“En este tiempo, estamos llamados a ser signos de contradicción”

Karen Bueno

En los últimos seis años, Patricia y José Antonio (Pepo) Köstner han sido los Superiores Generales del Instituto de Familias de Schoenstatt. El matrimonio argentino fue elegido y asumió esta misión en el Capítulo General de 2018, y su tiempo de misión llega ahora a su fin en 2024. Les suceden en esta tarea este año los españoles Rafael y Cristina Muñoz, de Barcelona (ver entrevista aquí).

Hoy, Pepo y Patricia comparten sus experiencias de estos últimos años, un tiempo marcado por innumerables retos y gracias.

¿Qué pueden decirnos acerca de los últimos seis años de su misión en la comunidad global?

Han sido años difíciles, con múltiples desafíos, pero sin ninguna duda, plenos de bendiciones. A pesar de la pandemia, hemos podido tomar contacto con casi todas nuestras comunidades y familias en forma personal; pudimos participar en congresos sobre familia presencialmente y online; hemos profundizado también el contacto con otras comunidades y con distintos “gremios” en Schoenstatt, sobre todo con la Presidencia Internacional, de la cual fuimos miembros en estos últimos 6 años trabajando muy intensamente, codo a codo, sobre todo durante el tiempo de las acusaciones contra nuestro Padre y Fundador. También allí hemos podido experimentar el ser familia en el espíritu del COR UNUM IN PATRE.

¿Qué es lo que más los ha marcado durante estos años?

No podemos decir que hubo algo puntual que nos haya marcado. De lo que sí estamos seguros, es de que no somos los mismos ahora que hace seis años cuando empezamos. Hemos aprendido, crecido y madurado mucho, y pudimos ratificar nuestra vocación de ser y hacer familia allí donde Dios nos quiera.

Hemos madurado en la convicción de que nuestro Padre fue muy profético al escuchar la voz de la divina Providencia que lo invitó a fundar en Dachau una comunidad de matrimonios de vida consagrada, cuya misión fuera encarnar el ideal de la Sagrada Familia de Nazaret para los tiempos de hoy, y ayudar así a la construcción de un nuevo orden social a través de la renovación cristiana del matrimonio y la familia. En una época donde todo apunta a la destrucción de la familia, estamos llamados a ser signos de contradicción. ¡Una gran misión, un gran desafío!

Ustedes han enfrentado un período desafiante, marcado por crisis internas y externas, como la pandemia del coronavirus y el cuestionamiento de la Causa Kentenich. ¿Qué lecciones ha aprendido de estos tiempos?

Sin duda, en este período hemos sido sacudidos por tres grandes terremotos, que han movido el piso de nuestras seguridades y nos han invitado a colocar toda nuestra confianza filial en el Dios de la Vida, que detrás de todo acontecimiento siempre tiene un plan de amor:

  • Un terremoto sanitario: la pandemia del Covid-19
  • Un terremoto espiritual: las acusaciones contra nuestro Padre
  • Un terremoto geopolítico: las dos guerras, una desatada por el ataque de Rusia a Ucrania y otra por el ataque de Hamas a Israel.

A primera vista, la pandemia podría haber causado una debacle para la vida de nuestra comunidad en cuanto al posible enfriamiento de los contactos por el confinamiento del COVID, pero finalmente tuvo una resultante creadora. La divina Providencia nos permitió crecer, a través de los medios cibernéticos en una consciencia de internacionalidad que nadie imaginaba. También ha crecido el número de encuentros en todos los grupos y gremios de nuestras comunidades libres y oficiales. En algunas comunidades parciales, los retiros anuales tuvieron una participación de casi el 100% de sus miembros.

Otra resultante creadora fueron las misas online, celebradas por nuestro asistente espiritual, el P. Marcel Mouras, coordinadas logísticamente por la familia Rivera, y preparadas y animadas por las distintas regiones y delegaciones en diversos idiomas. Sin buscarlo conscientemente, esto rompió con todas las fronteras, uniéndonos cada vez más como familia internacional.

