No es fácil imaginar lo que sería vivir en un campo de concentración. En él hay tremendos desafíos y dificultades: frío, hambre, cansancio, enfermedad, toda la presión y el ambiente abrumador en el que vive allí la gente. Como hemos oído, ¡es un infierno!
Y en este ambiente de tanta desesperanza, nuestro Padre Fundador sembraba esperanza, ofrecía un trato personal, cuidado y atención a los demás. Sabía y buscaba cada día vivir en la divina Providencia. Siempre quiso responder con fidelidad y amor a Dios Padre.
En este diálogo con Dios, el Padre José Kentenich buscaba la voz de Dios en los pequeños acontecimientos:
«Con la preocupación por la familia entré en el campo de concentración y, según la ley de la puerta abierta, siempre estaba tanteando: ¿no abrirá el buen Dios una pequeña puerta para una nueva fundación, incluso en estas situaciones tan desfavorables de aquí? ¿Cuándo abrirá la puerta a esta fundación?».
En medio del caos, busca las puertas abiertas, ¡aunque sea una rendija!
Y así, en medio de las dificultades de un campo de concentración, nuestro Padre Fundador encontró instrumentos y oportunidades para responder a los planes amorosos del Padre Eterno.
El 16 de julio de 1942, en el campo de concentración de Dachau, bloque 14, habitación 3, en la prisión clandestina, el Padre Kentenich conoció al Dr. Fritz Kuhr y al Dr. Eduardo Pesendorfer. Ellos contribuyeron decisivamente a la fundación del Instituto de las Familias y del Instituto de los Hermanos de María, respectivamente.
Aquel día, el P. Albert Eise dispuso un pequeño altar con su mesa de trabajo y lo ocultó entre tres colchones. Sobre el altar colocó dos velas, un pañuelo blanco con el Santísimo Sacramento y un pequeño relicario de la Madre y Reina tres veces Admirable de Schoenstatt. De una manera muy sencilla, preparó el lugar para estas fundaciones.
En esta ocasión, el P. Kentenich dio una conferencia sobre la importancia de esta hora, digna de las catacumbas. Habló de la importancia de las fundaciones que se estaban realizando para el tiempo presente y el futuro.
En esta fecha tuvo lugar la consagración del Dr. Fritz Kühr como novicio del Instituto de las Familias de Schoenstatt y del Dr. Eduardo Pesendorfer para el Instituto de los Hermanos de María. De la consagración hecha por el Dr. Kuhr surgió la Obra Familiar de Schoenstatt, un comienzo audaz y fecundo, que se desarrolló en tres comunidades de Familias: Liga, Federación e Instituto.
La Obra Familiar de Schoenstatt surgió en el Bloque 14, en Dachau
Todo es fruto de la decisión y de la acción
En estas fundaciones vemos el fruto de la decisión de nuestro Padre el 20 de enero de 1942 y una nueva irrupción divina de la gracia en el espacio sagrado del matrimonio, la familia y la imagen cristiana del hombre. Por el fiat de sus instrumentos fundadores, en un momento difícil de necesidad – «sobre los cimientos de Dachau»- se puso la primera piedra para nuevos institutos seculares en la Iglesia. ¡Una gran oportunidad de lo que parecía imposible!
Hermanos de María de Schoenstatt
«Es del espíritu de Dachau de lo que venimos hablando: el espíritu del arraigo total en el mundo sobrenatural, en la realidad sobrenatural. Este es el sentido último y profundo de nuestra vida. No nos engañemos, todo otro arraigo es solo pasajero, es un camino y un medio hacia una meta. Pero la meta es y sigue siendo eternamente de Dios» (P. Kentenich – 16 de julio de 1967).
Confiemos en que, incluso en las grandes dificultades, podemos encontrar oportunidades que nos ayuden a responder con amor a la acción de la divina Providencia en nuestras vidas.
Y que esta fuerza, sustentando el matrimonio y la familia, de una imagen cristiana del hombre y de nuestra Iglesia, fluya en nuestra Obra – como respuesta en el espíritu del Padre Kentenich y de la Madre tres veces Admirable de Schoenstatt.