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Schoenstatt
Movimiento Apostólico

Capital de gracias

No sólo lo grande y lo más grande, sino las más grandes alturas deben ser objeto de nuestros mayores esfuerzos

Capital de gracias del Santuario Original

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Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la gracia divina supera la naturaleza humana. Por su pasión, muerte y resurrección, Cristo aseguró un número infinito de gracias para toda la humanidad, un tesoro que significa la salvación de los hombres. Sólo Él, como Hijo de Dios y Redentor, podía ganar estas gracias para la humanidad.

Jesús confió este tesoro celestial a la Iglesia, facultándola para distribuirlo en la tierra mediante los sacramentos. Por su sacrificio, derrama las gracias de la salvación sobre su cuerpo, que es la Iglesia»

(CIC, 1407).

Desde su origen, la espiritualidad de Schoenstatt se fundamenta en la sinergia de la contribución humana y la iniciativa divina. En los Santuarios de Schoenstatt, Dios concede sus gracias a través de la intervención de María, que se ve influenciada por la contribución humana.

Los sacrificios personales, cuando se combinan con el sacrificio de Cristo, tienen un significado inmenso. Motivan a la Santísima Virgen a dispensar las gracias de la redención que Cristo ha ganado para nosotros y para toda la humanidad. En esencia, las contribuciones al Capital de Gracias son actos de amor presentados a la Virgen María para que Ella los distribuya entre los necesitados.

El Capital de Gracias es el término utilizado para describir el «tesoro de gracias» que la Santísima Virgen dispensa desde el Santuario.

En otras palabras, en el Movimiento Apostólico de Schoenstatt, los dones imperfectos de cada uno son ofrecidos a María, y sumados a sus dones perfectos, Ella los ofrece a Dios, generando una fuente de gracias que brota del Santuario.

Cabe destacar que, desde el principio, las contribuciones al Capital de Gracias que los primeros congregantes y héroes de Schoenstatt ofrecieron fueron, sobre todo, esfuerzos encaminados a su autoeducación para mover a Nuestra Señora a establecerse en el Santuario y, desde allí, distribuir dones y gracias en abundancia».

"Todo lo que se hace con amor es una semilla para un mundo nuevo". J. K.

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