Cada día crece más en todo el mundo el NO a la pena de muerte. Para la Iglesia esto es un signo de esperanza.
Desde un punto de vista jurídico, no es necesaria.
La sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse.
Siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza.
La pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza.
Y evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial.
Por otro lado, moralmente la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más importante que hemos recibido: la vida. No olvidemos que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar.
Y a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible. El mandamiento «no matarás» se refiere tanto al inocente como al culpable.
Por eso, pido a todas las personas de buena voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo el mundo.
Recemos para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo.
El Papa Francisco: “La pena de muerte es inadmisible”
El respeto a la vida de todas las personas y la posibilidad de convertirse, motivos para rechazar la pena de muerte.
En su mensaje, el Santo Padre señala que “la pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”.
El Papa apunta que jurídicamente no es necesaria y alerta sobre los posibles errores judiciales.
El Video del Papa de septiembre ya está disponible con la intención de oración que el Santo Padre confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa. En esta ocasión, Francisco invita a rezar “para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo”.
La pena capital continúa presente en el mundo
En esta edición, el Papa Francisco celebra que el rechazo a la pena de muerte se vaya extendiendo por todo el mundo, cosa que la Iglesia considera como “un signo de esperanza”. De hecho, según datos de las Naciones Unidas, unos 170 estados han abolido la pena de muerte, han impuesto una moratoria en su utilización en la legislación o en la práctica, o han suspendido las ejecuciones por más de 10 años. Sin embargo, la pena capital se sigue aplicando en 55 países en varios continentes.
La posición de la Iglesia sobre la pena de muerte
Desde Juan Pablo II hasta Benedicto XVI, los pontífices se han pronunciado con firmeza contra el uso de la pena capital por parte de los gobiernos en las últimas décadas. El Papa Francisco dio un paso más al aprobar en 2018 un nuevo párrafo del catecismo en el que se condena claramente la pena capital y en el que se expresa el compromiso de la Iglesia con su abolición total.
En el video de este mes, que llega en un momento marcado por las noticias de condenas a muerte y ejecuciones en diversas partes del mundo, el Santo Padre hace un llamamiento no solo a los cristianos, sino a todas las personas de buena voluntad. Reitera que “la pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza”. En el plano moral, es inadecuada porque “destruye el don más importante que hemos recibido: la vida”. Finalmente, “a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible: el mandamiento ‘no matarás’ se refiere tanto al inocente como al culpable”. Además, hay otros motivos para rechazar la pena de muerte: los posibles errores judiciales y el hecho que “hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar”. “Siempre, en toda condena, debe haber una ventana de esperanza”, recuerda Francisco.
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, comentó a propósito de esta intención: “Este mes Francisco nos invita a rezar por la abolición de la pena de muerte, reiterando lo que dijo en Fratelli tutti y especificado en el Catecismo de la Iglesia Católica: ‘La Iglesia está decidida a proponer su abolición en todo el mundo’. ¿Por qué? Porque hasta en el último momento una persona puede convertirse, reconocer sus crímenes y cambiar. En cambio, la pena capital es como ponerse en lugar de Dios. Con la condena, se determina que una persona ya nunca podrá cambiar, cosa que no sabemos. Este mes de septiembre el Papa nos invita a rezar y a movilizarnos para apoyar concretamente las asociaciones y organismos que luchan por la abolición de la pena de muerte”.