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Schoenstatt
Movimiento Apostólico

El desafío de la sinodalidad: Schoenstatt en el Encuentro de Movimientos

Geni Maria Hoss

«¡El desafío de la sinodalidad para la misión!». Este fue el tema del encuentro de moderadores de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Entre las instituciones aprobadas por este Dicasterio, 97 estaban representadas a través de su moderador/responsable general y un representante más de la dirección general.

Del Movimiento de Schoenstatt participaron dos miembros de la Federación Apostólica de Mujeres, comunidad aprobada por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida: la teóloga Geni Maria Hoss (responsable general de la comunidad) y Celia Etchegaray (consejera de la Dirección General).

El encuentro tuvo lugar en el Aula Nueva del Sínodo, cerca de la Plaza de San Pedro, el 13 de junio de 2024. Tras la inscripción, los participantes se dirigieron directamente al altar central de la Basílica de San Pedro para la Misa, presidida por el Card. Kevin Farrel, Prefecto del Dicasterio.

Conversión espiritual

Tras la misa, el programa del día comenzó con una audiencia con el Papa Francisco. En su discurso, el Papa llamó la atención sobre el camino que debe seguir la Iglesia como Iglesia sinodal. Según él, la sinodalidad requiere una conversión espiritual, porque sin un cambio interior no será duradera. El protagonista de la Iglesia sinodal es el Espíritu Santo. Sólo en la apertura al Espíritu se hace realidad la dimensión sinodal. El objetivo es que la sinodalidad se convierta en la acción natural y permanente de la Iglesia, es decir, en su modo de ser.

El Papa ha mencionado a San Pablo VI, mentor de una Iglesia sinodal, cuando creó el Sínodo de los Obispos poco después del Concilio Vaticano II. Entre las «virtudes sinodales», el Papa Francisco destacó: El primer gran cambio interior es pensar como Dios piensa. «En la Iglesia, antes de tomar cualquier decisión, antes de iniciar cualquier programa, cualquier apostolado, cualquier misión, debemos preguntarnos siempre: ¿qué quiere Dios de mí, qué quiere Dios de nosotros, en este momento, en esta situación? Lo que tengo en mente, lo que tenemos en mente como grupo, ¿es realmente ‘el pensamiento de Dios’?». Hay que sintonizar con Dios. La sinodalidad exige también la escucha atenta de los demás, porque el Espíritu actúa donde quiere. Para que esto sea posible, hay que cultivar la virtud de la humildad. Los movimientos no deben crear reductos cerrados, sino estar abiertos al diálogo con los demás. Por último, el Papa deseó un buen encuentro y pidió oraciones, subrayando: «Recen por mí, no contra mí». Terminó su audiencia con la oración del Ave María y una bendición.

The Challenge of Synodality: Schoenstatt in the Movements’ Encounter
Fotos: Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

Caminar con la Iglesia – como Iglesia

El programa continuó con las palabras de saludo del Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Farrel. Según él, el tema fue elegido para subrayar la importancia de que las asociaciones de fieles, los movimientos y las nuevas comunidades caminen en armonía con toda la Iglesia. El Cardenal deseó que, en línea con el pensamiento del Papa, haya en la Iglesia hombres y mujeres que tengan, como forma normal de actuar, el hábito del diálogo, de escucharse unos a otros, de buscar juntos soluciones a los problemas.

La sinodalidad tras las huellas del Concilio Vaticano II

El teólogo laico venezolano Dr. Rafael Luciani presentó la sinodalidad como fruto del Concilio Vaticano II. Habló sobre el siguiente tema: «Hacia una Iglesia constitutivamente sinodal y misionera». El Concilio Vaticano II presenta la eclesiología del Pueblo de Dios y, de este modo, reconoce la igualdad fundamental de todos los fieles basada en su dignidad bautismal. El modo de ser sinodal y misionero es inherente a la Iglesia. El ejercicio de la corresponsabilidad de cada cristiano no es una acción meramente auxiliar, sino esencial en la Iglesia. La Iglesia sinodal en misión nace de la sinergia de ministerios, dones y carismas. Luciani afirmó en su charla que la Iglesia sinodal es quizás la mejor respuesta y signo profético de comunión y diversidad en una sociedad de exclusión, inequidad, polarización y desinstitucionalización. Para ello, es necesario consultar, escuchar, dialogar, discernir en comunidad, pedir consejo, tomar decisiones y rendir cuentas.

Experiencias de sinodalidad en asociaciones de fieles, movimientos y nuevas comunidades

«La experiencia de la sinodalidad en los Movimientos» fue el tema de la Dra. Elisa Lisiero (Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida). Los movimientos y asociaciones, en particular los reconocidos por el Dicasterio, llevan en su modo comunitario y relacional elementos sinodales y tienen un objetivo común, es decir, una misión singular. La síntesis de la primera etapa del Sínodo (2022) demostró el potencial de la sinodalidad traducido en estructuras y prácticas concretas, probadas a lo largo de los años. Se trata de experiencias polifacéticas y valiosas al servicio de la misión de la Iglesia. Sin embargo, esto no significa que no tengan desafíos que superar y la necesidad de una mayor madurez en su camino.

Especialmente importantes son las estructuras de convivencia fraterna en grupos y pequeñas comunidades, que son la base del tejido asociativo de los movimientos. Reflejan el espíritu de amistad y familia que brota del carisma o ideal evangélico. Esta dimensión familiar y comunitaria de los movimientos contrasta con el individualismo y la soledad que dominan la sociedad actual.
El modo de gobierno, que incluye prácticas de corresponsabilidad, da lugar a un nuevo ideal de liderazgo compartido. Mediante prácticas de solidaridad, los movimientos se centran en la dignidad de la persona y permiten que el Evangelio vivido en su esencia llegue a muchas de las periferias de la sociedad.

The Challenge of Synodality: Schoenstatt in the Movements’ Encounter

El encuentro fue intenso en cuanto a los temas presentados, pero también muy valioso en la medida en que permitió numerosos encuentros e intercambios.

Sin duda, el punto culminante fue el encuentro personal con el Papa. A la salida de la primera pausa tras la audiencia con el Papa, sentado en una silla de ruedas, esperó a que cada participante le saludara en el pasillo. La sorpresa y la alegría se podían ver en los rostros de los participantes, a pesar de que sólo fueron unos segundos… Demasiado breves para los participantes, pero sin duda demasiado largos para un Papa muy delicado de salud. Recemos para que el Espíritu Santo le ilumine y derrame una profusión de sus dones para toda la Iglesia.

Traducción: Vanessa Franke

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