Seamos Voces de Esperanza para el mundo

Matias Estigarribia

“Mis queridos amigos, unidos a Jesús como los sarmientos a la vid, ustedes darán mucho fruto; […] serán semillas de esperanza allí donde viven: en la familia, con sus amigos, en la escuela, en el trabajo, en el deporte. Semillas de esperanza con Cristo nuestra esperanza.”

Estas fueron algunas de las últimas frases del papa León XIV, en la oración del Ángelus, al final del Jubileo de la Juventud, en Tor Vergata, Roma (3 de agosto de 2025).

Dijo “semillas”. Podría haber dicho luces, puentes o huellas. Me permito el atrevimiento de parafrasear al Papa y elegir: “serán voces de esperanza allí donde viven”.

Las “voces de esperanza” de Schoenstatt

Los pasados días 29, 30 y 31 de julio, más de 45 representantes de la Juventud de Schoenstatt del mundo se congregaron a la sombra del Santuario de Belmonte, en Roma, para descubrir las voces del tiempo, del ser y del alma que sacuden hoy a los jóvenes.

Participaron jóvenes de Alemania, Austria, Polonia, Suiza, Portugal, Nigeria, Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, México, Paraguay, Uruguay, Estados Unidos, Chile, Rumania y Ecuador, los asesores de ocho de estos lugares, tres seminaristas de los Padres de Schoenstatt y tres postulantes de las Hermanas de María.

Qué bonito es soñar juntos

El martes 29, algunos apenas aterrizados en Roma, nos dirigimos rumbo al Santuario para comenzar un momento histórico: el primer Congreso Internacional de Jóvenes de Schoenstatt. Es un hecho que comenzamos a dimensionar esa tarde con la Misa presidida por el Padre Pablo Pérez y el posterior compartir con el P. Alexandre Awi Mello, presidente de la Presidencia Internacional de Schoenstatt, sobre “Ser Peregrinos de Esperanza y este Congreso Internacional”. Además de reír y compartir, mientras nos íbamos conociendo con dinámicas divertidas, también pudimos cerrar el día con un momento de Adoración a Jesús, organizado por la Juventud Femenina de Ecuador y la Juventud Masculina de México.

El miércoles 30 tocaba ponerse “manos a la obra”. Durante la mañana vivimos distintos momentos: desde trabajar sobre las voces del alma, del tiempo y del ser, como distintos Workshops de los asesores de la juventud que acompañaron durante los días de Congreso.

Corría el día y, más de uno coincidirá conmigo, se sentía en el ambiente una profunda espiritualidad, una manera de sentirnos familia. Yo veía a jóvenes de Paraguay preparando las canciones de la misa junto con jóvenes de Polonia, y me emocionaba, porque, como nos dijo el P. Lucas Chiappe en la Misa ese día, parafraseándolo un poco: “A veces lo único que nos une es la Alianza de Amor con la Mater! Y que lindo que eso muchas veces sea suficiente para poder soñar juntos!”.

Cerrábamos el día con una vigilia frente al Santuario, donde recordamos a nuestro Padre y Fundador, P. José Kentenich, y ¡su lucha por la libertad exterior del Movimiento de Schoenstatt!

El comienzo de un camino por descubrir

Comenzando el día jueves, nos acercábamos al final del Congreso, implorando al Espíritu Santo y escuchando el testimonio de distintos lideres schoenstattianos y sus apostolados. El Congreso cerró con música, compartir, propuestas, ideas, pero todos coincidimos en algo: era el comienzo de algo más, fue un primer encuentro que esperamos en el futuro nos permita seguir soñando y construyendo juntos.

Para terminar, el P. Gabriel Oberle, de Brasil, se emocionaba en la Misa final y volvía a recalcarlo: habíamos tenido un profundo encuentro por primera vez de los líderes jóvenes de nuestro Movimiento y este era solamente el inicio!

El Congreso terminó con cada uno de los jóvenes revoleando las banderas de sus países, incluso las de quienes no pudieron estar y al ritmo de nuestro himno, ya no cantado solo en español o inglés, sino en cada uno de nuestros idiomas:

Ven Espíritu, Espíritu Santo
Ven Espíritu, Espíritu de Amor

Quizás muchos esperan un gran comunicado o una gran resolución, algo “tangible” y rápido que marque de alguna manera el camino que debemos realizar juntos.

Voces de Esperanza nos regaló algo incalculable: descubrir que somos parte de algo mucho más grande. Que venimos de muchos lugares, que hablamos distintos idiomas pero que nuestros corazones laten al unísono, por ese fuego que nos regala la Alianza de Amor con la Mater.

¿Cómo seguimos? ¿Qué hacemos ahora? ¿Cuándo nos encontramos de nuevo? Pueden ser algunas preguntas que surgen en el horizonte. ¿Importantes de responder? Si. ¿Urgentes? ¡Aún no! Este Congreso nos recordó que lo primero es vernos, compartir, estar juntos. Solo así podemos soñar un Schoenstatt más humano, apostólico y universal.

Seamos Voces de Esperanza para el mundo.

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