Una experiencia audaz en México: El primer colegio schoenstattiano cumple cinco años

Liliana Díaz y José Carlo Sánchez

La confianza es una palabra que mencionamos con mucha frecuencia dentro de nuestro movimiento. La repetimos en nuestras oraciones —“Creo y confío ciegamente”—, pero vale la pena preguntarnos: ¿realmente ponemos esta confianza en práctica?

Imaginemos un valle amplio y hermoso, y en el centro, un gran árbol. De esos que dan frutos abundantes y una sombra que abraza, que protege del sol y transmite seguridad. Estar bajo ese árbol nos hace sentir tranquilos, confiados, dispuestos a permanecer ahí por largo tiempo disfrutando de su cobijo. Pero, ¿qué sucede cuando ese árbol aún no existe?

Una experiencia audaz: crear algo nuevo

Hace cinco años, en Monterrey, México, comenzó uno de los proyectos más hermosos y también más desafiantes de nuestro tiempo: fundar el primer colegio de Schoenstatt en nuestro país. En medio de una ciudad industrial, acelerada, llena de ruido y marcada por las tendencias sociales, nació en el sur de la ciudad el Colegio Monte Reina.

En una zona donde los colegios privados abundan, abrir un nuevo espacio educativo fue un verdadero acto de fe.

Acompañados y fortalecidos por la Red de Colegios Kentenijianos, el colegio abrió sus puertas en 2021, en plena pandemia. En ese contexto de incertidumbre, sólo unas pocas familias se atrevieron a confiar. Desde entonces, el colegio ha crecido año con año, tanto en su personal como en su comunidad de alumnos y familias. Algunas han dejado su huella y seguido nuevos caminos; otras han permanecido, confiando en este proyecto que poco a poco echa raíces más profundas.

“Para nosotros Monte Reina ha sido una extensión de nuestra familia. Desde el día 1 hemos recibido un trato muy cálido y personalizado en todos los sentidos; nuestro hijo ha ido creciendo en un ambiente en donde, a través de la pedagogía Schoenstatiana, se potencializan sus talentos y habilidades, complementando su madurez y desarrollo también con un crecimiento espiritual. Monte Reina es un lugar en donde no se busca la masificación, sino un crecimiento en comunidad para el bienestar de todos”, compartió la familia La Vista Sáenz, quienes forman parte de la primera matrícula del Colegio.

Vivimos en una sociedad que busca lo inmediato y lo fácil. Pero a veces, Dios nos llama a sembrar esa semilla, la de ese árbol que un día dará frutos y sombra a los demás. En Monte Reina, esa semilla se ha cuidado con amor, paciencia y dedicación.

“Nos encanta ver cómo reconocen que cada niño es único; aquí se les acompaña de manera personalizada, potenciando lo mejor de cada uno”, menciona la familia Somohano Martínez, reflejando el espíritu cercano y humano que caracteriza al colegio.

El Colegio Monte Reina es, para toda su comunidad, esa semilla que está floreciendo poco a poco en Monterrey. Cada día se riega con el esfuerzo, la entrega y la confianza de colaboradores, familias y alumnos. Con el paso del tiempo, dará grandes frutos y será hogar de una comunidad renovada: hombres y mujeres nuevos para una nueva sociedad.

Podemos ver el impacto positivo que tiene el colegio en las familias. “Lo más valioso es que nuestros hijos disfrutan y se sienten felices de pertenecer aquí, y nos encanta poder tener un lugar donde ellos se sientan amados, seguros, donde son vistos, donde aprenden de una manera creativa, y sobre todo que va de la mano con nuestra fe”, menciona la familia fundadora Cantú Villarreal.

Continuamos con el compromiso de cuidar esa semilla, seguimos confiando en Dios y en la Mater, para que sigan llenando de gracias y bendiciones este proyecto que es de todos, pero especialmente de Ella.

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