Del 20 al 22 de noviembre la Hna. María Ignacia Maillard, asesora de la Liga de Familias de Schoenstatt de Madrid/España, participó en el I Congreso Internacional de Acompañamiento. El evento se celebró en Ourense (España), organizado por el Instituto de la Familia y el Instituto Internacional de Acompañamiento, ambos son instituciones civiles españolas. Varios congresistas de España, Portugal e Hispanoamérica se dieron cita para reflexionar, intercambiar experiencias y formarse en la práctica del acompañamiento integral, en un contexto marcado por la creciente necesidad de apoyo que presentan tantas personas en distintos ámbitos de su vida.
Durante el Congreso, la Hna. María Ignacia tuvo la oportunidad de presentar la ponencia “La fuerza sanadora del amor: un camino de acompañamiento en el matrimonio”, compartiendo la experiencia como asesora de las Familias en Madrid, en el acompañamiento a matrimonios y familias. Centró la intervención en cómo los principios de nuestro carisma —el valor del vínculo, el autoconocimiento, la libertad interior, la confianza en la Providencia y el poder transformador del amor— pueden guiar procesos reales de crecimiento, sanación y reconciliación en la vida cotidiana de los matrimonios.


El Congreso ofreció un marco profundo para comprender qué significa acompañar hoy y cómo formar acompañantes capaces de escuchar, sostener y abrir caminos de crecimiento personal, familiar y espiritual. Se subrayó la importancia del “lugar interior” desde el que se sitúa quien acompaña y la decisiva relevancia del vínculo como eje de todo proceso. Acompañar no consiste en aplicar técnicas, sino en entrar con respeto en la historia del otro, caminar a su lado y ayudarle a descubrir apoyos y horizontes que iluminen su vida. Implica crear un espacio en el que la persona se sienta vista, acogida y comprendida en su totalidad, donde puedan emerger sus valores, heridas, preguntas y deseos más profundos. Más que herramientas, requiere una actitud madura capaz de generar un clima de seguridad afectiva y respeto, que favorezca el crecimiento integral del acompañado y potencie su libertad y dignidad.
Una mirada amplia e interdisciplinar
A lo largo de ponencias, talleres y mesas redondas se integraron perspectivas desde la psicología, la educación, la filosofía, la espiritualidad y la intervención social. El Congreso mostró así la riqueza de una visión interdisciplinar del acompañamiento, capaz de responder a la complejidad de la vida actual.
Entre los aportes más valiosos estuvo la reflexión del Dr. Xosé Manuel Domínguez, uno de los principales referentes del acompañamiento personalista. Subrayó la importancia de unir antropología, claridad metodológica y una sensibilidad humana capaz de acoger la realidad completa de la persona. Su mirada ayudó a situar el acompañamiento en un horizonte de crecimiento integral, donde cada uno pueda integrar su historia, sus afectos y sus decisiones desde un sentido profundo de dignidad y libertad.

La contribución de Schoenstatt
Participando por parte del Movimiento de Schoenstatt, la Hna. María Ignacia nos cuenta más detalles sobre el Congreso:
¿Cuál fue la contribución de Schoenstatt en este evento?
Escuchando las distintas aportaciones del Congreso —y desde mi propia experiencia como asesora de la Liga de Familias de Madrid— surgió con fuerza la pregunta sobre cómo podemos enriquecer este camino desde la espiritualidad de Schoenstatt.
Creo que nuestra contribución puede expresarse sobre todo desde la “visión orgánica” de la persona, tan central en el pensamiento del P. José Kentenich. Él afirmaba que el ser humano crece cuando se vincula de manera sana: consigo mismo, con los demás, con Dios y con la vida. Esta visión, que integra razón, afectividad, voluntad, en el contexto de la propia historia personal y misión— ilumina de modo singular los procesos actuales de acompañamiento.
A partir de su ponencia y de la pedagogía de Schoenstatt, ¿cuáles son los aspectos más destacados sobre el «acompañamiento» que podemos extraer de estas reflexiones?
Acompañar desde esta perspectiva implica:
- cuidar los vínculos que permiten a la persona florecer,
- acompañar ritmos y biografías reales,
- ayudar a leer la vida desde una pedagogía que valora la libertad interior, la responsabilidad personal y la confianza en la Providencia.
Estoy convencida de que esta mirada puede ofrecer al mundo del acompañamiento un acento propio y enriquecedor, plenamente compatible con los desarrollos actuales del ámbito profesional y pastoral.
¿Cómo fue el congreso y qué nos puede decir sobre su participación?
El ambiente del Congreso estuvo marcado por el diálogo, el aprendizaje mutuo y el deseo sincero de servir mejor a quienes buscan orientación y sostén, especialmente en momentos de dificultad o de búsqueda de sentido. En un tiempo en el que tantas personas se sienten desbordadas, solas o desorientadas, espacios como este renuevan el compromiso por construir una auténtica cultura del cuidado.
Para mí, estos días fueron también una oportunidad para reconocer la riqueza que nuestra espiritualidad y pedagogía pueden aportar a la comprensión del acompañamiento y a la labor de quienes trabajan en este campo. Han sido jornadas para profundizar, compartir y dejarnos transformar. Porque acompañar —y dejarnos acompañar— sigue siendo uno de los actos más humanos, más necesarios y más bellos de nuestro tiempo.
