El Movimiento de Schoenstatt nació en 1914 en un ambiente masculino: el seminario palotino. Y así, en los primeros años de la historia de Schoenstatt, podemos ver el nacimiento y crecimiento de la columna femenina. Fue necesario que algunas mujeres tomasen la iniciativa y tuviesen el coraje de llamar a la puerta e insistir para entrar. El fundador de la Obra, el P. José Kentenich, viendo en esta presencia femenina el acto de la voluntad de Dios, abrió la puerta y dejó que entren. A partir de este caminar juntos de hombres y mujeres, cada uno con su propia originalidad, el Movimiento se desarrolló armónicamente y, bajo la guía de la Santísima Trinidad y de la Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt, hoy forma parte de la Iglesia y de la sociedad.
Esta «mirada» a los comienzos del Movimiento de Schoenstatt quiere orientar nuestra reflexión hacia un punto específico que siempre fue muy valorado por el Padre José Kentenich y que ha guiado pedagógicamente toda la columna femenina del Movimiento: la necesidad de preservar el ser femenino interior, el «ser mujer» y valorar el gran aporte que la mujer trae al mundo del trabajo.
Ser mujer sin ser una caricatura
Durante siglos de historia, de Oriente a Occidente, las mujeres se han esforzado por ganarse su lugar en el mundo junto a los hombres. Esta búsqueda ha avanzado mucho, pero aún quedan muchos ámbitos por conquistar. Hoy vemos a muchas mujeres en entornos antes considerados «masculinos», como algunas carreras técnicas y universitarias, y también en algunas profesiones. No es un logro fácil. Hay una fuerte presión de muchos lados: de la familia, de la sociedad y también de la mujer misma. Entonces, ¿cómo preservar ese ser femenino y no dejarse transformar en una caricatura de hombre? ¿Cómo no sucumbir al deseo de ser «igual», de adoptar una postura masculina?
Como policía civil, al principio de mi carrera y antes de conocer Schoenstatt, me sentía a menudo presionada a adoptar actitudes típicamente masculinas al hablar, vestir y reaccionar ante las situaciones habituales de la profesión. Este tipo de comportamiento me aprisionaba dentro de un estereotipo creado hace siglos y no tenía la firmeza y la libertad interior para ser quien realmente quería ser. Me sentía halagada cuando oía comentarios como: «¡Eres mujer, pero eres más policía que muchos policías hombres!».
Este comentario, que en principio parece un cumplido, lleva implícita una visión prejuiciosa de la mujer y de la profesión. Hace que las mujeres deseen inconscientemente tener características que se consideran típicamente masculinas para ser aceptadas. En este contexto, si no se conoce a fondo la naturaleza femenina, su potencial y su originalidad, la mujer se convierte en una caricatura distorsionada de lo que podría ser.
La pedagogía de Schoenstatt se aplica al mundo de la mujer
Para crecer en este conocimiento y tener dominio de tu propia personalidad, necesitas crecer orgánicamente. Esto es lo que me sucedió a mí y creo que a muchas mujeres en Schoenstatt. Utilizando el sistema pedagógico de Schoenstatt, donde existe un profundo respeto por la naturaleza femenina y sus características y potencialidades esenciales, es posible adquirir la libertad interior y la firmeza para ser lo que se es: ¡una mujer!
La Sra. Rosana Silva, del Instituto Nuestra Señora de Schoenstatt, destaca con objetividad y claridad la naturaleza femenina y la forma en que una mujer, plena de sí misma y vinculada a Dios y a la Mater, se expresa en el ambiente en que actúa:
«La tendencia de la mujer a expresarse personalmente la lleva a imprimir su originalidad a todo lo que hace. Mientras que el hombre se expresa a través de sus ideas y opiniones, la mujer lo hace a través del mundo que la rodea. Su alma está presente en sus gestos, en su forma de comportarse, en la atmósfera que crea a su alrededor, en la manera de vestirse y arreglarse. Cada forma es una manera de exteriorizar algo de su persona, de su alma».
Primero, sé mujer
Al hacer surgir en la mujer el sentido de la filialidad divina y llevarla a comprender su naturaleza noble y, al mismo tiempo, su sencillez y disposición al servicio, el Padre Kentenich contribuyó significativamente a que muchas mujeres que le confiaron su educación -y yo soy una de ellas- se fortalecieran interiormente y alcanzaran la libertad interior, tan necesaria para mantenerse firmes en ambientes difíciles.
Hoy en día, los expertos refuerzan el valor de ser femenina y dan consejos y sugerencias que están en total consonancia con las enseñanzas del Fundador, difundidas desde hace más de medio siglo.
Elaine Saad, directora general y coordinadora de operaciones para América Latina de la consultora de recursos humanos Right Management, aconseja a las mujeres que trabajan en entornos masculinizados que adopten una postura firme pero no masculina, porque las mujeres son efectivamente más emocionales, se implican más en las situaciones y con las personas. Pero, por otra parte, las mujeres son más intuitivas y pueden ser más hábiles a la hora de gestionar conflictos. «Así que primero sé mujer y luego piensa en mejorar lo que tengas que mejorar como profesional», dice la experta.
El Papa Francisco destaca a menudo la originalidad femenina:
«Los dotes peculiares de delicadeza, sensibilidad y ternura que enriquecen el espíritu femenino representan no solo una fuerza genuina para la vida de las familias, para la propagación de un clima de serenidad y armonía, sino una realidad sin la cual la vocación humana sería irrealizable. ¡Y esto es importante! Sin estas actitudes, sin estos dones de la mujer, ¡la vocación humana no puede realizarse!» [1].
Hoy, la mujer conquista el lugar que le corresponde en el mundo, pero estas conquistas no deben hacerse a costa de perder su originalidad y los dones especiales que Dios Padre le ha dado. Quienes han recibido la misión de ser reflejo de María en el mundo de hoy deben inspirarse siempre en las mujeres que las han precedido y continuar la misión, porque «sin mujeres no hay armonía en el mundo» (Papa Francisco – Misa en Santa Marta el 9 de febrero de 2017).
*Joelma Francisca Melo, Federación Apostólica Femenina de Schoenstatt, Rio de Janeiro, Brasil
Fuente: Schoenstatt Brasil – schoenstatt.org.br
[1] Papa Francisco. Discurso a los participantes en el Congreso Nacional del Centro Femenino Italiano. Sala Clementina, Vaticano. 25 de marzo de 2014.