Don João Pozzobon y el rezo del Rosario

Maria Dulce Torres / Thelma Soutello

La familia de João Luiz Pozzobon se caracterizaba por la armonía y por una profunda religiosidad heredada de sus abuelos.

Se reunían diariamente para rezar el rosario después de un duro día de trabajo. Los adultos, normalmente de rodillas, apoyados en una silla, y los niños de pie, seguían la oración hasta que, vencidos por el cansancio, se quedaban dormidos.

Aquello influyó mucho en la vida de Don João Pozzobon y permaneció en su corazón. Cuando recibió la imagen de la Virgen para visitar a las familias y rezar el Rosario con ellas, comprendió que esa era la gran misión de su vida. Dijo: “Lo principal es entrar en la familia… Recemos por las familias, porque […] todo el espíritu [de la Campaña] es para salvar a la familia”.

¿Puedo llegar a 15 rosarios?

«Al principio rezaba un rosario», nos cuenta. «Después pasé a tres rosarios, luego a siete, en recuerdo de los Siete Gozos de la Virgen. De siete pasé a once, porque la Bendición del Santuario (de Santa María) era el día once (11 de abril de 1948). Después de un tiempo -nunca he vuelto atrás una vez que he dado un paso adelante- le dije a la Virgen: ‘Madre, por favor, ¿puedo rezar quince rosarios en honor de los quince misterios? Pensé: ¿Cómo voy a hacerlo? No hay tiempo para quince rosarios… Sin embargo, decidí empezar» (Héroe hoy, no mañana, P. Esteban J. Uriburu).“No princípio rezava um terço”, diz-nos ele. “Mais tarde, passei a três terços, depois a sete, em memória das Sete Alegrias de Nossa Senhora. De sete passei a onze, porque a Bênção do Santuário (de Santa Maria) foi num dia onze (11/4/1948). Após certo tempo – nunca voltei atrás depois de ter dado um passo adiante – disse à Mãe e Rainha: ‘Mãe, por favor, poderei chegar a rezar quinze terços, em honra dos quinze mistérios?’. Refleti comigo mesmo: Como vou fazer isso? Não há tempo que chegue para quinze terços… Apesar disso, propus-me começar” (Herói Hoje, Não Amanhã, Pe. Esteban J. Uriburu).

João comenzó sus actividades por la mañana temprano. En el Santuario, rezó los primeros rosarios. En la parte trasera de la casa, cuando trabajaba en el huerto, se le ocurrió poner cinco marcas en el mango de la azada. Mientras escardaba, pasaba el dedo índice por esos surcos y así, mientras trabajaba, podía rezar.

Una armadura para nuestra Familia de Schoenstatt

Rezar el rosario lo transformó en un misionero intrépido, un esposo ejemplar, un profesional honesto y exitoso, un cristiano ejemplar, un santo.

El Rosario es una corona preciosa que regalamos a nuestra querida Madre. Cada Ave María que rezamos es como una piedra preciosa que incrustamos en su corona.

El Padre José Kentenich dijo: «El rosario debe convertirse también en la armadura de nuestra Familia de Schoenstatt. El rosario es, aunque sea tan sencillo, el gran medio para hacer de nosotros grandes espíritus, vigorosos luchadores e intrépidos vencedores.»

João Pozzobon incorporó esta definición del Fundador y, con el simple rezo del Rosario, su Campaña llegó a todo el mundo. «Vi la Campaña como una obra de santificación, necesaria para los tiempos, pero muy simple: rezar el santo rosario, que es la gran arma. El santo rosario une a las personas y la vida adquiere un sentido cristiano».

 

Fuente: schoenstatt.org.br

Compartir

con sus seres queridos

Artículos relacionados que pueden interesarle