«Somos de diferentes nacionalidades, pero nos une algo en común: el amor a Cristo, a la Iglesia, a Schoenstatt. Tuvimos el coraje de soñar, por eso estamos hoy aquí reunidos». Estas son palabras que introdujeron la Misa Internacional de la Juventud celebrada en Schoenstatt. La misma tuvo lugar en la Iglesia de Peregrinos el 25 de julio por la tarde. Participaron delegaciones con jóvenes de ocho países, que se dirigen a la JMJ de Lisboa.
Los grupos presentes proceden de: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Estados Unidos, México, Paraguay y Puerto Rico. Estuvieron presentes miembros de la juventud internacional, sus asesores y varios miembros de la Familia de Schoenstatt local.
La Misa fue presidida por el Rector del Santuario Original, P. Ignacio Camacho. Concelebraron con él sacerdotes de Nigeria, India, Alemania, Chile, Portugal, Ecuador, Uganda, Brasil, EE.UU. y otros países.
Jóvenes y peregrinos en camino
La liturgia recordó la figura del apóstol Santiago. Él, como los jóvenes de la JMJ, fue «también peregrino», dice el padre Ignacio. Santiago fue uno de los discípulos más cercanos a Jesús, que estuvo presente en momentos importantes, como en el Monte Tabor y en el Huerto de los Olivos. «Cuando pienso en él, me viene rápidamente a la cabeza la figura del camino -todos hemos oído hablar del camino de Santiago-. La figura del peregrino la asociamos directamente a él».
El padre Ignacio Camacho subraya que la invitación a ser peregrino viene de Cristo, que toma la iniciativa. «Algo que podemos describir de la vida pública de Jesús es que también caminó mucho. Cuántas imágenes en el Evangelio nos muestran a Jesús en camino. Y este caminar lo enseña a sus amigos».
Atrévete a preguntar: ¿cuál es mi camino?
Contextualizando el Evangelio a la luz de la historia de Schoenstatt, Pe. Ignacio dice: «La imagen del camino nos habla también de nuestra propia vida personal y de nuestra vida de alianza. La Alianza de Amor es un camino real que recorremos, un camino que también recorrió nuestro Padre. El camino de Santiago no fue simple ni fácil, no entendió todo al principio [en Schoenstatt] no todo estaba claro al principio, pero Dios lo fue revelando».
El P. Ignacio motiva a los jóvenes a mantener su originalidad, rescatando su historia personal. «El camino de Jesús es un camino original. Ninguno es igual a otro. Jesús nos llama con nuestra historia, con nuestras familias, con nuestras capacidades y también con nuestras debilidades. Él es el tesoro que llevamos en vasijas de barro».
El Rector subraya que el camino de la vida con Cristo hay que recorrerlo en comunidad y con sencillez. Y lanza un reto: «Atrévete a preguntar a Jesús: ¿qué quieres de mí, cuál es mi camino de vida, adónde quieres que vaya, cómo quieres que te siga? Atrévete a soñar. No tengas sueños pequeños, sino profundos. Atrévete a salir de tu zona de confort, a hacer como nuestra Madre y salir deprisa».
Diferentes culturas, un mismo ardor
Un momento especial de la celebración fue la renovación de la Alianza de Amor en el Santuario Original. Allí, los jóvenes vivieron una experiencia en la que una vez más entregaron su corazón a la MTA.
«Pudimos experimentar el vínculo entre todas las nacionalidades que estaban aquí presentes y también preparar nuestros corazones, en este anhelo de ir a la JMJ y levantarnos para llevar a María a todas partes», dijo Jéssica Fernanda Prado, de Brasil.
«Fue muy bonito y pude darme cuenta de que la Juventud de Schoenstatt se extiende por varias fronteras y todos tenemos la misma energía. Tenemos un fuego interior que queremos compartir, estar juntos, ir hacia Dios, dar todo por la Alianza», dice Santiago Perón, de Argentina.
Rosario Galilea, de Chile, dice: «La renovación de la Alianza fue muy linda y me gustó mucho la energía que sentimos y la colaboración de todos. Estamos muy contentos de conocer gente de diferentes países y culturas. Descubrimos que hay mucha más gente apasionada por la misión».
Las jóvenes Jacinta Loomis, Christina Rivera y Allyson Kahler, de Estados Unidos, comparten que “es hermoso ver muchos países y culturas diferentes reunidos en una Misa, celebrada en diferentes idiomas. Un lugar donde creemos y celebramos lo mismo. Nos estamos preparando para unos días increíbles. Después de la Misa fuimos al Santuario, que es hermoso porque todos estábamos allí por la misma razón: renovar la Alianza que hemos sellado en diferentes partes del mundo. Y luego tuvimos una celebración en la que cada país presentó algo diferente de su cultura. Y fue muy hermoso ver cómo cada país celebraba Schoenstatt de una manera ligeramente diferente, pero que todos lográbamos conectarnos y bailar juntos. Fue increíble».