Aporte novedoso de Schoenstatt a la política de Costa Rica

Mayi Antillón Guerrero

El Movimiento de Schoenstatt en San José, Costa Rica, da vida a la conformación de un grupo de laicos, de católicos comprometidos que sienten la vocación de servicio público, de aquellos que sienten el llamado a servir dentro de la función pública, dentro del quehacer de la política.

Estar en la política es una tarea solitaria y dura

Ocupando posiciones de liderazgo como diputada y ministra de Estado en dos ocasiones, la soledad, la falta de a quién recurrir, a quién preguntar sobre ciertos temas de fe, fue una constante para mí. Esta iniciativa impulsada por el Padre José Luis Correa, asesor del Movimiento en Costa Rica, fue una respuesta a esta necesidad que vivimos los católicos en política, de recibir palabras de ánimo para quienes estamos en el frente de batalla, porque la labor es ardua, comprometida, y altamente desgastante y solitaria.

Mi misión no era volver sino acompañar a otros políticos

Luego de ocupar los cargos mencionados, y con mucho discernimiento con el Espíritu Santo, entendí que mi llamado no era para regresar a la política partidista, sino más bien utilizar mi experiencia y conocimientos adquiridos para la preparación de relevos, para darles ánimo de que no estarían solos, sino que formarían parte de una comunidad de la que participarían otros laicos que vivimos algo similar; y que les estaríamos apoyando.

Mis principios schoenstattianos me gritaban las lecciones aprendidas de nuestro Padre fundador, el Padre José Kentenich, de desarrollar vinculaciones profundas creando comunidad, inspiradas en la conducción de Dios para glorificar esa misión de vida que se nos ha encomendado.

Reuniones virtuales con personalidades de la Iglesia

La pandemia nos ha obligado a mantenernos comunicados a través de mecanismos tecnológicos como es el WhatsApp y es desde ahí, donde el grupo empezó a tener su propia personalidad y dinamismo.

Cada dos o tres meses  hemos podido reunirnos  virtualmente en espacios de reflexión con un invitado providencial que el Espíritu Santo  nos ha enviado. Ellos nos han dado luces e inspiración para el trabajo de los que están o estarán en esa primera línea para administrar el futuro de Costa Rica.

Es así como hemos tenido la bendición de escuchar a Monseñor José Manuel Garita, presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica; Monseñor Vittorino Gerardi, obispo emérito de Tilarán-Liberia; Monseñor Javier del Río Alba, arzobispo metropolitano de Arequipa, Perú y más recientemente, el pasado 2 de noviembre, tuvimos la bendición de recibir a Monseñor Ángel San Casimiro, obispo emérito de Alajuela.

Todas las intervenciones han sido extraordinarias, todas nos han recordado la obligación del laico de participar en el espacio por naturaleza para servir, y servir a los más necesitados, como debe ser la acción política.  Por esa razón, me detendré brevemente a resaltar algunas reflexiones de Monseñor Ángel, toda vez que estamos a poco más de dos meses del proceso electoral en el país, por lo que sus consejos cobran un altísimo sentido de oportunidad para los nuevos aspirantes.

Principios guía para todo político

Comentó Monseñor Ángel, con su voz fuerte y vehemente las siguientes palabras que aún resuenan en mí:

Un cristiano que se afilia a un grupo político y quiere vivir allí consecuentemente su fe, esperanza y caridad, sepa que puede aportar, según mi entender, las siguientes riquezas:

1.- Una postura humanizadora, cuando el partido caiga en un burocratismo inhumano.  Recordemos: “La persona humana siempre debe estar en el centro de toda política”.

2.- Una postura de honrado servicio al bien común, cuando el partido busque primordialmente sus intereses particulares.

3.- Una postura crítica transformadora, cuando el partido haga caso omiso de las necesidades reales del pueblo

4.- Una postura sanamente relativizadora, cuando el partido se cierre con dogmatismos.

5.- Una postura de sana utopía ya que los valores del Reino de Dios pueden convertirse hasta de punta de lanza de los mismos partidos políticos.

Finalmente, pregunto, ¿Qué debe hacer un cristiano que un día llegue al poder y ejerza la acción política?  Se me ocurren estas actitudes:

1.- Influir fuertemente para cambiar las estructuras sociales injustas.

2.- Ha de evitar la acumulación de la riqueza en pocas manos.

3.- Impedir que las decisiones socioeconómicas sean monopolizadas por un solo grupo.

4.- Intentar un reparto equitativo de las cargas fiscales.

5. Trabajar constantemente para que el pueblo alcance un nivel de bienestar, de cultura y de conciencia ciudadana solidaria.

Potenciar los valores del cristianos

Al día de hoy nuestro grupo ya llega a 40 participantes, habiéndose reforzado la participación de nuevos aspirantes a la acción política, laicos realmente comprometidos con su vocación de servir. Muchos de ellos, se han sentido atraídos a trabajar en un espacio común que no tiene color político, pero sí tiene un objetivo único:  Llevar la palabra Dios y sus valores al centro de las grandes decisiones del país. Interesante resaltar entonces que en nuestro grupo hay al día de hoy seis candidatos a la vicepresidencia de la República y 20 candidatos a diputados. Pero además, hay jóvenes dirigentes estudiantiles que han iniciado sus pasos en los campos universitarios con la defensa ferviente de nuestros principios y valores cristianos. La tarea de relevos no debe cesar nunca.

¡No te olvides que te he llamado por tu nombre!

 

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