La familia de Schoenstatt en Querétaro, México, está de fiesta con una enorme sorpresa para compartir con toda la familia internacional, y es que en los últimos meses, una corriente de vida ha despertado a la juventud de este lugar, a pesar de la incertidumbre por la pandemia del Covid-19. 

Junto con el lanzamiento del álbum “Reina Fiel”, que se encuentra disponible en plataformas digitales, y la abundante vida que ha dado el nuevo centro de Schoenstatt conocido como “Ermita de Schoenstatt Vista Dorada”, donde más de 50 nuevos peregrinos han sellado su Alianza de Amor con la Mater en estos tiempos de pandemia, ahora, cuatro miembros de la juventud masculina se han atrevido a dar un salto en la profundidad de sus vocaciones al servicio de la Iglesia desde Schoenstatt.

Ellos quieren contarnos aquí un poco de su llamado a la vida sacerdotal

 

Juan: Cuando Dios llama, es difícil no hacerle caso

Juan Ramón Santoyo Reyes relata que “cuando Dios llama, es difícil no hacerle caso. Para mí esta ha sido la situación desde que entré a Schoenstatt. Llevo ya casi once años en el Movimiento, y puedo decir con certeza que Schoenstatt es lo mejor que me ha pasado en mi vida. Fue a los 15 años cuando tuve mi primer llamado vocacional, pero no fue hasta los 19 cuando comencé un proceso cada vez más formal. A partir de ahí, he descubierto un camino lleno de bendiciones, encuentros personales con Dios y María, así como un sinfín de personas que me han llenado el corazón y el alma”. 

Y continúa: “Soy un agradecido de Dios, de todo lo que me ha regalado a través de tantos y de tanto. Schoenstatt es todo para mí, y mi vocación sacerdotal es el rol que, creo yo, Dios me ha regalado dentro de su plan. Soy hijo de mi historia, de la historia de Schoenstatt México y Querétaro, de todos aquellos que han dado su vida para que pueda estar aquí. Día a día busco hacer lo mismo, para que muchos más puedan encontrar su vocación, sea cual sea”, expresó.

Luis: ¿Cómo yo? Quise huir, pero al final cenamos juntos

Por su parte,  Luis Raymundo Cervantes Flores comparte su experiencia con las palabras: “‘Ten en cuenta que estoy a la puerta y voy a llamar; y, si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos los dos.” (Ap 3, 20) Así ha sido esta aventura a la que Dios me ha llamado. El sí a la Alianza de Amor, el sí a la Mater y a los planes de Dios transforma la vida”.

Y continúa: “Jesús comenzó a tocar mi puerta con este anhelo hace cuatro años. Después de haber sellado mi Alianza, comenzaba un nuevo sueño, el sueño de mi vida, muy entusiasmado. Sin embargo, cuando comenzó a aterrizar y a hacerse más real, me espanté y comenzaron las dudas. ¿Cómo yo? Yo quise huir y su amor me dejó, pero Él siempre fiel se mantuvo en la puerta tocando. Hasta que tres años y medio después llegó una pandemia que metió un gran freno a mi vida, me permitió voltear para atrás, ver donde estaba parado. 

Me encontré con un Dios que todo este tiempo se la pasó a la puerta de mi casa tocando, aunque lloviera, nevara, relampagueaba afuera, ahí estuvo y cada vez que tocaba, yo respondía, “ahorita no”, “a la vuelta”, “no molestes”, rechazandolo. Hasta que tuve el valor de abrir y Él entró y al fin cenamos juntos y nos pusimos a charlar de frente.

Postulé a la comunidad de los Padres de Schoenstatt y con el corazón ardiendo fui aceptado. De manera paralela, sin saber uno del otro, hermanos de la juventud masculina también estaban viviendo este proceso y a su tiempo fuimos aceptados. Ahora somos cuatro los postulantes de Querétaro, cuatro los que caminamos juntos y soñamos juntos hacia el sacerdocio con un sí en corazón, dispuestos a las locuras de amor que nos tiene guardadas la Mater con Jesús”, remata.

Nos alegramos con ellos por el sí que han dado a esta nueva etapa en su vida, y acompañamos en oración sus procesos de vocación, al servicio de Schoenstatt, y a través de Schoenstatt, a la Iglesia.