El próximo 4 de agosto, en la fiesta del Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes, se relizará la ceremonia de ordenación episcopal de Monseñor Ernesto José Fernández, presbítero argentino perteneciente al Instituto de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt.
Perfil personal
El P. Fernández nació el 19 de marzo de 1966. Su niñez la transitó en Villa Constitución, localidad cercana a la ciudad de Rosario, una de las más importantes de Argentina. Es el mayor de tres hermanos y quienes lo conocieron en aquella época lo describen como un niño revoltoso y travieso. A temprana edad ingresó al seminario donde cursó los últimos años de la escuela primaria y toda la secundaria.
Desde la adolescencia cultivó un vínculo muy especial con la Virgen María y esa devoción lo llevó a acercarse al Santuario de la Trinidad en Rosario y transitar la vida en el Movimiento de Schoenstatt.
Schoenstatt en el corazón de la Iglesia
El pasado 31 de mayo, el Papa Francisco lo nombró obispo titular de Culto y auxiliar de la arquidiócesis de Rosario y el nombramiento llegó unos días antes de que se cumplieran 30 años de la fundación de su querido Santuario de la Trinidad. En diálogo con Schoenstatt Internacional Monseñor Fernández contó como recibió este nombramiento y qué implicancias tendrá la impronta schoenstattiana en el ejercicio de su ministerio.
Para ti, ¿cómo fue recibir esta nominación? ¿Qué representa ella en su vocación?
Recibir este llamado no fue algo esperado. Más bien todo lo contrario. Pero los sacerdotes sabemos que cuando Dios llama (normalmente lo hace a través de mediaciones humanas) la mejor respuesta es Amén, que es muy probablemente lo que la Virgen dijo cuándo el ángel le dijo que iba a ser Madre del Salvador. Para mí este llamado es una invitación a desarrollar mi paternidad sacerdotal
Como sacerdote y ahora obispo de Schoenstatt, ¿cómo impacta la Alianza de Amor a su misión en la Iglesia?
Para un Schoenstattiano la Alianza de Amor es la manera de vivir el bautismo, tratando de llegar a ser santo en el cumplimiento del deber de estado. Como sacerdote, y ahora como obispo, entiendo que la Virgen debe ser la gran protagonista en la misión pastoral que realizaré. Ella desde niño fue mi Educadora. Ahora seguirá siéndolo. Pero además entiendo que como sacerdote diocesano me permitirá hacer presente el carisma de Schoenstatt en el corazón de la Iglesia. Mi nombramiento se hizo público el 31 de mayo (allí vemos el desafío de colaborar con la Virgen para que el pensar, vivir y amar orgánicos sean una realidad). Sabemos como schoenstattianos que la Divina Providencia también nos comunica su voluntad a través de pequeños signos. Creo que la Mater me pide trabajar en ese sentido todo mi ministerio episcopal.
Usted fue nombrado obispo en un período de búsqueda y profundización de la sinodalidad eclesial. ¿Cómo afecta esto a su ministerio?
Yo hace siete años que soy Vicario de Pastoral en la Arquidiócesis de Rosario. Allí tomé contacto con Mons. Enrique Eguía Seguí, quien fue colaborador del Cardenal Bergoglio. Gracias a él conocí la pastoral del Papa Francisco (incluido el tema de la sinodalidad). Así que cuando se planteó el tema a nivel mundial ya lo teníamos muy trabajado en la diócesis.
Su escudo trae fuertes elementos schoenstattianos: el Santuario, la MTA, el símbolo del Padre. ¿Por qué eligió estas imágenes para representar su episcopado?
En el centro del escudo episcopal se encuentra el Santuario de Shoenstatt y, arriba, una “M”; una cruz, que a la vez representa una “T” y una “A”. Recordando el título con que en el Movimiento de Schoenstatt se nombra a la Virgen: “Mater Ter Admirabilis” (Madre tres veces admirable).
Entiendo que en mi ministerio el carisma de Schoenstatt tiene un lugar fundamental. En él se reconoce el lugar objetivo de la Virgen María en el plan de la redención como Colaboradora permanente de Cristo y como pedagoga del Evangelio. Y el Santuario como una oportunidad de sanar el desarraigo característico de este cambio de época.
Sobre el Santuario se ve un triángulo. En el Movimiento de Schoenstatt representa “El ojo del Padre”, y es un símbolo que nos recuerda que debemos vivir, bajo la mirada del Padre, la “Confianza práctica en su Divina Providencia”, que es otro de los pilares de nuestra espiritualidad.
También aparece la flor de lis. En mi caso me recuerda al lirio, que es un símbolo que acompaña las representaciones de San José. Él es mi patrono personal, ya que nací en su día. Y es mi anhelo imitar su servicio sencillo a Jesús y la Virgen.
¿Puede explicarnos la elección de su lema episcopal: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”?
El lema episcopal también está configurado por la misión de Schoenstatt: educar personalidades paternales que transparenten a Dios.
El Papa Benedicto XVI, advierte que el “hombre de hoy no percibe inmediatamente el gran consuelo de la palabra ‘padre’, pues muchas veces la experiencia del padre o no se tiene, o se ve oscurecida por las deficiencias de los padres”. Santa Teresita habla claramente de que ella encontraba en su papá un transparente de Dios. Mi sueño es que muchos puedan continuar experimentando la ternura de Dios Padre a través de mi ministerio episcopal.
Ceremonia de ordenación de Ernesto Fernández
Monseñor Fernández recibirá su ordenación episcopal el viernes 4 de agosto, a las 19, en la parroquia María Auxiliadora de la ciudad de Rosario.
De la ceremonia de consagración participarán monseñor Eduardo Eliseo Martín, arzobispo de Rosario, monseñor Sergio Alfredo Fenoy, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, y monseñor Claudio Castricone, obispo auxiliar de Orán (Salta).
También asistirán miembros de la Familia de Schoenstatt y entre ellos el Director del Movimiento en Argentina, P. Pablo Pérez.