El 20 de noviembre celebramos el 70 aniversario de la muerte de la Hna. M. Emilie Engel, festejamos su “dies natalis”, su día de nacimiento para el cielo.
¿Nacer para el cielo?
El término latino “dies natalis” significa literalmente “día de nacimiento”. Desde una perspectiva cristiana se suele asociar esta expresión al nacimiento para la vida eterna, dado que la fe nos enseña que la vida no concluye con la muerte, sino que llega a su plenitud después de ella, en el encuentro eterno con Dios.
En el caso de los santos, beatos y venerables siervos de Dios, su dies natalis, su nacimiento para el cielo, significa, a la vez, un modo nuevo pero muy concreto de continuar su misión, de seguir regalándonos el resplandor de la luz de Dios de una manera aún más intensa que cuando vivían en la tierra.
Emilie Engel y su percepción de la vida eterna
El pensamiento de una vida más allá de la muerte está muy presente en la Venerable Emilie Engel. Desde pequeña se familiariza con la realidad de la eternidad: sobre la puerta de entrada de su casa paterna –construida en un antiguo estilo alemán de entramado de madera– se encuentra una frase que, desde hace muchas generaciones, da testimonio de la profunda fe de la familia Engel: “Mientras estoy saliendo y entrando, la muerte me está esperando”. Es probable que esta idea haya poblado la fantasía infantil de la pequeña Emilie fortaleciendo su fe en la vida eterna; probablemente también infundiéndole algo de temor frente al juicio de Dios después de la muerte.

Sin embargo, en la madurez de su vida, la percepción que Emilie Engel tiene de la muerte y de la eternidad es completamente distinta a la de sus años de jueventud. La alianza de amor con la MTA y su vida en la comunidad de las Hermanas de María cambian su modo de relacionarse con Dios. El temor frente a la Justicia divina va cesando para dar paso a la absoluta confianza en la gratuidad de su amor de Padre.
Del temor a la confianza
El proceso interior de la Hermana Emilie, su crecimiento hacia una confianza radical y liberadora, se hace visible en muy diversos aspectos de su vida. En referencia a la muerte, en 1935 ya se percibe un cambio que testimonia la transición del temor a la confianza. En una oración de entrega, en medio de sus primeros síntomas de una tuberculosis que la marcará de por vida, escribe: «Quiero vivir y morir en la confianza heroica, si Tú deseas tal grado de confianza por parte de tu hija.» El 20 de noviembre de 1955 Dios acepta definitivamente esa entrega.
En marzo de 1945, en el caos del final de la Segunda Guerra Mundial, Emilie se prepara interiormente para la posibilidad de morir. En sus escritos ya no se percibe huella alguna de su antiguo temor al castigo divino o a la muerte. La posibilidad de morir de forma repentina no la inquieta más, por el contrario, se alegra pensando en la posibilidad de seguir trabajando desde el cielo “en la gran obra de Schoenstatt, para la glorificación de Dios”. Le pide a María que la tome de su mano para que, junto con ella en el cielo, pueda “alabar por toda la eternidad la misericordia y la bondad de Dios”. Y continúa escribiendo: “Muero serena en el espíritu de la obediencia filial”. En la manera de expresarse propia de Emilie “obediencia filial” resume la confianza de la cual brota su calma y seguridad. La espiga madura que se doblega para regalar su semilla -un símbolo que a Emilie le gusta mucho- expresa la actitud sencilla y llena de confianza con la cual se inclina ante el deseo y la voluntad de Dios pronunciando un alegre “Ita Pater”, sí, Padre.

Diez años después, el 12 de octubre de 1955, ante la evidente cercanía de su muerte, Emilie recibe el sacramento de la unción de los enfermos administrado por su hermano sacerdote, el P. Antonio Engel. Lo acoge plenamente consciente, sabiendo que es su última preparación para inclinarse definitivamente, como una espiga madura, y celebrar su dies natalis, su nacimiento para el cielo. En esos días redacta un testamento espiritual que concluye con palabras que hablan del proceso de crecimiento en la confianza que la alianza de amor le permitió ir transitando: «Alabada sea la divina Providencia en mi vida. ¡Glorificada sea la misericordia de Dios y de la Madre de Dios…! Quiero alabar por toda la eternidad el amor misericordioso del Padre y de la Madre, ser un sacrificio de alabanza a su misericordia.”
Su misión para hoy
El 20 de noviembre recordamos el 70 aniversario del dies natalis de la Hermana Emilie. Un momento significativo que no sólo señala el día de su muerte sino, sobre todo, que marca el comienzo de su misión desde el cielo. La confianza sencilla que Emilie tenía en Dios resplandece en sus ojos hasta el momento de su muerte. Y sigue abriendo los corazones para Dios y para sus sabios planes.
El aniversario de la muerte de la Venerable Emilie Engel nos recuerda que su misión continúa desde el cielo: Emilie ilumina nuestro camino en la alianza de amor. Ella nos ayuda a crecer desde el temor hacia la confianza porque nos ayuda a creer que Dios es Padre y que guía nuestra vida con amor infinito. Emilie nos ayuda a madurar en la alianza de amor con María, a ser hijos del Padre, en Cristo y como Cristo. Lo que fue posible en la vida de Emilie, también es posible en nuestra vida, en alianza de amor.
Hna. M. Elizabet Parodi
Postuladora en la Causa de beatificación de la Venerable Emilie Engel

