Ser corona viva – un estilo de vida que marca la diferencia

Susanne Leibrecht / Hna. M. Felisia Leibrecht

La alegría pura se hizo sentir en el jubileo de la Corona Viva de la Juventud Femenina Internacional de Schoenstatt, celebrado del 25 al 27 de julio en Schoenstatt. Reinó un ambiente marcado por la internacionalidad, la fe y el espíritu comunitario. Alrededor de 700 chicas y jóvenes de 22 países se reunieron en el lugar de origen para profundizar en lo que las une: el deseo y la realidad de ser Corona Viva. El Santuario Original y la Iglesia de la Adoración: todo Schoenstatt palpitaba de vida.

No es habitual encontrar jóvenes que se animen mutuamente a vivir de forma diferente desde la fe. Pero en el Encuentro Internacional de la Corona Viva, eso era lo habitual. «Vale la pena defender aquello que es sagrado para ti», alentaban, por ejemplo, jóvenes de Polonia en un testimonio. «Difundir amor», «ser luz para otros» y «confiar en Dios» fueron otras formas concretas de cómo viven «diferente» en su vida cotidiana y así buscan marcar una diferencia. Este anhelo ya se había hecho realidad cuando muchas jóvenes agradecían la buena comida o los pasteles preparados por incontables voluntarios, cuando los equipos centrales llevaban meses dedicando todo su corazón, tiempo y esfuerzo, superando sus límites y aún así estaban felices. Una de ellas lo expresó así: «La semana antes del jubileo fue extremadamente exigente y nos costó mucho esfuerzo y nervios, pero el sábado por la noche, durante la coronación, quedó claro que había merecido la pena».

¡El mundo te necesita!

En un testimonio se dijo: «Todo lo que el mundo grita hoy en realidad muestra que falta algo. Lo que le falta al mundo son precisamente los valores que conforman nuestro ideal: pureza, fidelidad, nobleza… Tú eres la respuesta para nuestro tiempo. ¡El mundo te necesita!». Esta atmósfera de esperanza, alegría y envío marcó unos días que, además, estuvieron bendecidos con un clima magnífico. Hubo momentos muy variados, siempre con un toque internacional, que mostraban las distintas mentalidades: el viernes por la noche, por ejemplo, cada país presentó un baile, una canción o algo típico, y reveló el secreto de los «padrinazgos de oración», mediante los cuales, desde hacía meses, cada nación acompañaba en oración y sacrificio a otra en camino hacia el jubileo.

Durante estos días también hubo pequeños grupos de intercambio, testimonios personales ante las 700 participantes, momentos creativos, espacios para escribir experiencias, tiempos de oración y mucho tiempo para encontrarse, como en el pícnic de la noche en el prado. Así se siente el estilo de vida de la Corona Viva.

Una mirada histórica que llega hasta hoy

Quien asistió al Encuentro Internacional de la Juventud Femenina de Schoenstatt el 12 de agosto de 2000 difícilmente habría imaginado que, 25 años después, seguiría vivo —y a nivel mundial— lo que nació entonces de una situación de necesidad: ser Corona Viva. La Virgen María es una gran aliada: está muy cerca de la vida diaria y, al mismo tiempo, es de una nobleza infinita. En el deseo de ser cada vez más semejantes a ella, la Madre de Dios es coronada una y otra vez en el Movimiento de Schoenstatt. Sin embargo, en 1999 fue robada la corona que las jóvenes querían colocarle en señal de honra, un regalo del fundador, el padre José Kentenich, a una generación anterior. Así nació el impulso vital de ser «Corona Viva», inspirado en una frase suya: «Ustedes son mi corona (viva)».

“Let’s Shine Evening” como momento cumbre

25 años después, la Virgen María fue coronada de dos maneras: con una pequeña corona dorada en el santuario original y con una corona viva formada por 700 mujeres. La fotografía aérea de 2000 se tomó a plena luz del día y bajo un calor intenso; esta vez, la imagen se tomó la noche del sábado, cuando las participantes iluminaron la oscuridad con velas en las manos, registradas por un dron. Ese fue uno de los momentos centrales.

En estos 25 años han ocurrido muchos acontecimientos importantes, pero el ideal sigue siendo el mismo: RTA, Regina Ter Admirabilis, Reina tres veces admirable que también simboliza pureza, fidelidad y nobleza, valores con los que se moldeó la corona robada en 1999 y cuya forma se reprodujo en 2000 y ahora.

El segundo momento clave de la noche fue la coronación del cuadro de la Mater del Santuario Original con una pequeña réplica de la corona original de P. Kentenich, que fue colocada allí en 2014, durante el jubileo de Schönstatt. El 26 de julio de este año se volvió a colocar no como un acto meramente formal, sino como expresión de que cada una, con su «sí» y su vida diaria, junto a la comunidad mundial de la Juventud Femenina, reafirma: «Quiero ser Corona Viva, llevar a María y su estilo al mundo, brillar, unir cielo y tierra y marcar la diferencia que el mundo necesita».

Cuanto más se da, más se recibe

Lo vivido marcará a las jóvenes para siempre. Como dijo una de ellas: «Una alegría profunda y contagiosa por nuestra Reina y por ser Corona Viva, que nos une más allá de las fronteras» (Eliana Broosch).

Trabajar en algo grande hace crecer. Eso lo experimentaron tanto las jóvenes como las Hermanas de María que prepararon el encuentro. Hubo equipos en Alemania y en el extranjero encargados de distintas tareas y todas estaban felices a pesar del cansancio. «Fue impresionante ver de dónde salían las últimas fuerzas. Ahora, el día a día puede vivirse con más alegría» (Helena Reich).

Las jóvenes experimentaron que, cuando se confía en ellas y se respira un clima de apoyo, surgen las últimas energías y se crece. «Cuando cada una aporta su parte, surge algo grande. Y no importa quién hizo qué, sino la unión y la confianza mutua» (Elisabeth Mayer).

Así cambia el mundo una generación de jóvenes mujeres: hoy, mañana, juntas. No de forma ruidosa, sino sencilla y eficaz, como la pequeña corona que hay detrás de la grande. Y con la certeza renovada: no estoy sola, estamos unidas en todo el mundo.

El lema se hace realidad: We are your living crown – today, tomorrow, together (Somos tu corona viva: hoy, mañana, juntas)

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