Hace unos meses se inauguró el primer santuario de Schoenstatt en la República Democrática del Congo (se puede leer más aquí). Desde hace algunos años, este país sufre conflictos y guerras civiles. A principios de 2025, la situación empeoró y llegó a la zona del nuevo santuario, como podemos ver en la foto. El seminarista Agisha Gaetano, del Instituto de los Padres de Schoenstatt, nos habla más en detalle sobre esta situación.
Una imagen contradictoria de una guerra impuesta a una población indefensa
En los albores de un nuevo año, 2025, que prometía muchas maravillas porque era el año de la esperanza, estalla de nuevo en esta parte de la República Democrática del Congo una guerra asesina y despiadada cuyas consecuencias el pueblo congoleño no ha dejado de sufrir. No se respeta la dignidad humana ni la ley ni ninguna forma de gobierno. Prevalece la ley de la selva, en la que el más fuerte se apodera de todo. Una guerra en la que la población tiene dificultades para identificar a su verdadero enemigo. Irónicamente, aquellos que deberían proteger a la población la atacan y piden rescates día y noche, llegando incluso a quitarles la vida sin escrúpulos. ¡Y entonces, nadie se libra!

Schoenstatt, un hijo de la guerra
La ciudad de Uvira, donde el primer Santuario de Schoenstatt del país (Monte Sión BULA) acababa de ser consagrado hacía 8 meses, también se ve afectada por la psicosis de una guerra a las puertas. Para una ciudad reputada por ser resistente, el 22 de febrero de 2025, llegó el momento de contar entre los combatientes de la resistencia indígena y los militares, a quienes los primeros acusaban de querer irse con armas y municiones y abandonar la ciudad a los rebeldes. Sin embargo, la rebelión aún no ha hecho su entrada en Uvira. Este relato presenta actualmente a la población de Uvira como atrapada en el fuego cruzado: el de los combatientes de la resistencia, apodados «WAZALENDO», y el de los soldados leales, apodados «FARDC»; también, junto a ellos, el miedo a ver la ciudad de Uvira ser escenario de una masacre por parte de los rebeldes que avanzan a pasos agigantados hacia esta ciudad fronteriza con Bujumbura, la capital de Burundi.

Como resultado de estas situaciones caóticas, la ciudad está fuera de control. Se saquean tiendas, casas… las noches son ahora largas y tumultuosas. Y aunque nadie se salva, algunos son más atacados en cuanto a rango y responsabilidad que otros.
Por ejemplo, el obispo de la diócesis de Uvira, monseñor Sébastien Muyengo Mulombe, pagó el precio hace dos días cuando recibió la visita de soldados que aprovecharon la situación para exigirle dinero. También se informó de que más de una comunidad religiosa y una casa parroquial habían sido atacadas por hombres armados. Los terrenos de nuestro santuario han estado ocupados hasta ahora por los combatientes de la resistencia indígena, que han erigido allí un campamento militar.
¿Qué podemos decir de todas estas pérdidas de vidas humanas? Hay cadáveres en las carreteras, mujeres y niñas son violadas y mutiladas a todas horas, los jóvenes son reclutados a la fuerza en grupos armados. Como resultado, se separan familias.
Esta enésima guerra debilita considerablemente un sistema económico que ya estaba agonizando y en el que la mayoría de la gente no se reconocía.

Un rayo de Esperanza
Nuestra fe en la divina providencia parece darnos un rayo de esperanza. Nuestra fe en la intercesión de nuestra Madre Tres Veces Admirable, Reina de Schoenstatt, nos permite soñar con un futuro mejor, con la paz y el entendimiento entre el pueblo congoleño.
Por supuesto, la historia de Schoenstatt nos muestra que la guerra siempre ha formado parte de ella, pero, sobre todo, la Virgen María supo proteger y traer la paz dondequiera que se estableció. Esta vez también, como en Caná, ella nos obtendrá la paz que le pedimos de su hijo.
¡Santa María, Reina de la Esperanza, intercede por nosotros!
Traducción: Hna. M. Lourdes Macías