Las Hermanas de María abrieron las puertas de la Pilgerhaus, en Schoenstatt original, para que un grupo de refugiados ucranianos pudieran estar en un lugar digno donde hospedarse, donde tienen habitación, comida y hasta clases de alemán. La alegría de la Alianza de Amor es la clave del acogimiento a cada uno de los 22 refugiados, donde se sienten amados y valorados.
En los alrededores del Santuario Original se escuchan gritos de alegría desde el patio y niños que corren jugando de un lado a otro. Un niño pequeño monta su bicicleta rápida y alegremente, otro sonríe, abre los brazos y corre a dar un abrazo. Las miradas maternas les acompañan, en una mezcla de preocupación y esperanza.
Alianza de Amor con todos los pueblos del mundo
La Pilgerhaus, la casa para peregrinos que se encuentra a cien metros del Santuario Original, es desde el 13 de abril un hogar alemán para 22 personas -13 adultos y 9 niños- que abandonaron el este de Ucrania a causa de la guerra. La casa es sencilla pero acogedora, tal y como pudo ser el hogar de la Virgen.
También alberga un grupo de hermanas de varios países que acogen a peregrinos de todo el mundo. La entrega apostólica se vive día a día, con y para la Iglesia, en una hermosa experiencia de que la Alianza de Amor que sellamos con María, como decía el Padre Kentenich, se convierte «cada vez más en una Alianza de Amor con la Santísima Trinidad, Alianza de Amor fraterna, Alianza de Amor con los miembros y ramas de la Iglesia, ¡pero también Alianza de Amor con todos los pueblos del mundo!» 1
Ofreciendo la bondad y la misericordia de Dios
La Hna. María Margarita Seiser expresa que al ofrecer un hogar a los refugiados, las hermanas quisieran «compartir con ellos una experiencia de la bondad y la misericordia de Dios». En eso consiste la misión de Schoenstatt: Hacer palpable a Dios Padre misericordioso a través de María, que nos da la gracia del cobijamiento».
Kateryna, procedente de Mariupol, con un hijo de 15 años y dos hijas gemelas de 4, dice que lo que más le gusta de vivir en esta casa es «sobre todo la gente amable y servicial». Extraña a su marido, a sus padres, a su hermano que se quedó en Ucrania, y dice que le gusta mucho este lugar y define Schoenstatt con una palabra: «Tranquilidad». Podemos traducir esta expresión suya como: gracia del cobijamiento.
Schoenstatt es una experiencia de gracia
Pero para que esta gracia actúe, necesitamos vivir el «nada sin nosotros». Toda la casa se reestructuró para que los ucranianos tengan, además de sus habitaciones, otros espacios reservados solo para ellos, donde pueden comer, conversar, jugar con los niños… incluso tienen una cocina exclusiva. Las hermanas proporcionan las comidas, pero, pueden, por ejemplo, hacer su propia cena, para poder mantener algo de su cultura y costumbres.
«La gente de aquí es amable», añade Natalia, que dejó a dos hijos y a sus padres en la ciudad de Dnipro. Vino con su hijo menor, de 10 años, con su nuera, su hermana y su sobrina. Los primeros días tras la llegada son difíciles, porque, además de tener que restablecerse mental y emocionalmente, incluso sin conocer el idioma, tienen que organizar sus documentos, familiarizarse con la nueva cultura, las tradiciones y las leyes de Alemania. Para ella, decir Schoenstatt significa lo mismo que decir: «Gracia».
Una vida en Alianza despierta la reciprocidad
«Después de todo lo que ya han vivido con la guerra, ahora pueden experimentar nuestro ambiente de Schoenstatt», dice la hermana María Margarita, y describe a los nuevos residentes con las mismas características que Katheryna, amables y disponibles: «Ya el primer día, algunos preguntaron dónde podían ayudarnos. Así que aceptamos y nos ayudan con los platos y en el jardín. Si tuviera que describir en una sola frase a los ucranianos que están aquí, diría que son personas muy sociables y trabajadoras, pero que también están muy dispuestas a todo y que la mayoría aprende mucho alemán».
En junio se les ofrece un curso intensivo de alemán de dos semanas, en el que participan con gran interés. Es visible su alegría por poder empezar a entender y hablar en el mismo idioma que otros que viven en el mismo hogar a la sombra del Santuario de Schoenstatt.
1 Conferencia a la Familia de Schoenstatt 31. 12.1965. En: Propheta locutus est, Vol. II, pp. 245-284.