio de 1953 – hace setenta años – tuvo lugar la bendición del primer Santuario en los EE.UU., en Madison, uno de los primeros lugares que visitó en 1948.

La siguiente reflexión histórica nos da una idea del impacto de sus viajes y percepciones.

 

Conexión 1948 – 1953

A medida que se abrían las puertas para que el Padre Kentenich viajara a los Estados Unidos, también comenzó a considerar el servicio que podría ofrecer a la Santísima Virgen, a Schoenstatt, y a la Iglesia. En una carta fechada el 29 de diciembre de 1947, escribe:

La Santísima Virgen ha comenzado su marcha victoriosa en y a través de la Familia de Schoenstatt. Con el cetro en la mano reinará también en casa [en Alemania], no sólo porque así está en el plan de la Divina Providencia, sino también porque ha formado instrumentos tan útiles a través de sus años de trabajo como educadora; instrumentos que son capaces de cumplir la tarea que Ella tiene en mente mientras permanezcan interiormente dependientes de [María,] su educadora y maestra talladora; y recuerden siempre que tenemos una misión que es eminentemente mariana. La vieja Europa ha abandonado y perdido su fundamento -Cristo- y por eso está tan profundamente sacudida. Sólo Cristo es la respuesta a todos los problemas de nuestra vida y de nuestro tiempo (Padre Kentenich, Carta desde Suiza, 29 diciembre 1947).

Permaneció en Sudáfrica hasta el 4 de abril de 1948. El 6 de marzo bendijo cuatro piedras angulares para futuros Santuarios de Schoenstatt. No sabemos si una de esas piedras angulares estaba destinada o no al primer Santuario filial de los Estados Unidos, pero sí sabemos que su intención estaba claramente definida.

… la razón por la que volé a [Estados Unidos] (…) Me dije: ‘Queremos ayudar a conquistar el mundo [para la MTA]’. Debemos tener en cuenta que las dos potencias mundiales actuales son Rusia y Estados Unidos. Si Schoenstatt quiere trabajar con grandes planes para la realización de su misión, entonces tenemos que llevar nuestro movimiento a Rusia y Estados Unidos».

Más tarde, en su Amerika Bericht escribió: «Si logramos que Schoenstatt se sienta en casa [aquí], entonces la MTA, con su gran misión para nuestro tiempo y sus manos abundantemente llenas, emprenderá con mayor facilidad y seguridad su marcha hacia la victoria en todo el mundo como educadora de las naciones».

En otras palabras, el Padre Kentenich quería evaluar la posibilidad de establecer la red de centros de vida de Schoenstatt: los santuarios, en suelo norteamericano.

Confianza en la MTA

El Padre Kentenich narra lo siguiente sobre su viaje del 5 de junio de 1953, a los EEUU. Sus palabras son un claro testimonio de confianza plena en la MTA—una gran lección sobre cómo mantener la calma, ser como los niños, y permanecer abiertos a la guía de Dios en medio de pruebas y dificultades.

Las dificultades ya habían empezado en Roma. (….) En Brasil tuve de repente la idea de que tal vez un nuncio papal simpatizante tendría la autoridad y la disposición para extender mi  pasaporte… Y de hecho, tanto el nuncio de Uruguay como el de Chile dijeron que estarían dispuestos a conceder inmediatamente esa prórroga por un año. A petición mía y para no perder ni un solo mes, quisieron esperar hasta finales de julio para que el pasaporte estuviera asegurado hasta julio de 1949. Dicho esto, partí con buen ánimo hacia los Estados Unidos el 4 de junio… El vuelo transcurrió sin incidentes y el avión aterrizó en suelo norteamericano al día siguiente (5 de junio de 1948) en Miami.

Me acerqué a la aduana y me moví a prisa para poder tomar el avión a Chicago que ya estaba por salir a tiempo. Entonces me dijeron: el pasaporte ya ha caducado y, en consecuencia, no es válido. Intenté demostrar lo contrario con los documentos que tenía a mano. El pasaporte era válido hasta el 31 de julio y hoy sólo era 5 de junio. Resulta que, según la ley en Estados Unidos, todos los pasaportes se consideran vencidos dos meses antes de la fecha de caducidad. Como ya era 5 de junio, el pasaporte ya no tenía valor desde hacía cinco días. Todavía me río cuando recuerdo aquella situación. El funcionario utilizaba con frecuencia la palabra cancelado. Yo no tenía ni idea de lo que significaba cancelado y sólo podía asociarla con la palabra canciller. (…) Una vez la situación empeoró, recé para en mi interior:

En tu poder y en tu bondad fundo mi vida.

