Creo que mi contribución cuenta

Schoenstatt Internacional

Querida Familia de Schoenstatt, ¡Feliz Día de Alianza de Amor!


Un día de primavera de 1916, un estudiante se quedó solo en el colegio. Todos sus compañeros se habían ido de vacaciones para reunirse con sus familias. Él, sin embargo, venía de muy lejos y no tenía recursos para viajar.

Al contemplar esta escena, podemos imaginarnos que el joven estaba triste y desanimado. Sin embargo, en lugar de sentirse triste, vio en esa soledad una nueva oportunidad para expresarle su amor a María. Miró las flores del jardín y pensó: «¡Puedo conquistar un jardín espiritual para la Mater!». Su idea era una pequeña contribución, parecía simple y sin importancia. Sin embargo, tal vez precisamente por eso se convirtió en una inspiración para miles de personas en todo el mundo.

Estamos hablando de José Engling y sus «Flores de Mayo». Todo lo que vivió aquella primavera lo anotó en su diario y se convirtió en una «pequeña contribución» que sigue resonando año tras año en la vida del Movimiento de Schoenstatt.

Mi contribución es única

Durante los últimos días, la Familia Internacional de Schoenstatt ha rezado la novena bajo el lema «Creo que mi contribución cuenta». Hoy, 18 de octubre, día de la Alianza de Amor, alcanzamos el punto culminante de esta reflexión.

En este camino, hemos visto que toda contribución, por pequeña que sea, es una conquista para la MTA. Y que cada persona, con su forma de ser, su temperamento, sus defectos y sus cualidades, es valiosa para nuestra misión.

Sin embargo, podemos preguntarnos: «¿Yo realmente soy importante? ¿De verdad?». Siguiendo con los héroes, veamos lo que escribe Gertraud von Bullion:

«¿Por qué la Madre, por encargo de Jesús, me condujo a la Federación, precisamente a mí, que, en una reflexión honesta, no soy nada y no puedo contribuir en nada a la renovación religiosa y moral del mundo? Y entonces la Madre responde: «Hija mía, precisamente porque no eres nada y no puedes nada, porque tú, por ti misma, ni siquiera eres una colaboradora útil, por eso Dios te quiere para su obra. No porque tengas que ser capaz de algo, sino porque Dios quiere actuar y crear. Y, cuanto más incompetentes son el aprendiz y el artista que deben ayudar al maestro, cuanto más le obstaculizan, perturban y causan estragos con su falta de aptitud, tanto más se manifiesta la sabiduría y la grandeza del maestro creador, que sabe hacer que todo contribuya al éxito de su obra»

(Gertraud von Bullion, Serviam, 1925)

Dios realiza sus grandes obras a través de los pequeños

«Dios es aquel que realiza las cosas más grandes a través de los más pequeños», decía nuestro Padre y Fundador, el P. José Kentenich. Eso es lo que vemos en la historia de Schoenstatt y en nuestra propia vida.

Un ejemplo especial es la vida del Venerable Diácono João Luiz Pozzobon. Un hombre de pocos estudios, de origen humilde, que trabajaba en el campo… Fue capaz, gracias a sus contribuciones diarias, de iniciar una obra que se convirtió en un importante brazo misionero de la Iglesia.

João contó una vez: «¡[otros jóvenes] eran más listos que yo! Iban a fiestas y bailes. La Madre y Reina se dijo: «Este es el más tonto, lo voy a tomar para mí. A este lo voy a enviar, y él hará todo lo que yo le diga»». Y también dijo: «Me entregué como un pequeño instrumento, como un niño, para que Ella me llevara adonde quisiera» (Héroe hoy, no mañana).

Los héroes no son ejemplos estáticos, atrapados en la historia. Son modelos para animar a las nuevas generaciones a darlo todo.

Con la certeza de que somos importantes, renovamos nuestra Alianza…

Al mirarnos a nosotros mismos, tomamos conciencia de nuestras debilidades y de todo lo que nos falta para crecer en santidad y amor. También nos damos cuenta de que hay personas «mejores», más capacitadas y adecuadas para nuestras funciones. Pero estamos donde Dios nos quiere, donde nos ha plantado para crear nuestro «jardín espiritual», como hizo José Engling. Para ello, es necesario mirar también nuestras cualidades y los dones que llevamos y, de manera especial, abrirnos al Espíritu Santo para crear algo nuevo, o entonces hacer todo lo que siempre hacemos, ¡pero con más amor!

Renovamos hoy nuestra Alianza de Amor, con la conciencia de que no somos nada, pero con la certeza de que, en ese NADA, somos TODO en las manos de Dios y de nuestra Mater. Somos los héroes de hoy, los héroes de esta generación.

«Si queremos preservar la plenitud de espíritu y de vida que se ha desarrollado a lo largo de la historia, debemos hacer de la fidelidad a la Alianza de Amor con la Madre y Reina Tres Veces Admirable de Schoenstatt siempre nuestra mayor preocupación y nuestro objetivo predilecto»

(P. José Kentenich)

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