Nos volvimos a sentir un poco como los primeros cristianos, que se reunían en sus casas por miedo a salir para no ser perseguidos (en nuestro caso, a ser contagiados). Volvimos también a redescubrir el gran regalo que tenemos como schoenstattianos: el Santuario Hogar, alrededor del cual volvimos a configurar nuestra vida espiritual y familiar.

En cuanto al tema de las acusaciones al Padre, sin duda fue un terremoto que nos sacudió a todos los schoenstattianos. Pero pasado ese momento y mirando hacia atrás, estamos convencidos de que muchos hemos salido fortalecidos en el cariño a nuestro Padre, pudiendo profundizar más en su mensaje profético del 31 de mayo y todo el mundo del organismo de vinculaciones y las causas segundas. Hoy, podemos decir claramente: “Sí, Padre, vamos contigo!”

También el conflicto entre Rusia y Ucrania nos ha tocado existencialmente, ya que en febrero de 2022, cuando se desató la guerra, nosotros nos encontrábamos en Argentina y muchos nos recomendaron no volver a Schoenstatt como teníamos previsto, porque nadie podía calcular las consecuencias de esa invasión. Sin embargo, tomamos la decisión de regresar a Schoenstatt y gracias a Dios, la Mater no ha permitido que la guerra se expandiera a otros países europeos.

En esos meses, comenzó a profundizarse la ola migratoria de refugiados ucranianos a países europeos, sobre todo a Alemania. Ante semejante necesidad, nuestra Casa Nazaret y nuestra Casa de la Familia también ofrecieron acoger a algunas familias a través de la Municipalidad de Vallendar.

En el contacto visual cotidiano con estas personas que sufren percibimos un dolor desgarrador, y un llamado de Dios a darles ánimo y cobijamiento en nuestro Monte Nazaret. En todo este tiempo hemos podido experimentar cómo se transformó en una realidad palpable la profética oración que escribió nuestro Padre en la Hora Prima del Hacia el Padre, que dice:

“Para bendición de tiempos desarraigados, en este Nazaret, Dios trae salvación a las familias”

Sabemos que el Instituto de Familias representa una vocación única en la Iglesia y que busca el reconocimiento jurídico de ese modelo de vida, formado por parejas consagradas. ¿Cómo va en estos momentos la búsqueda de este reconocimiento por parte del Instituto?

En cuanto al tema «Reconocimiento en Roma» como comunidad de matrimonios de vida consagrada, seguimos trabajando. Hemos recibido algunos ajustes a nuestros Estatutos que fueron enviados a Roma el 18 de octubre de 2022. Después de nuestro Capítulo General, se reanudará el trabajo de una comisión que se ocupará de este tema. Sabemos que es un proceso lento, y que lo importante es vivir lo que proclamamos. El resto se dará por añadidura…

Nueva dirección general del Instituto

Desde toda su experiencia, ¿qué mensaje dejan a Cristina y Rafael Muñoz y a la nueva dirección general de la comunidad?

Conocemos muy bien a Rafa y a Cristina, que han sido nuestro brazo derecho como Asistentes Generales, y también a todas las familias de la nueva Dirección General. Nuestro humilde consejo es que sigan trabajando como un equipo, discutiendo y consensuando ideas y decisiones, buscando momentos de oración juntos, y delegando, lo más posible, tareas en personas que no pertenezcan a la Dirección. Esto alivia el trabajo y a la vez crea corresponsabilidad. La comunidad es de todos, crece gracias a todos, no es de la Dirección General de turno. Nosotros, aun a la distancia, estaremos disponibles para lo que necesiten.
Algo que para nosotros ha sido primordial fue hacer de nuestra Dirección General un organismo de conducción muy cercano a la gente, escuchar, observar y estar junto a las familias. Claramente, la Dirección General tiene como brazos extendidos a los superiores regionales, que por cierto son fundamentales. Pero el contacto vivencial con las familias es fundamental para quien dirige. Esperamos que esta nueva Dirección General continúe con esta dinámica.

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