La Hna. Melitta ingresó en las Hermanas de María de Schoenstatt en agosto de 1930. Como parte de su proceso de discernimiento, expresó al Padre Kentenich su deseo de trabajar en países de misión. Él le aseguró que se le permitiría ir si se abría una puerta para que las hermanas fueran a un país de misión. En 1932, durante el tiempo de Navidad, el Padre Kentenich le informó de que se estaban llevando a cabo negociaciones para dirigir una misión en África, y que ella formaría parte del primer grupo que viajara allí si se concretaba.
Descubrir la voluntad de Dios: las primeras 7 hermanas llegan a Sudáfrica
En 1932, mientras los nacionalsocialistas ganaban poder en Alemania y la situación política se volvía más peligrosa, el Padre Kentenich buscaba la manera de salvaguardar la misión de Schoenstatt en el exterior, por si desapareciera de Europa. Al mismo tiempo, Mons. Vogel se puso en contacto con él porque quería tener hermanas misioneras en Sudáfrica. El P. Kentenich también tenía una buena conexión con el Obispo Henneman en Ciudad del Cabo, quien también estaba interesado en acoger hermanas en su diócesis. Confiando en la Divina Providencia, el P. Kentenich envió oficialmente el primer grupo de siete hermanas a África el 17 de diciembre de 1933.
Jóvenes inexpertas se aventuraron confiando en María – MHC
El P. Kentenich fue valiente con su decisión, y las hermanas, al estar dispuestas a misionar en tierras lejanas. Se aventuraban a una tierra desconocida, eran jóvenes e inexpertas. También creían que nunca volverían a su tierra natal. La comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt se había fundado recién hacían siete años y se encontraba en pleno desarrollo.
El Padre Kentenich y las hermanas confiaban en la Alianza de Amor con María. Antes de su partida, recordó a las hermanas que creyeran que «Mater habebit curam» (La Madre cuidará) puede obrar milagros. Las hermanas incluso imprimieron las letras MHC en sus baúles de madera para recordarles esta realidad. Las últimas palabras del P. Kentenich a las hermanas antes de su partida de Schoenstatt a Rotterdam fueron:
«Hija, no olvides a tu Madre. Y entonces se hará realidad: ‘Servus Mariae nunquam peribit'» (21 de diciembre de 1933)
Cuatro semanas en barco
El 23 de diciembre, el primer grupo de misioneras, las hermanas M. Liberia, M. Melanie, M. Irmine, M. Roswitha, M. Melitta, M. Tarzisia y M. Rosalie, emprendieron viaje a Sudáfrica desde Rotterdam, en barco de vapor. El viaje duró casi cuatro semanas.
Con gran alegría, llegaron al primer puerto de escala en Sudáfrica, Ciudad del Cabo, al sudoeste del país, el 18 de enero de 1934. Al descender del barco, fueron esa misma tarde a buscar una iglesia. Visitaron varias, pero ninguna era católica. A la mañana siguiente, junto con un grupo de Hermanas Dominicas que habían viajado desde Inglaterra, encontraron la Iglesia católica y pudieron participar en su primera Santa Misa en Sudáfrica. Más tarde, esa misma mañana, utilizaron sus pocas palabras en inglés para buscar al obispo Henneman. Tras un alegre encuentro, las hermanas regresaron al barco para preparar la salida de la tarde hacia East London, que se encuentra en el sudeste del país.
Llegan a su lugar de misión: Cathcart y Queenstown
El 23 de enero llegaron a East London y fueron recibidas por tres padres palotinos que las condujeron a Stutterheim. Pasaron la noche en el convento de las Hermanas Dominicas, donde se tomó la primera foto de nuestras hermanas en Sudáfrica. Con gran emoción, las hermanas llegaron finalmente a Cathcart, a 130 km. de East London, donde cinco de ellas comenzarían el trabajo en la escuela de la misión, la parroquia y la clínica de salud de la zona.
Los habitantes de Cathcart les dieron una calurosa bienvenida con una comida festiva. Ya por la tarde, las hermanas M. Irmine y M. Melitta, viajaron a Queenstown, hoy Komani, a 60 km. al norte de Cathcart, donde asumirían sus nuevas tareas en la casa del obispo y como hermanas de parroquia.
Una sorpresa: La Mater es la primera en llegar a África
Las hermanas se encontraron con muy poco al mudarse a su nuevo hogar y había mucho trabajo por hacer. Sin embargo, también descubrieron la gratificante alegría de ayudar a los demás y conducirlos a Dios.
Una de las grandes alegrías para ellas fue que, cuando llegaron a Stutterheim, en su primera noche en África, descubrieron un gran cuadro de la MTA en la capilla de la casa de los Padres. ¡La Virgen había viajado antes que ellos a Sudáfrica! Durante su misión en África, experimentaron continuamente que María cuida, tal como el Padre Kentenich les había dicho antes de partir: «La Madre cuida – Mater habebit curam».
África, semillero de vocaciones
Estamos agradecidos a las siete Hermanas pioneras que valientemente llegaron a Sudáfrica para ayudar a difundir la misión de Schoenstatt en el mundo. Hoy tenemos hermanas trabajando en Sudáfrica, Burundi y Kenia y ayudando al Movimiento de Schoenstatt en Zimbabwe, Tanzania y Nigeria. Desde Sudáfrica, nuestras hermanas fueron enviadas a Escocia, Inglaterra e Irlanda, así como a Texas, para ayudar a construir Schoenstatt en los países de habla inglesa. Muchos de los desafíos difieren de los de hace noventa años, pero seguimos confiando en el MHC y experimentamos el cuidado constante de nuestra Madre.
Fuente: Hermanas de María de Schoenstatt – s-ms.org