La Campaña de la Virgen Peregrina es un signo misionero de una Iglesia en camino
"En la vida fragmentada de hoy en día, donde corremos el riesgo de perder el hilo, el abrazo de la madre es esencial". Este consejo, que el Papa Francisco llama "medicina", puede parecer simple, pero ha demostrado su eficacia en la vida de innumerables familias que acogen a María en sus hogares y en sus corazones. El 10 de septiembre, la Campaña de la Virgen Peregrina cumple 70 años y pareciera responder vitalmente a la necesidad que expresan las palabras del Papa Francisco.
Escrito por: Karen Bueno - Oficina de Prensa Schoenstatt Brasil

La Campaña comenzó en la región sur del Brasil, en la ciudad de Santa María, y hoy en día llega a más de 150 países. A través del liderazgo laico, los misioneros quieren llevar a la Iglesia, en la sencilla imagen de la Virgen, a los lugares más lejanos y de difícil acceso, de manera especial, para llevar a Jesús y María al seno de las familias más fragmentadas.
“La Virgen María”, dice el Papa, «abarca muchas situaciones concretas y está presente donde hay necesidad: se encontrará con su prima Isabel, ayudará a los cónyuges en Caná, animará a los discípulos en el Cenáculo… María es el remedio para la soledad y la desintegración. Es la Madre de la consolación, la Madre que «consuela»: está con quien se siente solo. Sabe que las palabras no bastan para consolar, la presencia es necesaria. Y María está presente como madre».
María es una presencia discreta, pero de impacto
Peter Jeya Kumar vive en Chennai/Tamilnadu, India, y cuenta su experiencia: «En uno de los grupos de la Campaña en la India, la Virgen fue llevada a una familia con la que el vecindario no se relacionaba bien. Los miembros del círculo se acercaron para rezar ante la Mater, incluyendo las familias que tenían problemas de relación. Así, la Virgen Peregrina une a muchas familias que tienen problemas entre sí y también reúne a personas de otras religiones, como los hindúes.
En la convicción del Papa Francisco, «María nos arraiga en la Iglesia. Esto se observa en la vida de la pareja Gislaine Lopes y José Maurício de Souza, brasileños del estado de Alagoas. Llevaban diez años viviendo juntos, pero solo se casaron civilmente. «Éramos felices, pero no vivíamos en comunión con la Iglesia. No teníamos el sacramento del matrimonio. Maurício seguía la doctrina espiritista y yo, aunque fui criada en la fe católica, no le di la importancia debida a la Iglesia», dice Gislaine.


Fue en un momento de crisis matrimonial cuando la presencia de la María marcó la diferencia: «En el año 2000 recibí la invitación para recibir a la Virgen Peregrina en nuestra casa, pero la rechacé. Luego de cinco año, en 2005, nuestro matrimonio estaba en una crisis muy grande, casi nos separamos. Fue entonces cuando una noche me encontré con la Peregrina en mi sala de estar, alguien la dejó en nuestra casa por error. Pasé unos días buscando al misionero para devolverle la Peregrina y cuando lo encontré, recordé el día en que la había rechazado. Pero la Madre y la Reina no nos rechazó.
Inmediatamente le pedí al misionero que nos pusiera en la lista de familias para recibir a nuestra Madre en casa. A partir de entonces fueron meses de renovación en nuestra relación como pareja y con nuestros hijos. Poco a poco, mes a mes, volvía a la misa y Mauricio se alejaba de las reuniones espiritistas. En septiembre de 2007 nos casamos por Iglesia, Mauricio tomó la Primera Comunión y al año siguiente recibimos la Confirmación juntos. Desde entonces somos misioneros de la Campaña de la Virgen Peregrina y agentes de la Pastoral Familiar».

Dios elige a los pequeños
Para el inicio de la Campaña, Dios elige a un hombre sencillo, un campesino y comerciante de la ciudad de Santa María: el Siervo de Dios João Luiz Pozzobon, cuyo proceso de beatificación se está llevando a cabo en Roma. Se le señala como modelo de padre, esposo, diácono y misionero: «La devoción al don João es muy fuerte entre el grupo de misioneros que llevan la Virgen Peregrina. Vemos en él la imagen de un hombre fuerte de cuerpo y espíritu, que da testimonio de su pequeñez. Su testimonio despierta en la gente una llamada y una conciencia de misión que nos hace preguntarnos: ¿Por qué no yo?» comenta el joven Emanuel Velasco De La Garza, de Querétaro, México.
Silvia Sibay, de Tucumán, expresa: «don João, para la Argentina, es la humilde y gran persona es una persona humilde y grande a la vez, que inició una campaña extraordinaria. Es un ejemplo para miles de misioneros en todo el país que siguen llevando la Virgen Peregrina a los necesitados. Su trabajo, su sacrificio, su perseverancia, me hizo entender que esto es lo que quería para mi vida. Así que he sido una misionera durante 30 años.

Para el arzobispo de Santa María, Mons. Hélio Adelar Rubert, «es una alegría para la Arquidiócesis ser la cuna de este apostolado, la cuna de este ‘hombre de Dios’ que fue Joao Pozzobon. Un apóstol «con los pies en la tierra», así como el Papa Francisco, que va al encuentro de la gente en las escuelas, en las cárceles, en las familias…».
70 años iluminando vidas
Según el Papa Francisco, «cuando María llega, la alegría se desborda y explota en los corazones, porque la invisible pero real presencia de Jesús llena todo de significado. Esta explosión de alegría es lo que transforma la vida de tantas familias a través de la Campaña de la Virgen Peregrina, una presencia que abraza e ilumina, porque “traes contigo a tu hijo Jesús, que es vida, camino, verdad y luz».