Somos frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra fuerza
El Día Mundial del Enfermo se creó para que podamos recordar como individuos y como comunidad mundial, la necesidad de tener una mirada más cercana a todos aquellos que se encuentran en condiciones que requieren atención especial por su salud.
Suellen Figueiredo
20 de febrero de 2021

Pensamos en esa persona que se encuentra en una cama de hospital, en los que viven con algún tipo de enfermedad crónica y también todos los que trabajan en el cuidado de los enfermos, muchas veces sin condiciones adecuadas. En este día queremos, como Iglesia, recordar esta situación y hacer un llamado para mejorar las condiciones de todos los que lo necesitan.
Este año todavía nos enfrentamos a la pandemia provocada por el Covid-19, que nos asola desde el año 2020 y que ha infectado en el mundo hasta la fecha a 106 millones de personas, de los cuales 2,4 millones han fallecido. Por esta razón hemos vivido a diario relacionados con la enfermedad.
En este contexto, como cristianos, podemos pensar: ¿cómo vivir una vida de oración cuando muchas veces no tenemos fuerzas para realizar las tareas mínimas del día?
¿Cómo podemos encontrar la fuerza para mantener un espíritu de confianza en la divina Providencia y no ceder al miedo y a las dificultades causadas por esta enfermedad?
Planteándome estas preguntas, comencé a tratar de comprender lo que significa soportar esta enfermedad y dónde la espiritualidad de Schoenstatt puede ayudar a superarlo. Me han ayudado mucho aquellos que han tenido un diagnóstico positivo para Covid-19,
Aprovechar un momento difícil para rezar
“Como persona afectada por la pandemia, me gustaría hacer un breve relato. Todo comenzó con un dolor de garganta, síntomas parecidos a los de la gripe y fiebre, hasta que, tras dos consultas y exámenes de urgencia, se confirmó el diagnóstico de Covid-19.
En una tercera visita, con el empeoramiento de los síntomas, se comprobó la afectación del 70% de los pulmones que, gracias a nuestra Mater, no evolucionó a peor. Sin embargo, debido a los efectos secundarios, tuve que ser hospitalizado para realizar exámenes.
Fue entonces cuando, debido al estado del aire en la sala de espera de la recepción, sentí una sensación de asfixia, que se normalizó al cambiar de ambiente. Después, durante los momentos de oración, recordé lo desesperante que debe ser para quien desarrolla una enfermedad grave, lo que nuestro Padre y Fundador, el Padre Kentenich pasó durante el tiempo que pasó en el campo de concentración.
Durante la cuarentena, para mi recuperación, que no permitía actividades normales, reservé tiempo para la oración, entre ellas la oración de Confianza y la meditación en el Cielo», relata C. R., de Olinda/PE.
Rezar con los ojos
Muchas veces es en casa donde está la persona enferma y es allí donde vivimos la enfermedad, con los que queremos cerca. Esto es lo que nos compartió Priscila Araújo, de Olinda/PE:
«Llevo dos meses casada y, tanto mi marido como yo, somos profesionales de la salud. Yo soy licenciada en farmacia y él es enfermero de la UCI. Llevamos viviendo la realidad de Covid desde el año pasado, cuando en el año de nuestro casamiento llegó la pandemia.
Mi marido se infectó cuando aún éramos novios. Nos casamos a finales de noviembre. Fue un año lleno de desafíos. En el último mes, se infectó por segunda vez, y como estamos casados, nos enfermamos ambos.
El hecho de ser profesionales de la salud nos ayudó a cuidarnos mutuamente cuando el otro estaba peor. Y el haber experimentado Schoenstatt desde nuestra juventud nos ayudó a mantener la fe, incluso cuando no podíamos rezar como siempre.
Durante muchos momentos, mi única oración fue dirigir mi mirada a la Virgen en mi Santuario Hogar de la Sabiduría, que conquisté durante mi último año en la Juventud Femenina, y pedirle a la Mater que nos cuidara y no permitiera que tengamos miedo y que la enfermedad empeore.
Hoy estamos curados y hemos vuelto al Santuario Tabor de la Nueva Evangelización para agradecer a la Virgen por sus cuidados.


Somos seres frágiles, pero sabemos rezar
En este tiempo especial de la cuaresma, recemos por los que todavía sufren en las camas de los hospitales, ya sea por el Covid-19 o por otras enfermedades, para que, por intercesión de nuestra Madre y Reina, permanezcan seguros en su fe y confiados en la victoria. Recemos especialmente por los que ya no pueden rezar, para que vean a Dios actuar en su vida.
«La oración cristiana infunde una esperanza invencible en el corazón humano: sea cual sea la experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede transformarla en bien. […] Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: ésta es nuestra mayor dignidad, es nuestra fuerza. ¡Ánimo! Reza en cada momento, en cada situación, porque el Señor está cerca nuestro. Cuando una oración está en sintonía con el corazón de Jesús, obtiene milagros» (Papa Francisco, Audiencia, 10 de febrero de 2020).