Azucenas radiantes: La Juventud Femenina celebra 50 años en México

Irma Ramirez

México radiante de azucenas, ayer, hoy y siempre

El fin de semana del 22 al 24 de agosto, la Juventud Femenina de Schoenstatt en México tuvo la dicha de celebrar el Jubileo por los 50 años de su fundación. Fue una experiencia profundamente emotiva, llena de gracia y de esperanza, en la que sentimos nuevamente la fuerza de los ideales que cada generación ayudó a construir, pero sobre todo a vivir.

En la espiritualidad de Schoenstatt, un jubileo significa volver al origen con gratitud, vivir un tiempo de gracia especial en el Santuario, renovar la Alianza de Amor y lanzarse con nuevo ardor misionero hacia el futuro. Por ello, más que una conmemoración, este jubileo fue un encuentro de renovación y envío.

Comunión entre generaciones

Uno de los grandes regalos de este jubileo fue la posibilidad de reunir a todas las generaciones de la Juventud Femenina. En apariencia, las diferencias podrían haber marcado distancia: modos distintos de pensar, de hablar, de relacionarse o incluso de soñar. Sin embargo, en Schoenstatt esas diferencias no se convirtieron en obstáculos, sino en riqueza.

Lo que parecía distancia se transformó en puente, porque lo que nos une no son las modas ni los estilos, sino los ideales eternos: la fe práctica en la Divina Providencia, la Alianza de Amor con María y el anhelo de formar personalidades libres, fuertes y responsables. En esa coincidencia de ideales, las épocas se abrazaron y lo que en otro contexto podría ser ruptura, aquí se vivió como profunda comunión que atraviesa el tiempo.

Azucena, la flor de la pureza: un símbolo que trasciende generaciones

Las charlas, actividades y dinámicas fueron tejiendo un clima de comunión que culminó en uno de los momentos más significativos del jubileo: el acto solemne de la colocación de la Azucena en el marco de la Virgen. Para nosotras, la Azucena es mucho más que una flor; es el símbolo de la Juventud Femenina, que representa a María y expresa el anhelo de ser mujeres puras, libres, fuertes y profundamente enraizadas en la Alianza de Amor.

La celebración inició con la Santa Misa y continuó con una peregrinación al Santuario en la que ondeaban las banderas de cada generación, marcadas con sus lemas e ideales. El poder tomar en nuestras manos la Azucena fue un gesto profundamente representativo y conmovedor. Entre cantos, porras y nuestro himno, brotaron lágrimas de gratitud y alegría: indescriptible emoción que nos recordó que este ideal no es pasado, sino una misión viva que sigue floreciendo en cada generación.

Fidelidad y misión compartida

Las primeras generaciones recibimos la responsabilidad de atender el llamado del P. José Kentenich, transmitiendo y extendiendo el mensaje de Schoenstatt en México. Nuestro anhelo fue ser cimiento y manantial de vida en la Alianza de Amor desde el Santuario “Corazón fiel de la Iglesia”, para las generaciones venideras.

Con gratitud pudimos constatar que hoy las nuevas generaciones han sabido asumir esta herencia con heroísmo, fidelidad y creatividad, dando continuidad a la misión de la Juventud Femenina en medio de los desafíos actuales de la Iglesia y de la sociedad.

Proyección hacia el futuro

El jubileo no es solo un recuerdo festivo, sino un parteaguas misionero. Nos impulsa a seguir siendo fuente de vida para el mundo, mujeres alegres, libres, profundas y fuertes, fieles al carisma de Schoenstatt y a nuestro ideal: ser pequeña María en el mundo de hoy y construir un México radiante de azucenas.

De este encuentro nos llevamos la certeza de que la Mater sigue actuando: ella nos convoca, nos une y nos envía. Confiadas en su guía, renovamos nuestra misión de encarnar el ideal de la Juventud Femenina, el ideal de la pureza, la nobleza y la fidelidad para que las próximas generaciones encuentren en nosotras testimonio vivo de fidelidad y esperanza.

El Jubileo de los 50 años de la Juventud Femenina en México ha sido una escuela de gratitud, comunión y misión. La historia continúa, porque la Mater sigue escribiendo en nosotras páginas nuevas para la Iglesia y el mundo. Nuestro compromiso es mantener vivo el fuego que encendió a las primeras generaciones, para que la Juventud Femenina de Schoenstatt siga siendo, hoy y siempre, fuente de vida desde el Santuario hacia el mundo.

Compartir

con sus seres queridos

Artículos relacionados que pueden interesarle