«Nuestro sueño se ha hecho realidad hoy en Biguaçu», expresó María Lessa Chiquetti, misionera del Apostolado de la Virgen Peregrina en el municipio de Atalanta (Santa Catarina, Brasil), con motivo de la dedicación del primer santuario de Schoenstatt en el estado de Santa Catarina (Brasil).
Desde el amanecer del domingo 20 de julio, llegaron a Biguaçu alrededor de un centenar de autobuses con miles de peregrinos para participar en este esperado momento, anhelado durante décadas por el pueblo catarinense. Había participantes de todo el estado, así como caravanas de schoenstattianos de diversas partes de Brasil. Todos los ojos estaban puestos en el pequeño santuario, situado en lo alto de una colina del barrio de Tijuquinhas.
«Para nosotros, la espera de muchos años se ha hecho realidad… Ansiábamos que la Mater viniera a habitar entre nosotros para atraer a mucha gente y transformar los corazones. El santuario es un oasis para todos nosotros», afirma Gládis Kuhn, de la Rama de Señoras de Schoenstatt.

El Tabor de la Misericordia
La misa fue presidida por el arzobispo de Florianópolis, monseñor Wilson Tadeu Jönck, SCJ, y concelebraron los obispos de las diócesis de Tubarão/SC, monseñor Adilson Pedro Busin, CS, y de Blumenau/SC, monseñor Rafael Biernaski (miembro de la Federación de Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt), así como muchos sacerdotes.
En su homilía, monseñor Wilson destacó el significado del santuario como lugar de encuentro con Dios: «Lo más importante no es la iglesia de piedra. La iglesia de piedra es un instrumento para construir la verdadera Iglesia, que somos nosotros. Es en nuestro corazón donde Dios quiere morar. […] Este Santuario es un lugar de encuentro con Dios. Todos están invitados a subir a esta colina, ponerse ante Dios y hablarle de su vida. Esta colina, este Santuario, se llama Tabor de la Misericordia. Tabor es la montaña de la Transfiguración. Es la transformación que la presencia de Cristo, la presencia de Dios, puede realizar en la vida de cualquiera».

Tras la homilía, tuvo lugar el rito de dedicación mediante el cual el nuevo templo fue solemnemente consagrado al Señor. Se colocó una reliquia de Santa Generosa, mártir del siglo II, en el altar, uniendo así el presente de la Iglesia con la memoria viva de los primeros cristianos.
Madre y Reina, te invitamos
Uno de los momentos más emotivos y significativos fue la llegada de la imagen de la Madre y Reina de Schoenstatt al Santuario. Al son de la canción Ave María, interpretada por el coro Voces de Santa Catarina, una procesión de Hermanas de María nacidas en el estado de Santa Catarina llevó la imagen de la MTA hasta el Santuario. La imagen fue colocada en su lugar de honor por el director nacional del Movimiento, el padre Antonio Bracht.


La antigua canción schoenstattiana que dice «Te llamamos y te invitamos a venir a vivir en medio de nosotros; es nuestro anhelo» acompañó el momento de la entronización de la imagen de la Mater. Esta música recordaba que, gracias a la vida de alianza de amor de los hijos de Schoenstatt de Santa Catarina, vivos y difuntos, se establecía allí el 25.º trono de gracias de la Madre y Reina en suelo brasileño.
Fue un momento emotivo, pero también de compromiso con la misión, como bien recuerda Nilo Simm, coordinador del Apostolado de la Virgen Peregrina en la diócesis de Joinville: «Fue un acontecimiento marcado por varios momentos en los que afloró la emoción, sobre todo porque traía a la memoria a personas que se habían dedicado mucho para que este momento se hiciera realidad y que, por alguna razón, no pudieron estar presentes, o que continuaron el camino en el «Schoenstatt celeste»». Participar en la liturgia de ese día fue un gran honor; pude sentir la misericordia de Dios. Al mismo tiempo, sentir que el Santuario al que nos dedicamos se había hecho realidad nos hizo sentir como el 18 de octubre de 1914, no con una sensación de misión cumplida, sino con el sentimiento de un compromiso renovado para que todos los que lleguen allí puedan sentirse en el regazo de la Mater».

Este gran día de fiesta fue una gracia del cielo, pero también contó con la colaboración de muchos voluntarios que trabajaron día y noche para que todo saliera bien. Ellos también supieron ofrecer al Capital de Gracias lo que, a pesar de todos los esfuerzos, no salió como estaba previsto, dando así un gran testimonio de amor a la Madre y Reina y de compromiso con la misión.