En ellos espero confiando como un niño.

Madre Admirable en ti y en tu Hijo, en toda circunstancia,

creo y confío ciegamente. Amén.

 

Sin embargo, como no avanzábamos, pedí que me llevaran al consulado. En lugar de eso, dos oficiales de Pan American Airways vinieron en mi ayuda.

Mientras tanto, sin embargo, mi avión a Chicago hacía tiempo que había salido. A petición mía, el funcionario llamó a Milwaukee y les informó de mi nueva hora de llegada. Le ofrecí una propina, pero se negó a aceptarla, señalando la medalla que llevaba bajo la camisa y diciendo: «Soy católico». Otro funcionario me llevó en el auto de la compañía aérea unos 15 minutos hacia el interior de la ciudad, a una casa de los jesuitas, [en Miami]. Me quedé allí hasta la salida de mi vuelo, que era hacia la tarde. El funcionario se negó a aceptar ningún pago por el viaje y me pidió en cambio mi bendición para él y su familia. Fue mi primer encuentro con funcionarios de Estados Unidos.

(Fr. Kentenich, Amerika Bericht, 1948).

 

Conquistando su hogar

La visita del Padre Kentenich a los Estados Unidos duró del 5 de junio al 6 de septiembre de 1948. Durante este tiempo viajó 4,160 millas en avión y 8,410 millas en auto. En tres meses visitó cinco grandes ciudades (Miami, Chicago, Nueva York, Washington DC y Corpus Christi, Texas), sobrevoló cinco estados (Alabama, Georgia, Kentucky, Missouri y Tennessee) y viajó en auto por otros trece estados (Arkansas, Illinois, Indiana, Iowa, Minnesota, Nebraska, Nueva Jersey, Dakota del Norte, Ohio, Dakota del Sur, Virginia, West Virginia, y Wisconsin).

Lo primero en su lista de prioridades fue visitar el Seminario Palotino de Madison, que en aquel momento estaba bajo construcción. Quería visitar a sacerdotes vinculados a Schoenstatt, al igual que determinar si las Hermanas de María podían ser enviadas para suplir de personal al lugar. Necesitaba establecer contacto con el Obispo de Madison y con los Palotinos.

La diócesis de Madison acababa de establecerse en 1946. Cuando el Padre Kentenich visitó a su Obispo O’Connor, lo cual se llevó a cabo por lo menos unas dos veces durante el verano de 1948, el Padre pidió permiso para que las Hermanas se establecieran en Madison.

Semilla de un mundo nuevo

Durante su viaje, el Padre Kentenich escribió a Alemania diciendo que en los EE.UU. habría trabajo suficiente para 2,000 Hermanas de María. Las primeras Hermanas llegaron a Madison, Wisconsin, el 3 de noviembre de 1949.

Recordando el tiempo en que el Padre Kentenich visitó Madison en 1948, al Padre Boenki, uno de los Pallottinos alemanes, le gustaba compartir con las Hermanas cómo el Padre Kentenich parado frente al seminario—todavía en construcción—rezaba: «Construyan desde aquí un mundo nuevo». Con esta especie de bendición, la vida continuó desarrollándose en Madison, y desde allí, en los Estados Unidos.

Shrine MTA

Setenta años de celebración

Desde octubre 1952, día de la colocación de la piedra angular del santuario, hasta el 20 de junio de 1953, día de la dedicación del primer santuario en los EE.UU., las Hermanas, junto con los sacerdotes palotinos y los miembros del movimiento en la zona, trabajaron, se sacrificaron y rezaron por este desarrollo. Más historia y reflexiones serán compartidas en otro artículo.

El 20 de junio de 2023, el Obispo Donald Hying, de Madison, acompañará a la Familia de Schoenstatt de Madison en la celebración del 70 aniversario de este santuario.

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