Día de Alianza: ¿corremos juntos el relevo?

Hna M. Cacilda Becker

Dentro de una semana comienza un imponente acontecimiento internacional que pretende unir a todos los continentes en un espíritu de fraternidad: los Juegos Olímpicos de París 2024.

Mientras celebramos un nuevo Día de Alianza el 18 de julio y renovamos nuestro compromiso con la MTA, tiene lugar un interesante acontecimiento: la antorcha olímpica se abre camino a través de algunas zonas de Francia en dirección a la capital, París.

El acto de encender la antorcha olímpica es una tradición que se remonta a la antigua Grecia y que también se ha mantenido en los Juegos Olímpicos modernos. La antorcha se enciende antes del inicio de las competiciones y recorre el tradicional relevo hasta la inauguración de los juegos.

A lo largo de la historia de los Juegos Olímpicos, la antorcha ha viajado en barco, en avión, a caballo, sobre la joroba de un camello, en canoa… Y un dato interesante es que su fuego ha visitado varias veces el espacio.

¿Nos suena conocida esta situación?

Muchos schoenstattianos recuerdan un acontecimiento especial que marcó el centenario de la fundación de Schoenstatt en 2014: la carrera de relevos de la antorcha. En esa ocasión, el fuego se encendió y fue enviado desde Pompeya, Italia, hasta Schoenstatt. ¡El «Aquí estoy» pronunciado por los jóvenes fue un momento inolvidable del jubileo!

El fuego se encendió en Pompeya, en el lugar que inspiró al P. José Kentenich a sellar la Alianza de Amor con María. ¿Y saben cuándo tuvo esta inspiración? Fue el 18 de julio de 1914.

Tú y yo, corredores de la Alianza, en relevo y en vínculo

Un fuego diferente ardía en el corazón del P. Kentenich cuando leyó sobre Pompeya. Era el fuego del Espíritu Santo, que hizo vibrar su corazón. Ciertamente no sabía qué hacer con esta llama ardiente, así que tuvo que «buscar a tientas los signos de Dios». Pero, como una antorcha viva, recorrió el camino que le guiaba el Espíritu Santo.

Años más tarde, esta llama pasó al corazón de cada schoenstattiano a través de la Alianza de Amor. Hoy somos los «corredores de la antorcha» que llevamos este fuego para encender al mundo. A menudo es difícil. A menudo nos enfrentamos a vientos, tormentas, cansancio… Pero la carrera debe continuar.

Puede ser difícil, pero la dinámica del relevo sugiere que nos ayudemos unos a otros, unos avivando el fuego junto a los otros.

¿De dónde procede la llama que nos enciende?

Un dato interesante sobre los Juegos Olímpicos es que la llama debe permanecer encendida durante toda la Olimpiada. Y si este fuego se apaga, sólo puede volver a encenderse con una llama procedente de Grecia, donde se originaron los juegos. Así que no tiene sentido buscar soluciones improvisadas e irreflexivas, como un mechero. Los organizadores del evento suelen guardar una «llama de reserva» procedente de Grecia por si surge algún imprevisto.

Al mismo tiempo, en el Día de Alianza recordamos nuestro Santuario. Lo mismo ocurre en la vida de Alianza. Cuando nuestra llama se apaga, o sufre las inclemencias del tiempo, es importante buscar combustible en la fuente, en el lugar central de la Alianza de Amor.

Por eso hoy cada schoenstattiano está invitado a visitar el Santuario, física o espiritualmente, y tener un encuentro personal con la Mater.

En el Día de Alianza, no somos parte de diferentes naciones que compiten por medallas. No, ese día somos una sola Familia, un solo corazón en el corazón del Padre. Nos reunimos en el Santuario y, como un gran equipo, nos encendemos unos a otros para llevar al mundo el fuego que viene de la fuente. Si la llama olímpica ya ha sido llevada en cohete al espacio, del mismo modo queremos alcanzar juntos las alturas, el cielo, el corazón de Dios. ¿Vamos a por ello, equipo?

¡Feliz Día de la Alianza de Amor!

Traducción: Vanessa Franke

Compartir

con sus seres queridos

Artículos relacionados que pueden interesarle