Quien conoce la vida y la obra del Siervo de Dios João Luís Pozzobon sabe que trabajó con las familias a través de su Campaña de la Virgen Peregrina. Lo que tal vez sea menos conocido es una peculiaridad de su trabajo «con» y «a favor de» las familias, que nos ayuda a comprender los frutos de su obra.
Pozzobon era una de esas personas sencillas que simplifican situaciones y planteamientos de la vida que otros tienden a complicar. Por eso le encontramos a menudo tratando con familias en situaciones complicadas, orientándolas hacia soluciones simplificadas.
Veamos un ejemplo…
Un día la Virgen Peregrina se disponía a visitar un ranchito muy pobre donde vivía una mujer con sus dos nietas. Por falta de espacio, la mujer decidió dejar el rancho a disposición de la Virgen y pasar la noche en el corral con las cabras, que eran su única posesión. João se enteró de este episodio por la propia dueña del rancho y tuvo una idea.
Pozzobon dijo: «¿Vamos a construir una capillita?». Pero la mujer replicó: «¿Con qué dinero…? somos pobres». Y Juan pensó lo mismo: «Yo tampoco tengo nada». Entonces Juan pensó un momento y dijo: «¿No hay hierba suficiente para cubrir la capillita?». Dicho y hecho.
Los campesinos se reunieron, reunieron material y mucha hierba, y así se construyó la «capilla de hierba». Este edificio se reconstruyó más tarde y se cubrió de tejas, pasando a llamarse «capilla azul» por el color de su pintura.
Y no se detuvo ahí: junto a esta capilla, Pozzobon comenzó a construir sencillas casas de madera para alojar a personas sin propiedades; construía una al año. Así nació su proyecto social más importante, la Noble Villa de la Caridad.
¿Cómo consiguió todo esto?
João era un observador. Desde niño había observado el barrio que rodeaba la casa de sus padres. Observaba la vida que se desarrollaba en la comunidad, marcada por devociones muy arraigadas, que se expresaban en costumbres definidas y duraderas. Y observó a las familias, a la suya y a las de los demás. Una vez casado, empezó a educar a sus hijos; su capacidad de observación le llevó a anotar cosas sobre sus hijos en un cuaderno (¡una vez más, lo sencillo!), para seguir mejor su desarrollo.
Al comienzo de la Campaña, cuando empezó a llevar la imagen de la MTA a las familias, João iba todas las noches a las casas donde iba la imagen. Observaba lo que sucedía con la visita de la Santísima Virgen. Pasado el tiempo previsto para esta misión, João no devolvió la imagen, no se detuvo. Utilizaba el argumento: ¡He visto tantas gracias derramadas en las familias, cómo podría detener la visita de la Virgen!
Su fe -esa luz que nos hace ver más de lo que vemos a simple vista- le hizo darse cuenta de las profundas necesidades y anhelos de los corazones de las personas. Y le enseñó a confiar en la Virgen, que -siempre- tendrá ayuda que ofrecer. Ayuda que no siempre serán soluciones en el sentido inmediato de la palabra, sino respuestas que la fe ofrece para abrir las mentes y los corazones a la acción de Dios, incluso en el sufrimiento y la adversidad.
Observaba la vida a su alrededor
La capacidad de observación de João no se limitaba a percibir situaciones y realidades. Al visitar una y otra vez a muchas familias, era capaz de comparar la situación a lo largo del tiempo y ver dónde había desarrollo. Es más, en sus largos paseos con la Virgen, y en el diálogo con ella, encontró formas de ayudar e inspiración para su trabajo en favor de las familias. Sacó sus propias conclusiones sobre las familias, la Iglesia y la vida. Y las aplicó con determinación.
Por eso su dedicación a las familias no se limitó al aspecto religioso. Pronto se dio cuenta de que debía ayudar a muchas familias en el ámbito humano, social y económico. Y desarrolló acciones en esta línea. Pozzobon se convirtió así en un gran promotor de la familia.
¿Y qué promovía en las familias?
Pozzobon promovió la santificación de las familias, llevándolas a la vida sacramental y a la vida de oración. En este sentido, su observación de la realidad pastoral de la Iglesia de su tiempo también le llevó a actuar, porque se dio cuenta de que los sacerdotes no llegaban a determinadas regiones, bien por falta de tiempo, o por falta de recursos pastorales adecuados para los fieles.
En repetidas ocasiones manifestó su deseo de ayudar a los párrocos. Y tan intensa llegó a ser esta ayuda que anhelaba -y vivió- un fructífero ministerio como diácono permanente, para que su labor pastoral se centrara aún más en los sacramentos y en el anuncio del Evangelio a las familias.
En materia de promoción humana y social, Pozzobon despertó la sensibilidad por los valores, destacando -especialmente en su iniciativa social central, la «Villa Noble de la Caridad»- en el cultivo de actitudes favorables a la unidad de la familia y a su desarrollo integral, sobre la base de una creciente auto iniciativa. Sabía sacar lo mejor de las personas.
Con sus iniciativas pastorales y sociales -inspiradas en la pedagogía del fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich- promovió la dignidad de las personas. Y, una vez más, hay que subrayar la sencillez. La dignidad es algo inherente a la persona, no requiere ciertas normas de vida para ser vivida. Comienza por conocerse a sí mismo, por reconocerse hijo amado de Dios y hermano entre hermanos.
Por último, Pozzobon promovió la misión de la familia. Cada vez más, la Campaña reunía a las familias para ser portadoras de ella, y él también se preocupaba por la visita de las imágenes a las familias, experimentando así una forma concreta de actividad misionera. Una vez más, la capacidad de observación de João le ayudó. Lo que había vivido en la tradición familiar, unido a lo que estaba experimentando en el desarrollo de la Campaña, despertó su creatividad pastoral en diversas iniciativas que aún hoy siguen vivas en bien de las familias.
En definitiva, lo que la Divina Providencia hizo surgir en la vida de este Siervo de Dios, y lo que sigue despertando en la Campaña, quiere enseñarnos que lo principal no es la calidad de los recursos, sino la mirada. En esto, Pozzobon siguió al Maestro y nosotros también podemos seguirlo.
Traducción: Vanessa Franke