La Familia de Schoenstatt de Buenos Aires realiza por primera vez Misiones Familiares

P. José María Iturrería

El fin de semana del 1 al 4 de mayo realizamos por primera vez las Misiones Familiares con la Familia de Schoenstatt de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en la localidad de Brandsen, con un grupo de más de 100 misioneros.

Tras un periodo de discernimiento y un tiempo de preparación, que no fue muy largo, pero si muy intenso, nos decidimos a vivir esta experiencia transformadora que nos une como Familia y que nos hace ser, en palabras del Papa Francisco, “Iglesia en salida” que va al encuentro de los hermanos, llevando la presencia de la Virgen y regalando la alegría de la fe compartida. Así, quisimos hacer vivo el lema que nos inspiró esos días y evoca el año jubilar que vivimos y la esencia de lo que es misionar en familia: “Hogar en Alianza, enciende la Esperanza”.

Una experiencia sorprendente de sinodalidad

Ésta ha sido para nosotros una experiencia fundacional. Somos conscientes de que las Misiones Familiares son una corriente de vida que lleva ya 26 años ininterrumpidos de misiones en Argentina y se han multiplicado y dado fruto a lo largo y ancho del país. Por eso queríamos hacer también nosotros la experiencia de vivirlas en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y ofrecerlas como un camino para contagiar y fortalecer la fe de las familias, especialmente las familias jóvenes y con niños.

Algo asombroso es que pudimos recibir el regalo de compartir la alegría de la vocación misionera Familiar uniendo todas las edades y todos los estados de vida en una profunda vivencia de comunidad: familias con niños, jóvenes y adultos mayores, laicos y consagrados, miembros de la Familia de Schoenstatt de Belgrano, de Confidentia, de Zona Mater, de La Plata y de San Isidro, incluso con la compañía de la Campaña del Rosario y de la comunidad parroquial de la localidad de Bransdsen. Y esto sin dejar de mencionar que compartimos el acompañamiento de las Misiones los Padres de Schoenstatt, la Federación de Presbíteros de Schoenstatt y las Hermanas de María. Incluso incorporamos a la comunidad a una Religiosa de la Compañía de María que quiso sumarse esos días como una misionera más. ¡Toda una experiencia de sinodalidad!

Adriana Guerra, de Belgrano, nos cuenta: “Desde mi época de juventud que no iba a misionar. Hoy, con 56 años, ya pensaba que quizás se me había pasado el momento. Las misiones generalmente son de jóvenes. Pero Schoenstatt me ofreció la posibilidad de volver a misionar. Fue una doble experiencia: compartir con la gente del lugar, pero a la vez crear vínculos familiares, vivir un mismo espíritu de comunidad con un ideal compartido rezado y vivido…Y, como tanto cantaron y cantaron los jóvenes: “Y así descubrir ese fuego que grita en el alma «Soy misionero.»

Una experiencia renovadora y llena de alegría

Creo que esta experiencia de comunión eclesial y familiar fue algo extraordinario. Una gracia particular que entiendo Dios nos quiere regalar en este tipo de vivencias misioneras, que por otra parte son expresión palpable, vital y concreta, de lo que la Familia de Schoenstatt aspira a ser como carisma en el seno de la Iglesia. Porque de esto se trata: de poder vivenciar en lo concreto de una experiencia apostólica que significa ser familia, compartiendo la fe y la vida cotidiana. Asi nos unimos en los momentos de oración, las comidas y el trabajo doméstico; en la labor misionera de visitar los vecinos casa por casa, el hospital, el hogar de ancianos y la plaza, saliendo al encuentro de los demás, sean niños, jóvenes o ancianos, sanos o enfermos, junto a la imagen de la Virgen Peregrina de Schoenstatt.

Maríla y Antonio Laquaniti, matrimonio misionero de Confidentia, dicen: “¡Fue una experiencia renovadora y llena de alegría! Con el rol que nos tocó llevar a cabo, pudimos ser testigos de la providencia de Dios y la generosidad de todos los que apoyaron estas misiones. Resaltamos la buena predisposición de todos, tanto niños como jóvenes y adultos, para salir al encuentro de la gente de la comunidad, con entusiasmo y entrega. Esperamos que los vínculos creados puedan fortalecerse ¡Nos encantó ser parte!”

Una sorpresa de la Providencia: Las reliquias de una familia santa

En lo personal me ha resultado sorprendente como la Providencia acomodó las cosas para que pudiéramos llevar con nosotros en esta misión las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús y de sus padres, Santos María Celia y Luis Martin, quienes fueron canonizados como matrimonio. En fin, la Patrona Universal de las Misiones y un Matrimonio Santo. Esas mismas reliquias peregrinaron por las calles de Brandsen con la compañía de las comunidades parroquiales en el día que, providencialmente, se juntaban el obispo diocesano y las comunidades religiosas de la diócesis en el Carmelo de Santa Teresa ¡que está allí mismo en Brandsen!

Las monjas carmelitas agradecidas de recibir las reliquias junto a la visita de los misioneros y el obispo. Para concluir la peregrinación, que había salido de la parroquia central de Brandsen, culmino con la misa presidida por Mons. Juan Ignacio Liebana en la parroquia “Santa Teresita del Niño Jesús”. ¡Santa Teresita recibió a Santa Teresita!

María José Esposito, de Belgrano, resume: “Fueron apenas cuatro días, pero cargados de vida, de Dios, de entrega, de encuentro. Lo que más me impactó fue la alegría con la que se vivía cada jornada. Desde los más chiquitos, hasta los mayores de más de 80, todos salíamos con entusiasmo a misionar. Éramos familias enteras, jóvenes, matrimonios, consagrados, unidos en una misma misión. Se respiraba un ambiente de fraternidad, de comunidad viva. Las oraciones con el Santísimo eran el corazón de cada día: nos cargaban el alma para salir a darlo todo junto con los envíos. Vuelvo de esta misión con el corazón ensanchado.”

La alegría y la sintonía que experimentamos en esos días son difíciles de explicar. Se entienden realmente cuando se viven. Y son fruto, lo repito, de una gracia particular que la Mater nos regala en estas experiencias porque, interpreto, quiere animarnos a ser “discípulos misioneros” y “peregrinos de esperanza” sostenidos en la Alianza de Amor y en la experiencia de ser Familia, para regalar eso mismo que por carisma experimentamos a tantos que lo buscan y necesitan.

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