Horizontes Verdes y mi Santuario Interior

Rosana Silva

En el mes en que celebramos la fundación de Schoenstatt, el P. José Kentenich nos invita a «cavar más profundo», a descender a las profundidades de nuestro ser para encontrar el santuario interior. En Japón existe una tradición milenaria llamada Shinrin-yoku (baño de bosque), que nos enseña a sumergirnos en la naturaleza con todos los sentidos.

El reto del bosque: un espejo para el alma

La idea del Shinrin-yoku es dar un paseo como si fuera una inmersión sensorial para absorber la atmósfera del bosque, del jardín o de la plaza. Los beneficios están demostrados: reducción del estrés, fortalecimiento del sistema inmunológico y mejora del estado de ánimo. Pero para un schoenstattiano hay una dimensión aún más profunda: la naturaleza como pedagoga de la Alianza de Amor.

Al contemplar el bosque, se nos desafía a:

Detenerse y contemplar: La naturaleza nos obliga a bajar el ritmo. Esto responde a la exigencia central de nuestra Alianza: la autoeducación y la vida de oración ferviente. Necesitamos «pausas verdes» para escuchar la voz de Dios.

Debemos ser orgánicos (cumplir la ley de la naturaleza): así como la naturaleza es un organismo vivo en el que todo está conectado (el árbol con el suelo, el musgo con la sombra), nuestra espiritualidad también es orgánica e integra la naturaleza y la gracia, lo natural y lo sobrenatural. Nuestra vida no puede estar fragmentada; el santuario y el mundo deben estar en sintonía.

Profundizar (en las raíces): un árbol es fuerte porque tiene raíces profundas y ocultas. El mes de la fundación nos invita a hacer lo mismo. El padre Kentenich nos enseñó: «Parece como si hubiera ángeles entre nosotros que nos dijeran: «Quítate las sandalias, porque el lugar donde estás es tierra santa» (Éx 3, 5). Así como el árbol resiste la tormenta, profundizar en nuestra vida espiritual es la condición para ser «instrumentos aptos» en manos de María. Es nuestro capital de gracias oculto, pero que sostiene toda nuestra misión y nuestro camino.

¿Por qué es importante vivir la «naturaleza en todos los sentidos»?

La naturaleza es la primera revelación de Dios. Nos ayuda a restablecer los vínculos esenciales: con nuestro cuerpo, con la creación y, en última instancia, con el Creador.

Al sellar la Alianza de Amor, decimos: «Nada sin ti, nada sin nosotros». La naturaleza solo puede darnos frutos si nosotros también ponemos de nuestra parte. La naturaleza es nuestra aula: nos enseña la fidelidad, el crecimiento silencioso y la belleza de la Divina Providencia.

En este mes en que celebramos el valor de la fundación, que encontremos en la quietud de la naturaleza la fuerza para profundizar y vivir nuestra alianza con la plenitud y la libertad de un bosque en crecimiento.

Invitación a la acción

Reserva 20 minutos: apaga tu celular y pasa un rato en el parque o en el jardín más cercano. Aprovecha ese tiempo para una oración contemplativa, viendo en la vida de la naturaleza un reflejo del amor de Dios.

Pregúntese: ¿Qué «raíces» de mi vida (hábitos de oración, autoeducación, vínculo con el Santuario) necesito fortalecer para que mi Santuario Interior se convierta en una fuente de vida más fecunda?

¿Quieres ser parte del cambio?

Si te sientes llamado a contribuir a una visión sostenible en el mundo, a la luz de la espiritualidad de Schoenstatt, el Proyecto de Sostenibilidad Global puede ser una oportunidad para caminar en esa dirección.

Contacto: Whatsapp +34 604 94 52 86 – Rosana Silva – Instituto de las Señoras de Schoenstatt, Madrid, España.

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