Argentina celebra un Congreso Nacional de Misiones Familiares

P. José María Iturrería

Este año las Misiones Familiares cumplieron 25 años de vida en Argentina. El Movimiento de Schoenstatt celebró su jubileo reuniendo a muchos participantes, las familias misioneras, para participar de un Congreso Nacional de las Misiones Familiares Argentinas.

El fin de semana del 10 al 13 de octubre nos congregamos mas de 70 misioneros, de todas las edades y vocaciones. Como representantes procedentes de distintas diocesis del país (Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, Paraná, Chaco, Misiones, La Plata, San Isidro y Buenos Aires), se reunieron en el Colegio María de Nazareth, de Córdoba, para celebrar lo que los une a todos.

Niños, jóvenes, matrimonios, abuelos, laicos y consagrados… Cada uno fue renovado en la conciencia de que es protagonista de una modalidad misionera que tiene un lugar para todos los estados de vida y todas las edades, y nos hace redescubrir con patente claridad que, como hijos de Schoenstatt, somos Familia.

No nos quedamos parados, tenemos una misión

Los misioneros experimentaron que Schoenstatt no es simplemente una Familia espiritual que se congrega en torno al Santuario, sino que es una Familia Apostólica que lleva y comparte las gracias del Santuario allí donde va, porque, como expresa el lema que los congregó estos días, somos: “Familia Misionera, Santuarios vivos para el mundo”.

La propuesta fue celebrar y agradecer 25 años de historia (¡no faltó fiesta ni torta de cumple!), pero no nos quedamos en el pasado, sino que soñamos juntos el futuro. Del Congreso nos llevamos una conciencia muy clara de todos los pasos que queremos ir dando para que las Misiones Familiares se fortalezcan en las diócesis donde ya están presentes, y sigan creciendo y multiplicándose en aquellos lugares donde haya corazones encendidos por la vocación de ser familias misioneras.

Romi y Pio Reitano, de Mendoza, cuentan: “Los niños son los principales impulsores de que nosotros participáramos del Congreso y eso da testimonio de que para ellos también es un verdadero gozo. Todos se regresaron con nuevos vínculos, nuevos amigos, nueva familia”.

Frutos

Fruto de los talleres y de los intercambios por familias de vida, que bajo los nombres de héroes schoenstattianos como Don João Pozzobon, la Hna. M. Emilie Engel, P. Franz Reinisch, Jose Engling, y el P. Esteban Uriburu, discernimos en oración y en el diálogo algunos horizontes de trabajo. Entre ellos, destacamos la importancia que queremos darle a la unidad y la identidad nacional como Misiones Familiares Argentinas; el valor de la integración y el trabajo sinérgico con la Campaña del Rosario y las Ramas de la Familia de Schoenstatt; y la apuesta por los encuentros nacionales frecuentes como instancias que nos reencienden y potencian mutuamente.

“Vivenciamos una gran ‘concientización’ de lo que las Misiones Familiares representan para nuestra Iglesia, nuestro Movimiento y nuestro País. Resuenan las palabras: amor, familia, amistad, unión, comunión, Misiones Familiares. Que este espacio siga siendo una fuente de gracias para nuestra sociedad y nos ayude a ser Santuarios Vivos desde donde regalemos nuestro tesoro de gracias”, nos comentan Ana y Osvaldo Marcozzi, de La Plata.

Orígenes

Un momento muy especial fue la visita y los testimonios de los matrimonios fundadores de las Misiones Familiares, que hace 25 años comenzaron esta aventura en La Plata. Ellos relataron como esta vivencia misionera transformó sus vidas y las de sus hijos por los vínculos profundos y duraderos que se formaron misionando. Cada “familia de vida” que se forma durante la misión con los hijos naturales y los “adoptados”, se convirtió en una escuela de familia, donde todos aprendieron a compartir, a dialogar, a ayudarse y valorarse el uno al otro. Compartieron cómo, al pasar los años, esos vínculos se mantuvieron en la vida cotidiana y llegaron a ser de una amistad y familiaridad muy profunda.

En el marco del testimonio del tiempo de fundación, contaron como les había costado conseguir lugar para ir a misionar, ya que allá por 1999 ningún párroco confiaba mucho en esta nueva iniciativa de unas “misiones familiares”. Tras varios intentos fallidos y ante la imposibilidad de conseguir lugar de misión, le confiaron esta intención al P. Esteban Uriburu, Padre de Schoenstatt y promotor internacional de la Campaña del Rosario, quien había fallecido poco tiempo atrás, un 12 de octubre de 1998. Él tenía un vínculo personal con estos matrimonios fundadores y ciertamente, con su espíritu misionero, le hubiese encantado participar.

Poco tiempo después llegó la noticia: ¡apareció un párroco que quería recibirlos en la localidad del Belgrano! De ahí que desde el comienzo ellos le atribuyeron un padrinazgo de las MF al P. Esteban. Con el paso de los años esta historia se había perdido, ya que la generación actual desconocía estos hechos, pero ahora nos vuelve a la memoria colectiva. Providencialmente ese sábado, estábamos en medio del Congreso y fue 12 de octubre. ¡Nos dimos cuenta que era el 26 aniversario de la partida del P. Estaban!

Es una vocación misionera

Para concluir, algo que se puede destacar de todo el Congreso no fueron solamente las palabras o documentos, sino una profunda vivencia que nos hizo sintonizar de manera casi “espontánea”: la alegría de estar en familia compartiendo con una extraordinaria naturalidad esta vocación misionera.

No cabe ninguna duda de que esto es una gracia de Dios y que la Mater quiere derramar muchas bendiciones a través de esta iniciativa de apostolado familiar. Es una vocación misionera que ya ha dado fruto en 11 comunidades a lo largo del país, y que quiere hacer llegar a la Mater muchos lugares no solo porque lleva a la Virgen Peregrina, sino porque transparenta un estilo de vida familiar que contagia la fe y los valores con la mayor naturalidad y de manera tremendamente eficaz.

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